La falta de avances en la negociación entre el gobierno y la oposición de Zimbabwe alimenta la frustración del público, que toma esas dilaciones como señal de tiempos aun más duros, mientras la economía continúa en caída libre.
Las conversaciones entre las dos facciones del opositor Movimiento para el Cambio Democrático (MDC, por sus siglas en inglés) y la oficialista Unión Nacional Africana-Frente Patriótico (ZANU-PDF) eran, para los ciudadanos de a pie, la única esperanza de superación de la crisis política.
El MDC no participó en junio en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, a causa de la persecución que recrudeció luego de la primera ronda de marzo contra sus seguidores por el gobierno del presidente Robert Mugabe, quien se proclamó reelecto en su condición de único candidato.
Semanas después de la firma de un memorando de entendimiento, en el que se establecieron las condiciones para el diálogo, el logro de un acuerdo para compartir el poder no aparece en el horizonte.
Las conversaciones pasaron a cuarto intermedio el martes 12, luego de tres días de diálogo directo entre las partes que no produjeron ningún resultado.
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Los observadores perciben como mayor obstáculo la falta de un acuerdo sobre quién será la figura más poderosa en un eventual gobierno de transición: Mugabe o el líder y candidato presidencial del sector mayoritario del MDC, Morgan Tsvangirai.
Ambos, junto a Arthur Mutambara, de la minoría del MDC, participan de la cumbre en Johannesburgo de la Comunidad de Desarrollo de África Meridional (SADC, por sus siglas en inglés), en la que el presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, presentará un informe sobre su mediación para superar la crisis.
Mientras, la economía de Zimbabwe continúa en caída libre. Los precios de los productos básicos se más que quintuplicaron en unos pocos días.
Timothy Xaba, un maestro de 42 años de edad, observa cómo la inflación descontrolada volatiliza sus mínimos ingresos y considera que la ausencia de avances en las negociaciones augura tiempos difíciles para el país.
Xaba se hace eco del pensamiento del amplio sector de la población que sobrevive con menos de un dólar diario.
"Ir a trabajar se ha vuelto una pérdida de tiempo. Y todavía no sabemos nada sobre qué están discutiendo los políticos o si estas conversaciones mejorarán nuestras vidas", dijo.
Xaba es uno de los muchos profesionales empujados a la pobreza por años de descalabro económico, como consecuencia de políticas del régimen de Mugabe que destruyeron la riqueza del país en la década pasada.
El gobierno afirma que la recesión e hiperinflación sin precedente son consecuencia de sanciones "ilegales" aplicadas por Estados Unidos y la Unión Europea.
Gugulethu Ndiweni, un ama de casa de 37 años, dijo a IPS que no entiende los juegos de poder que se desarrollan en las conversaciones entre el gobierno y la oposición, pero teme que la ausencia de un acuerdo sólo augure tiempos peores.
"Desde que votamos en la primera vuelta de marzo, las cosas se han puesto cada vez más difíciles. Y si estos hombres no se ponen de acuerdo rápido nuestra vida va a empeorar. Ya no puedo comprar pan o carne para mis hijos, ni mandarlos a la escuela", afirmó.
En esta semana, los precios de los alimentos básicos se dispararon en el mercado negro, acompañando la devaluación de la cuasimoneda local que emite el banco central, con fecha de vencimiento de su vigencia.
En estos días, un dólar equivale a 500.000 millones de dólares de Zimbabwe, 200.000 millones más que la semana pasada.
Hayes Mabweazara, profesor de la Universidad Nacional de Ciencia y Tecnología, declaró a IPS que "la crisis política siempre ha estado entrelazada con la económica. Si no se llega a un acuerdo inmediato, sólo nos queda rezar".
"Lo que ha empeorado la situación para los ciudadanos comunes es que ignoran qué se está discutiendo, pues los negociadores se impusieron la prohibición de hablar con la prensa. Pero tienen derecho a saber, ya que están hablando sobre sus vidas", agregó.
La paciencia se está agotando, a juzgar por la gran cantidad de personas que buscan abandonar el país para convertirse en refugiados económicos en las naciones vecinas.
"Nadie quiere quedarse. Todos han perdido su fe en las negociaciones", afirmó Mabweazara.
Según funcionarios del gobierno de Botswana, centenares de personas cruzan ilegalmente la frontera cada día, en busca de algún empleo ocasional.
Asimismo, autoridades de inmigración de Sudáfrica señalaron que miles de jóvenes continúan desafiando las aguas infestadas de cocodrilos del río Limpopo, que marca la frontera entre ambos países, para huir de la pobreza de Zimbabwe.
El maestro Xaba podría seguir ese camino si las negociaciones continúan estancadas. "Ya tuve suficiente. Soy un hombre casado con una familia que alimentar, pero hace ya mucho que he estado tentado con la idea de irme", afirmó.