Más compromiso con el acceso universal a terapias anti-VIH y con la defensa de los trabajadores de la salud del mundo pobre son dos logros que anota el médico argentino Pedro Cahn como presidente de la sociedad científica que organiza la XVII Conferencia Internacional sobre el Sida.
"Pero no es una gestión personal, sino colectiva", se apresura a aclarar Cahn, primer ciudadano de un país en desarrollo en presidir de la Sociedad Internacional de Sida (IAS, por sus siglas en inglés).
Al publicarse esta entrevista, concedida a Tierramérica mientras armaba maletas en Buenos Aires, Cahn ya está en México conduciendo la XVII Conferencia desde el domingo 3, y entregando la presidencia de la IAS a otro argentino, Julio Montaner, que dirige el Centro de Excelencia en VIH/Sida de la provincia canadiense de Columbia Británica.
En 2010, será investido presidente de la IAS el médico africano Elly Katabira, de la Universidad Makerere de Uganda, "un logro al que puedo decir que contribuí fuertemente", señala Cahn.
En la línea de fuego desde que irrumpió la epidemia, el nombre de Cahn quedó definitivamente asociado a la lucha contra esa enfermedad en su país y en el mundo tras conducir desde 2006 la IAS, una asociación independiente de más de 12.000 profesionales de 183 naciones, creada hace 20 años para prevenir, controlar y tratar el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).
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Cahn sigue siendo jefe de infectología del Hospital Fernández de Buenos Aires y presidente de la Fundación Huésped, que trabaja para mejorar los servicios de atención y lograr un entorno comunitario adecuado a personas con VIH (virus de inmunodeficiencia humana), causante del sida.
TIERRAMÉRICA: — ¿Por qué es importante la XVII Conferencia que se celebra en México?
PEDRO CAHN: — Es la primera vez que este acontecimiento tiene lugar en un país latinoamericano, y se hace en un momento en que el acceso universal a tratamientos está un poco relegado.
— ¿Qué consiguió entonces en su gestión al frente de la IAS?
— Ante todo debo decir que ésta no es una gestión personal, sino el resultado de una tarea colectiva. Logramos principalmente mostrar a la IAS más comprometida con dos temas importantes: el acceso universal a los tratamientos y los derechos de los trabajadores de la salud en África, Asia y América Latina.
— ¿Qué problemas enfrentan esos trabajadores?
— Sufren malas condiciones de trabajo y bajos salarios. Entonces, paradójicamente, los países que proveen de ayuda financiera para combatir la epidemia en los países más pobres los captan luego para trabajar. Hay una verdadera fuga de cerebros del Sur al Norte. Éste es un tema que expusimos públicamente en todos los foros. Hay que mejorar las condiciones para que no se vayan, porque los necesitamos.
— ¿Y cómo resultó el propósito de avanzar en un mayor acceso a tratamientos antirretrovirales?
— La IAS participó activamente con Onusida (Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida) y con la OMS (Organización Mundial de la Salud), analizando cómo mejorar más rápidamente el acceso a la medicación. En 2004, 10 por ciento de las personas que debían estar en tratamiento lo recibían y en 2006 se pasó a 25 por ciento. Ahora estamos en 31 por ciento.
— Eso es un avance.
— Podría considerarse una buena nota, pero no lo es. Hay unos 10 millones de personas que necesitan tratamiento en el mundo, la enorme mayoría en países pobres. Llegamos a tres millones. Era lo que proponía la OMS para 2005 y lo estamos logrando penosamente en 2008. Pero la mala noticia es que nos faltan otros siete millones. Sólo en Brasil, para dar un ejemplo latinoamericano, 190.000 personas dependen de tratamientos muy caros que no se pueden cubrir sin el compromiso del Estado.
— ¿Qué falta para avanzar más rápido?
— Más recursos, voluntad política, más ejecutividad en la acción. Mayor conciencia de que no se trata de números sino de personas que mueren por una enfermedad de la que ya nadie debería morir. Todavía tenemos unas 7.000 personas que contraen la sida cada día, es decir que corremos cada vez más rápido y sin embargo nos alejamos más de la meta.
— ¿Hubo en este periodo progresos médicos?
— Por ahora no hay vacunas ni han dado resultado los desarrollos en materia de microbicidas. Por eso no podemos contar aún con una herramienta de prevención segura de manejo para las mujeres que no sea el preservativo. Sí, en cambio, se confirmó el valor de la circuncisión masculina y la efectividad de toda estrategia que combine prevención con tratamiento. Porque cuanto mayor es el acceso a la terapia, más gente logra que su carga viral sea indetectable y más se reduce entonces la posibilidad de transmitir el virus a terceros.
— ¿Y en materia de sida infantil?
— Hubo avances en los fármacos expuestos desarrollados para niños, pero el único logro aceptable en este punto sería eliminar el contagio de madre a hijo. Para eso hay que mejorar la atención primaria de las embarazadas. De lo contrario, ahí se fracasa.
* Este artículo fue publicado originalmente el 2 de agosto por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.