Analistas se preguntan por qué Barack Obama no ha logrado un mejor desempeño en las encuestas, tras el poderoso espectáculo de su nominación a la presidencia de Estados Unidos y con la popularidad del gobierno en su punto más bajo.
El margen de Obama sobre el virtual candidato del gobernante Partido Republicano, John McCain, era, según la encuestadora Gallup, de ocho puntos porcentuales este viernes, un día después del discurso de aceptación de la candidatura presidencial del opositor Partido Demócrata en Denver.
La ventaja del senador demócrata había caído desde junio, cuando concluyeron las primarias (elecciones internas y asambleas), proceso por el que los dos partidos determinan sus candidaturas.
El 49 por ciento de entrevistados por Gallup que prefieren a Obama frente al 41 que eligieron a McCain fue la primera señal del "rebote por la Convención". El senador demócrata superaba el jueves al republicano por seis puntos porcentuales. El día 15, ambos estaban empatados en 44 por ciento.
La aceptación de la candidatura por parte de Obama tuvo ribetes peculiares.
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El 28 de agosto de 1963, el líder de la lucha por los derechos civiles de la minoría negra estadounidense, Martin Luther King, pronunció en el monumento a Abraham Lincoln en Washington un discurso que marcó un hito en la historia de este país.
"Tengo un sueño", dijo King ante una enorme muchedumbre procedente de todos los rincones de Estados Unidos, "de que mis cuatro hijos vivirán algún día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por su carácter."
Exactamente 45 años después, muchos especulaban, mientras Obama acepta ser el primer negro candidato a la presidencia estadounidense, si el sueño de King se había realizado, al menos parcialmente.
La coincidencia de fechas entre los dos discursos no pasó desapercibida para Obama.
"Los hombres y mujeres que se reunieron entonces pudieron haber oído palabras de ira y discordia. Se les pudo haber dicho que sucumban al temor y a la frustración por los sueños postergados. Pero lo que escucharon ( ) fue, en cambio, que en Estados Unidos nuestros destinos están inextrincablemente ligados, y que, juntos, nuestros sueños pueden ser uno", dijo Obama en su discurso ante 80.000 personas en un estadio de Denver y 38 millones de televidentes.
La unidad fue un tema recurrente en el discurso de Obama, como en otras ocasiones, con un énfasis en un programa progresista, el principio de equidad y el de responsabilidad colectiva.
"Se nos prometió la libertad de hacer nuestra voluntad con nuestras vidas, pero también tenemos la obligación de tratar a todos con dignidad y respeto", afirmó Obama, al criticar los recortes de impuestos a empresarios.
"Esa es la promesa de Estados Unidos, la idea de que somos responsables de nosotros mismos, pero también de que ascendemos o caemos como nación, de que yo soy el guardián de mi hermana y de mi hermano", sostuvo.
El candidato demócrata evitó el tipo de discurso altanero e "inspiracional" que analistas de derecha se preparaban para criticar por falta de sustancia. Por el contrario, se concentró en sus antecedentes personales y sobre políticas.
Obama, incluso, llegó a atacar al gobierno, al Partido Republicano y a McCain.
"Lo que no hizo fue una confección retórica hueca, abstracta y soñadora", escribió el analista Andrew Sullivan en su blog en el sitio de la revista The Atlantic. "La campaña de McCain ubica a Obama entre las celebridades de cabeza hueca, un Paris Hilton de riqueza y elitismo."
"Él dejó que lo retrataran de ese modo, que cruzaran el límite y que lo golpearan una y otra vez y entonces se dio vuelta y los destrozó. Si los republicanos de (el ex asesor de Bush Kart) Rove pensaban que estaban jugando con un tonto, acaban de recibir un golpe de realidad", explicó.
La Convención Nacional Demócrata en Denver tenía el potencial de ser escenario de enfrentamiento. Las primarias dividieron el partido entre los partidarios de Obama y los de la senadora Hillary Rodham Clinton, que procuró convertirse en la primera candidata a la presidencia.
Cuando Hillary Clinton admitió en junio el triunfo de Obama, muchos temían que no podría lanzarse a apoyarlo luego de los ataques. Pero el martes fue inequívoca en su discurso de adhesión a la candidatura, y pidió, con éxito, que se lo proclamara por aclamación.
El esposo de Hillary Clinton, el ex presidente Bill Clinton, también dio un apoyo sin ambages.
El experto en elecciones Norman Ornstein consideró que los problemas que afronta Obama son similares a los del ex presidente Ronald Reagan en las elecciones de 1980.
Si rival, el entonces presidente JImmy Carter, era muy impopular, pero Reagan no pudo superarlo en las encuestas hasta muy poco antes de las elecciones, cuando se enfrentaron en un debate televisivo.
Ornstein sospecha que el público percibía a Reagan como muy inexperiente, imagen que se reforzaba con su pasado como estrella de Hollywood.
"Obama, como Reagan, no podrá ampliar su ventaja a menos que los votantes entiendan que cruzó la línea para convertirse en 'aceptable' como presidente", indicó el experto. "Y cuando lo haga, avanzará a grandes pasos."