Angola no ha experimentado un proceso electoral en los últimos 16 años, pero sus ciudadanos sin duda saben cómo realizar la campaña previa a los comicios parlamentarios previstos para el próximo 5 de septiembre.
Banderas y afiches adornan los automóviles particulares y taxímetros. Personas de todas las edades visten camisetas y llevan puestos gorros con los colores de sus partidos favoritos.
La campaña electoral arrancó esta semana y se suceden los actos callejeros, conferencias y lluvias de panfletos proselitistas en cada ciudad en todo el país.
Con la vista puesta en los 220 escaños de la Asamblea Nacional compiten 10 partidos y cuatro coaliciones, que comprenden en conjunto a otras 24 fuerzas políticas.
Pero analistas estiman que la mayoría de los sufragios irán al gobernante Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) y la Unión para la Independencia Total de Angola (Unita), los dos viejos enemigos en la guerra civil que ahora continuarán en las urnas su puja por la supremacía.
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El conflicto interno estalló en 1975, tras la independencia de la potencia colonial, Portugal, e involucró a varios grupos. Pero los principales eran el izquierdista MPLA, que contaba con el apoyo de la disuelta Unión Soviética y Cuba —que envío tropas—, y Unita, con el respaldo de Estados Unidos y Sudáfrica.
Sin embargo, cuando Washington tomó distancias, este grupo liderado por Jonas Savimbi buscó el padrinazgo de Beijing, que deseaba disputar la influencia de Moscú.
El MPLA se apoderó del gobierno. En 1991, tras el colapso de la Unión Soviética, renunció al marxismo leninismo y se proclamó socialdemócrata. Las elecciones de 1992, las últimas realizadas hasta ahora, consagraron presidente a José Eduardo Dos Santos, líder del MPLA, pero Savimbi desconoció el resultado y retomó la guerra de guerrillas.
Un gobierno de unidad entre ambas facciones instaurado en 1996 sobrevivió dos años y luego se reinició el conflicto armado. En 2002, cuando Savimbi murió a manos de tropas gubernamentales, se acordó un cese del fuego. Dos Santos convocó a las elecciones parlamentarias del próximo septiembre en 2007.
Los agrupaciones menores que tienen la esperanza de ganar escaños incluyen al Partido de la Renovación Social, el Frente Democrático y el Frente Nacional para la Liberación de Angola, que en la guerra civil tuvo el apoyo de Portugal y Estados Unidos, cuando Washington tomó distancias de Unita.
Pero el MPLA tiene confianza en la victoria.
Está desarrollando una hábil y organizada campaña, con la ayuda de los aparentemente inagotables fondos ingresan a las compañías petroleras y de extracción de diamantes propiedad del Estado.
El coordinador de la campaña oficialista, Rui Luis Falção Pinto de Andrade, dijo que el MPLA tiene más de tres millones de miembros. "Somos el partido político más grande del mundo", se entusiasmó. Quizás olvidó al Partido Comunista Chino, el viejo aliado de sus rivales de Unita, que según el diario China Today contaba en 2002 con 66 millones de afiliados.
Pinto de Andrade rechazó las críticas al gobierno por no haber hecho más para desarrollar económicamente a Angola desde el fin de la guerra civil en 2002. "El pueblo es conciente de que tuvimos más de 30 años de conflicto y sólo seis de paz, pero en ese tiempo hemos hecho muchas cosas", señaló.
"Nuestro pueblo reconoce esto y también que el MPLA es el único partido que los puede guiar hacia el futuro", agregó.
Asimismo, relativizó el alto grado de pobreza del país, argumentando que tiene que ver con la demografía y que todas las naciones la sufren, incluso Gran Bretaña.
Según el Programa Mundial de Alimentación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), 40 por ciento de la población angoleña vive bajo la línea de pobreza y 28 por ciento en situación de indigencia. Entre los niños en edad escolar, 50 por ciento no asisten a clases.
El líder de Unita abrió su campaña declarando que los mayores problemas del país son la pobreza, la exclusión social, el desempleo, el sistema educativo y la corrupción.
"Es cierto que nuestra economía crece, pero mal. Más de 90 por ciento de la riqueza de la nación es apropiada por el Estado y se concentra en manos de menos de 0,5 por ciento de nuestra población de alrededor de 18 millones", argumentó.
A pesar de las discrepancias, lo que une a todos los partidos es el temor a otra guerra.
La memoria de la violencia que siguió a las elecciones de 1992 está fresca en muchas personas y se realimenta con los conflictos que ocurrieron luego de los últimos comicios en Kenia y Zimbabwe. Más allá de sus afiliaciones políticas, existe la convicción de que Angola debe tener una votación pacífica.
En un discurso al país a través de la radio estatal, Dos Santos pidió a los ciudadanos que ejercieran el respeto mutuo y que las únicas armas a utilizar en la campaña fueran las palabras y el debate.
Luisa Morgantini, quien encabeza la misión de más de 100 observadores de la Unión Europea que controlará los comicios, elogió al presidente y a otros líderes políticos por su "lenguaje de tolerancia", aunque admitió que los comicios serán un desafío para el país. También hizo un llamamiento para que se realicen en paz.
Hasta el momento, sólo hubo informes de intimidación de votantes en algunas de las provincias más remotas, que incluyeron amenazas de muerte y quema de banderas. Varios analistas consideran que no se llegará más allá de esos límites.
"Hay tensiones a nivel local", dijo a IPS un diplomático occidental, "pero se trata de incidentes aislados y focalizados. No estamos hablando de una campaña masiva de intimidación, no existen indicios de que tal cosa esté ocurriendo".
Pero existen formas más sutiles de presión. "Vote al MPLA y evite otra guerra es un sentimiento que comparte mucha gente", agregó.