La comunidad internacional, que negoció exitosamente tratados para ilegalizar las minas antipersonal y las bombas de racimo, ha avanzado poco en la elaboración de una convención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para controlar la proliferación de armas pequeñas ilícitas.
"Desafortunadamente, la comunidad mundial todavía está lejos de este objetivo", dijo Natalie J. Goldring, del Centro para los Estudios sobre Paz y Seguridad en la Escuela Edmund A. Walsh de Servicio Exterior en la Universidad de Georgetown.
Pese a la disponibilidad de unos 600 millones de armas pequeñas en mercados abiertos y clandestinos, no hay un tratado internacional que controle la propagación de estas armas livianas, según la ONU.
"Los gobiernos tienen una opción clara. Pueden o bien continuar con las cosas como de costumbre, lo que cuesta unas 1.000 muertes cada día debido a la violencia de las armas, o bien llegar a acuerdos legalmente vinculantes para restringir el comercio ilícito", dijo Goldring, quien también es profesora adjunta en el Programa de Estudios de Seguridad de la Universidad de Georgetown.
La ONU sostiene que las armas pequeñas —entre ellas rifles de asalto, pistolas y lanzagranadas— son responsables de buena parte de las muertes y la destrucción en los conflictos que tienen lugar en todo el mundo.
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Luego de prolongadas negociaciones, un tratado internacional que prohíbe las minas antipersonal fue firmado en diciembre de 1997 en Canadá, mientras que una nueva convención sobre municiones de racimo estará pronta para su firma en una ceremonia que se celebrará a comienzos de diciembre en Noruega.
Judy Isacoff, del Centro de África para los Estudios Estratégicos, con sede en Washington, dijo que la proliferación de las armas pequeñas y livianas (SALW) sigue siendo uno de los desafíos más importantes en materia de seguridad en la región de los Grandes Lagos, en África oriental.
"Estas armas no sólo prolongan conflictos violentos, sino que su descontrolado avance también plantea un grave peligro para la estabilidad y el desarrollo a largo plazo, tanto internamente como dentro de la región", agregó.
El Centro realizará un taller sobre "Armas pequeñas y livianas" en Kampala, Uganda, del 17 al 22 de este mes, para examinar los factores que sostienen la propagación de estas armas y diseñar estrategias para reducir la oferta y la demanda de las mismas.
Al dirigirse a la reunión bienal sobre armas pequeñas el mes pasado, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo que los estados miembro han hecho un "considerable avance" en el combate al comercio ilícito de armas pequeñas, "pero todavía quedan muchos desafíos".
Tal vez el mayor desafío es la creación de un nuevo tratado internacional sobre armas pequeñas ilícitas.
Mientras los estados miembro de la ONU estuvieron inmersos en negociaciones durante cinco días el mes pasado, por lo menos 5.000 personas fueron objeto de disparos, dijo Rebecca Peters, directora de la Red Internacional de Acción contra las Armas Pequeñas.
"Esto ilustra la severidad y el alcance del problema", sostuvo, destacando que la violencia con armas es un problema mundial "que sólo puede afrontarse si todos los países trabajan juntos, con pautas comunes en todo el mundo".
Ni la reunión bienal de 2005 ni la conferencia de evaluación de 2006 sobre armas pequeñas lograron alcanzar un "consenso" sobre un documento final. En efecto, el consenso había sido definido como "acuerdo unánime", a fin de que ni un solo país pudiera bloquear el progreso.
Un delegado del mundo en desarrollo dijo a IPS que, con frecuencia, Estados Unidos ha jugado este rol en los últimos años —obstaculizar acuerdos—, aunque de ninguna manera fue el único país en hacerlo.
En la reunión del mes pasado, dijo, Irán fue el principal impedimento al progreso. La delegación de Estados Unidos estuvo ausente durante la mayor parte de las reuniones, irónicamente, permitiendo que la conferencia lograra avances significativos.
Cuando se demostró que un acuerdo unánime era imposible, los participantes en la reunión exigieron una votación sobre el documento resultante. Una votación no había tenido lugar antes como parte de este proceso. Al final, el voto fue casi unánime, agregó.
De los 136 países que votaron, 134 apoyaron la adopción del informe sustantivo de la conferencia y ningún país votó en contra de su adopción. Sólo Irán y Zimbabwe se abstuvieron.
En el cierre de la reunión, Goldring dijo que la ONU dio un importante paso adelante, acordando más medidas sustanciales para controlar el comercio global de armas pequeñas y livianas. También señaló que los estados miembro se centraron en aumentar la cooperación internacional para crear instituciones nacionales y ayudar a impedir la venta ilícita.
También trabajaron para proporcionar estándares para un manejo más efectivo de los arsenales y la eliminación de armas excedentarias, con una preferencia por destruir estas últimas.
Los delegados debatieron sobre otros varios asuntos, entre ellos la necesidad de asumir compromisos legalmente vinculantes sobre estos temas. "Al final, la sustancia ganó por sobre el proceso", dijo Goldring.
El embajador de Lituania, Dalius Cekuolis, asumió un riesgo enorme al negarse a aceptar fragmentos línea a línea del boceto de informe, según Goldring.
Nadie alegó que el documento fuera perfecto, pero los participantes comprendieron que era mucho más fuerte que cualquier documento que se produjera a través de las negociaciones habituales, agregó Goldring.
El innovador enfoque del embajador Cekuolis impidió que el documento se viera debilitado. También ayudó a garantizar la inclusión de los asuntos de género y la aprobación de un rol importante de la sociedad civil en el proceso de las armas pequeñas, destacó.
Mientras, la 63 sesión de la Asamblea General de la ONU, que comienza a mediados de septiembre, considerará una resolución sobre armas pequeñas que proporcionará un proceso continuo de evaluación y consulta en los planos nacional, regional y mundial.
La próxima reunión bienal está programada para 2010.
