El secretario (ministro) de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, marcó una estrategia fundamentalmente dirigida en el corto y mediano plazo a evitar las amenazas que plantean «movimientos extremistas violentos, como Al Qaeda y sus asociados».
Al mismo tiempo, sugirió tomar recaudos contra el creciente poderío militar de "Estados renegados como Irán y Corea del Norte" y potenciales rivales, en especial China y Rusia, según un informe que divulgó el jueves sobre los lineamientos de la política de defensa del país.
En su primera "Estrategia Nacional de Defensa" el funcionario también plantea de manera reiterada la necesidad de mantener una estrecha cooperación con países aliados.
Esta visión contrasta con el enfoque mucho más unilateralista de su predecesor en el cargo, Donald Rumsfeld, especialmente durante el primer mandato del presidente George W. Bush (2001-2005).
Estados Unidos "debe fortalecer y expandir alianzas y asociaciones", destacó Gates. "El sistema de alianzas estadounidense ha sido la piedra angular para la paz y la seguridad durante más de una generación y continúa siendo la clave de nuestro éxito."
[related_articles]
"No podemos prevalecer si actuamos solos", anotó Gates en la introducción del documento de 23 páginas. Al mismo tiempo, Estados Unidos debe mantener el máximo grado posible de "libertad de acción" y "acceso estratégico a importantes regiones del mundo para cubrir nuestras necesidades en materia de seguridad nacional", aseguró.
Gates observó que "el bienestar de la economía mundial está ligado al fácil acceso a los recursos energéticos". A pesar de los esfuerzos nacionales para reducir la dependencia del petróleo, "las tendencias actuales señalan que se incrementará" en lo que hace al consumo de hidrocarburos importados "de áreas inestables en los próximos años".
A lo largo del documento, Gates enfatiza repetidamente la importancia para la estrategia de defensa del llamado "poder blando", es decir el ejercicio de influencia a través de la ideología y la cultura, en lugar de confiar exclusivamente en la fuerza militar.
"Como nación, no sólo debemos fortalecer nuestra capacidad militar, sino infundir nuevo vigor a otros importantes elementos del poder nacional y desarrollar la habilidad para integrar, dar forma y aplicar esas herramientas", señala el documento.
El Departamento (ministerio) de Defensa "ha asumido buena parte de esa carga" y necesitará "institucionalizar y retener esas capacidades, pero esto no reemplaza la participación civil y su experiencia y conocimientos", agrega.
En los últimos nueve meses, Gates solicitó al Congreso legislativo que tomara medidas para fortalecer al Departamento de Estado (cancillería), especialmente las áreas vinculadas con la promoción del desarrollo.
La publicación de esta nueva estrategia pone fin a un largo proceso de debate interno, iniciado cuando Gates reemplazó a Rumsfeld en 2006.
La discusión se centró en cuáles debían ser las mayores prioridades del Departamento de Defensa, que gasta anualmente más de 600.000 millones de dólares y está envuelto en guerras en Afganistán e Iraq para las que estaba inicialmente mal preparado.
Gates considera que se debe dar la máxima prioridad a las llamadas "pequeñas guerras", es decir la lucha contra organizaciones extremistas como Al Qaeda y movimientos insurgentes como la milicia islamista Talibán en Afganistán o diversas facciones dentro de Iraq.
Asimismo, ha insistido que dada la abrumadora superioridad militar de Estados Unidos sobre cualquier país que pueda ser un rival potencial, son esos otros conflictos los que aparecen como las más probables amenazas para los intereses de Washington y la estabilidad internacional en los próximos 10 ó 20 años como mínimo.
"El predominio estadounidense en la guerra convencional no es indisputable, pero puede sostenerse a mediano plazo dadas las tendencias actuales", declaró Gates unos meses atrás. Ese argumento ha sido cuestionado por varios altos funcionarios, quienes consideran que un cambio de estrategia tan marcado, hacia una forma de guerra de "baja tecnología", podría derivar en serias vulnerabilidades en el frente convencional.
Estos críticos cuentan con el apoyo de los mayores contratistas de defensa, cuyas generosas contribuciones a las campañas políticas les garantizan un fácil acceso a los legisladores.
El documento procura equilibrar ambas posiciones. Al hacerlo público, Gates señaló el hecho de que los militares y el Congreso "apoyan decididamente los programas de modernización de las fuerzas convencionales y estratégicas".
De todas formas, el texto reafirma el énfasis que Gates otorga a la contrainsurgencia y el contraterrorismo.
"En el futuro previsible, el panorama estratégico estará definido por la lucha global contra la ideología extremista violenta que busca derribar el sistema internacional" basado sobre los Estados, señala el documento en referencia a Al Qaeda y sus "asociados".
Gates comparó esa ideología con el fascismo y el comunismo. Asimismo, enfatizó que aunque "Iraq y Afganistán continúan siendo los principales frentes de esa lucha", el éxito militar en ambos países no garantiza la victoria por sí mismo.
"El uso de la fuerza juega un papel, pero los esfuerzos militares para capturar o matar terroristas deben subordinarse a medidas para promover la participación en el gobierno y programas de desarrollo económico, acompañados por la voluntad de comprender y dar respuesta al descontento que frecuentemente alimenta las insurgencias", señala el documento.
"Por estas razones, se puede argumentar que el componente más importante de la lucha contra los extremistas violentos no es la lucha que nosotros realizamos, sino qué tan bien podemos ayudar a nuestros aliados para defenderse y gobernarse a sí mismos", agrega.
Entre otras posibles amenazas, el texto señala a China, Rusia, Irán y Corea del Norte.
"China es un Estado en ascenso, con el potencial de competir con Estados Unidos. En el futuro inmediato, debemos tomar recaudos contra su creciente modernización militar y el impacto de sus decisiones estratégicas sobre la seguridad internacional", destaca el documento, que al mismo tiempo propone el establecimiento de mayores contactos entre las fuerzas armadas de ambos países.
Por otra parte, aunque Washington comparte intereses con Rusia y "puede colaborar con ella de diversas maneras", causa preocupación "el retroceso de la democracia" en ese país y la "creciente intimidación política y económica a sus vecinos", advierte.
De todas formas, señala, "buscaremos afianzar a China y Rusia como actores responsables en el sistema internacional", al igual que a India, "en proporción con su creciente poder, tanto 'blando' como económico y militar".