A pesar del torrente de recriminaciones mutuas, la frágil tregua entre Israel y el palestino Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) ya se encuentra en su tercera semana de vigencia, aunque poco se ha hecho para aliviar el bloqueo de la franja de Gaza.
Sin embargo, Israel se ha movido lentamente para cumplir su promesa, incluida en el acuerdo de cese del fuego que se alcanzó con la mediación de Egipto, de permitir el libre tránsito de suministros humanitarios hacia ese territorio.
"Los reiterados cierres de los cruces fronterizos son una muestra de la falta de seriedad de Israel" respecto del cumplimiento de lo pactado, dijo Ismail Heniya, líder del gobierno de Hamás en Gaza.
"Para que la tregua sobreviva, debe abrir la frontera y levantar su bloqueo", agregó.
Luego de varios meses de negociaciones en El Cairo, Israel y Hamás —junto con otras facciones menores de la resistencia palestina— aceptaron la propuesta egipcia de "calma" (tahdia) a principios del mes pasado. A pesar de las mutuas reservas, entró oficialmente en vigor el 19 de junio.
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El acuerdo contempla el cese de las operaciones militares israelíes en Gaza a cambio de la suspensión de los ataques con cohetes lanzados por Hamás desde ese territorio. Pero sus disposiciones no se extienden a Cisjordania, gobernada por el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Abú Mazen, del secular y moderado partido Fatah, que cuenta con el apoyo de Estados Unidos.
A mediados del año pasado, Hamás tomó por las armas el control de Gaza, donde se había impuesto en las elecciones parlamentarias locales de 2006.
Lo más importante para Hamás, y los 1,5 millones de palestinos que viven en Gaza, es que el acuerdo también establece que se reabrirán gradualmente los pasos fronterizos que conectan al territorio con el mundo exterior, incluido el de Rafah, en el límite con Egipto, el único que no se encuentra bajo control directo de Israel.
Desde que el movimiento islamista tomó el control de Gaza hace un año, Israel ha mantenido herméticamente "sellados" todos los cruces fronterizos. El gobierno egipcio, por su parte, también cerró el de Rafah, citando la ausencia de un tratado formal.
El bloqueo, apoyado por Estados Unidos y la Unión Europea, ha destruido la economía de Gaza y privado a gran parte de su población de suministros vitales, como alimentos y medicinas. Algunos observadores describieron a Gaza como "el mayor campo de concentración del mundo".
Poco después de la entrada en vigor del acuerdo, el 19 de junio, Israel reabrió cuatro de los cruces, pero volvió a cerrarlos el 24, luego de que el grupo de resistencia palestina Jihad Islámica se adjudicara un ataque con cohetes a la ciudad israelí de Sederot, en represalia por la muerte de cuatro de sus líderes en Cisjordania.
Esos pasos fronterizos fueron rehabilitados cuatro días más tarde, para ser nuevamente cerrados la semana pasada. Según funcionarios israelíes, la medida se tomó a causa de dos nuevos disparos de cohetes desde posiciones en Gaza, pero los grupos palestinos negaron unánimemente su responsabilidad en esos supuestos ataques.
Abdelaziz Shadi, director del programa de estudios israelíes en la Universidad de El Cairo, señaló que Israel aprovecha esporádicos ataques con cohetes, reales o imaginarios, para justificar el mantenimiento de su completo dominio sobre el territorio controlado por Hamás.
"Israel puede determinar fácilmente la fuente de esos lanzamientos y castigar a los responsables", dijo a IPS. "En cambio, prefiere sancionar colectivamente a toda la población de Gaza, privándola de comida, medicinas y combustible", agregó.
"El cierre de fronteras confirma que, en lo que se refiere a Gaza, Israel es todavía una potencia ocupante, a pesar de la llamada 'retirada' del territorio en 2005", señaló Shadi.
Según funcionarios israelíes, citados por la prensa el miércoles pasado, un total de 150 camiones cargados con suministros esenciales habían recibido permiso de ingresar a Gaza desde el comienzo de la tregua. Esa cifra, sin embargo, no ha sido confirmada por fuentes independientes.
El tránsito entre Egipto y Gaza, a través del cruce de Rafah, no ha sido más intenso.
Entre el 1 y el 3 de julio, las autoridades egipcias abrieron ese paso para un limitado número de personas. Pero de las alrededor de 2.000 que supuestamente iban a efectuar el cruce, entre ellas algunas que querían realizarlo por razones de salud, apenas alrededor de 300 fueron autorizadas.
El miércoles, centenares de palestinos frustrados por las largas demoras, se abrieron paso a la fuerza. Personal de seguridad egipcio empleó mangueras para dispersar a la multitud que arrojaba piedras.
A fines de enero, más de 500.000 palestinos se volcaron hacia Egipto, luego de destruir parte del muro que bloquea la frontera común de 14 kilómetros. La mayoría compró bienes de primera necesidad antes de regresar a sus hogares.
La frontera fue cerrada 10 días después, en medio de limitados enfrentamientos entre palestinos y las autoridades egipcias. En esa oportunidad, el ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, Ahmed Aboul-Gheit, declaró que le "romperían las piernas" a cualquiera que intentara aproximarse sin autorización.
La semana pasada, policías de Hamás, en cooperación con las autoridades egipcias, convencieron a la airada multitud para que se retirara y el cruce fue reabierto. Los líderes del movimiento islamista, en tanto, continúan urgiendo a El Cairo para que la frontera permanezca abierta en forma permanente.