La puesta en práctica de metas de desarrollo acordadas internacionalmente, como la erradicación de la pobreza extrema y el hambre para 2015, se ve obstaculizada por la falta de coordinación y coherencia entre las naciones ricas y las pobres, e incluso en la ONU.
"La visión existe", según Louis Michel, comisario para desarrollo y ayuda humanitaria de la Unión Europea, pero el problema es que la comunidad internacional no está haciendo lo suficiente para convertirla en realidad. "Y tanto los países ricos como las naciones en desarrollo son responsables", agregó.
Al hablar la semana pasada durante la sesión inaugural del Foro de Cooperación para el Desarrollo (DCF, por sus siglas en inglés), Michel dijo que el logro de esas metas, que también incluyen la igualdad de género y el acceso universal a la educación primaria, podría alcanzarse de manera más efectiva si existiera una mayor integración de la agenda del desarrollo.
Para esto, agregó, se requiere una división del trabajo, dirigir la asistencia a sectores específicos, gestión en base a resultados, la remoción de condiciones para el otorgamiento de la ayuda y que sea la previsibilidad de la misma.
La arquitectura global de la asistencia se ha vuelto prácticamente inescrutable "incluso para nosotros, los donantes, a medida que fuimos adoptando métodos cada vez más 'barrocos' para otorgar ayuda, por temor a hacer, o dar la impresión de que estamos haciendo, algo incorrecto", dijo Michel.
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Se espera que el DCF sea la principal instancia de un diálogo global y revisión de políticas sobre la eficacia de la ayuda y la coherencia de la cooperación internacional para el desarrollo. Creado en la cumbre mundial que se realizó en 2005 en Nueva York, fue lanzado el año pasado en Ginebra y tuvo su reunión inaugural la semana pasada.
El secretario general de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), Ban Ki-moon, dijo que el primer encuentro del DCF, que incluyó la participación de parlamentarios, gobiernos locales y representantes de la sociedad civil, reunió a socios clave para la implementación de la agenda de desarrollo.
La asistencia no siempre se destina a quienes más la necesitan, agregó, porque "algunos países gozan de la atención de la comunidad internacional, mientras que a otros se les hace dificultoso atraer fondos".
Actualmente, entre los mayores receptores de asistencia se encuentran Afganistán, Iraq e Israel, fundamentalmente por razones políticas o militares, mientras que las naciones de África subsahariana se encuentran entre las más desatendidas.
Aunque Ban no los identificó por sus nombres, destacó que algunos países reciben menos ayuda de la que debería esperarse, en función de sus necesidades o desempeño.
Hasta ahora, apenas cinco naciones cumplieron, e incluso han ido más allá, de la meta establecida en 1970 por la Asamblea General de la ONU, respecto de dedicar 0,7 por ciento del producto ingreso bruto (PIB) a la ayuda para el desarrollo en el exterior (ODA, por sus siglas en inglés).
Se trata de Dinamarca, que destinó a ese fin 1,06 por ciento de su PIB, Holanda, con 0,82 por ciento, Suecia con 0,81 por ciento, Noruega con 0,8 por ciento, y Luxemburgo con 0,7 por ciento.
La porción del ingreso otorgado como ayuda a los países más pobres ha sido siempre un indicador de la generosidad de las naciones. Los donantes han incumplido sus promesas de manera consistente.
El ministro de Cooperación para el Desarrollo y Asuntos Humanitarios de Luxemburgo, Jean-Louis Schiltz, dijo a la prensa la semana pasada que los cuatro países que se ubican detrás de Dinamarca se han comprometido a llegar a la marca de uno por ciento del ingreso en el futuro.
También animó a otras naciones a sumarse al "Club del 0,7" y señaló que Bélgica, España e Irlanda "parecen estar encaminadas a hacerlo".
Sin embargo, Schiltz advirtió que los fondos destinados a la ODA fueron el año pasado mucho menores que en los anteriores, una tendencia que no se ajusta a los compromisos con el desarrollo de la comunidad internacional.
Esa asistencia alcanzó 103.700 millones de dólares en 2007, provista por las 22 naciones más ricas del mundo, frente a 104.400 millones de dólares destinados a ese fin en 2006.
Por su parte, Ban destacó que la ayuda continúa atada a requisitos que "afectan la autonomía nacional, llevan a distorsiones en la asignación de recursos y tienen un pobre efecto en la mejora del desempeño económico".
Se espera del DCF que ayude a optimizar el impacto, coherencia y efectividad de la cooperación internacional para el desarrollo.
Ban advirtió que la sesión inaugural del DCF coincide con "tendencias preocupantes" que pueden afectar la implementación de la agenda global del desarrollo. Entre ellas mencionó los aumentos en los precios de los alimentos y combustibles, la crisis financiera y la volatilidad de los mercados de capitales.
La ONU no ha sido ajena a la demanda para coordinar y dar coherencia a la agenda para el desarrollo.
Actualmente, hay varias agencias del organismo mundial que superponen sus tareas en el área de comercio: la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), el Centro Internacional de Comercio y diversas comisiones regionales en diferentes capitales.
También hay duplicaciones entre las funciones de la Unctad y el Departamento de la ONU para Asuntos Económicos y Sociales (DESA, por sus siglas en inglés).
Hay superposiciones en el área de desarrollo sustentable y asentamientos humanos en al menos cinco agencias del organismo mundial: la DESA, el programa ambiental de la ONU, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, ONU-Hábitat y los secretariados de varias convenciones adoptadas en los últimos años, como las de biodiversidad, cambio climático y desertificación.