MEDIO ORIENTE: No hay paz sin Siria

Hace unas cuatro décadas, circulaba en Medio Oriente un refrán casi profético: «No puede haber guerra sin Egipto, ni paz sin Siria». La primera parte se cumplió a fines de los años 70 con el fin de las hostilidades entre Egipto e Israel. Desde entonces no hubo guerras formales entre estados. Quedaba la segunda parte.

De pronto, en cuestión de pocas semanas, Siria pasó de integrar, junto con Irán y Corea del Norte, el "eje del mal" definido por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, a ser socio de un "eje del bien" sobre todo para Francia y, por extensión, para la Unión Europea, cuya presidencia de turno París ostenta hasta fin de año.

Así, a inicios de julio, aterrizaba en Damasco el canciller noruego Jonas Gahr para reunirse con su par sirio, Walid Al Moaalem, y sobre todo con el presidente Bashar Al Assad. Unos y otros declararon que se trataba de repasar la situación en la región y las relaciones bilaterales. Pero no parecía que hubiera urgencia para eso.

Poco después, el ministro sirio de Información, Mohsen Bilal, confirmaba a IPS el calendario de la visita de Estado de Al Assad a Francia, su participación en la cumbre de la Unión por el Mediterráneo, el 13, y su presencia en la gran parada de la fiesta nacional francesa el día 14.

Al Assad —acusado por Bush de fomentar el terrorismo y ser aliado de Irán, de "organizaciones terroristas" como Hezbolá o Hamás y, por añadidura, autor de los males políticos del Líbano—, pasó a ser en París lo que medios sirios calificaron de "astro" mundial.
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El mandatario sirio fue el líder más fotografiado y entrevistado de los 43 que acudieron a la cita de París para hacer realidad la promesa electoral del presidente Nicolas Sarkozy, la creación de la Unión por el Mediterráneo.

Fenómenos mediáticos aparte, la visita a París representó la segunda piedra arrojada en las aguas sirias, estancadas a causa del aislamiento impuesto por Washington y varias capitales europeas, así como por algunas árabes, con El Cairo, Riyad y Ammán a la cabeza.

La primera piedra había venido poco antes de Ankara, con el anuncio en mayo de su disposición a mediar entre el gobierno israelí y Damasco. Las dos partes no tardaron en iniciar negociaciones indirectas con mediación turca, para concluir tres rondas en junio y acordar una cuarta a fines de julio, siempre en Estambul.

Este hecho coincidió con el fin formal de la crisis entre todas las facciones políticas del Líbano, mediante la aplicación de los acuerdos adoptados con mediación de Qatar, para designar presidente y formar un gobierno de unidad nacional. Formalmente, Siria quedaba al margen de lo que ocurría en el Líbano.

Pero la presencia de Al Assad en París supuso otro golpe de efecto: la petición de Sarkozy de que Siria intermediara en la crisis entre Occidente e Irán por el programa nuclear de Teherán.

A su regreso a Damasco, Al Assad recibió al canciller iraní Manouchehr Mottaki para transmitirle el mensaje de París, casi en vísperas de la reunión del 19 en Ginebra entre el negociador iraní Said Yalili con Javier Solana, representante de Política Exterior y Seguridad de la Unión Europea, delegados de Alemania, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia y, por vez primera, un alto funcionario de Washington, el subsecretario de Estado, William Burns.

La reunión de Ginebra concluyó con un nuevo plazo para que Teherán responda sí o no a la propuesta del sexteto de "congelamiento por congelamiento", es decir, que Irán deje en los niveles actuales su proceso de enriquecimiento de uranio, a cambio de que el Consejo de Seguridad se abstenga de imponerle más sanciones.

Pese a este no resultado, en Damasco se subrayó enseguida la importancia del término "constructivas" con que una y otra parte calificaron las conversaciones de Ginebra.

Otro resultado de la visita de Al Assad a París fue la nota de esperanza de Solana en que el acuerdo de asociación entre Siria y la UE será firmado pronto, desenredando así uno de los principales nudos en las relación entre las dos partes.

"En octubre de 2004, el acuerdo de esta asociación fue firmado con iniciales en Bruselas y se decidió proceder a su firma definitiva a principios de 2005", explicaba a IPS el viceprimer ministro sirio para Asuntos Económicos, Abdulá Al Dardari.

"Pero por motivos políticos, la UE decidió unilateralmente no firmar", dijo, dejando así en suspenso un acuerdo que implicaba la progresiva apertura del intercambio bilateral como parte de proceso de conversión del Mediterráneo en un mar de libre comercio para 2012.

Al Dardari viajó a París el 21 y 22 para discutir con sus pares franceses los detalles de las áreas de cooperación acordadas por Al Assad y Sarkozy, que cubren desde energía, con proyectos con la gigante petrolera francesa Total, hasta transporte aéreo civil (compra de aviones), pasando por inversiones y asistencia para modernizar infraestructuras sirias.

El funcionario también examinó con el ministro de Estado para Asuntos Europeos, Jean-Pierre Jouyet, las relaciones entre los os países y con la UE y la reactivación del acuerdo de asociación entre estas dos últimas partes.

Pero, sobre todo, Al Dardari abordó los preparativos de la visita oficial de Sarkozy a Damasco, prevista para septiembre.

Paralelamente, el canciller sirio Al Moaalem ultimaba en Beirut los detalles de la visita de este sábado a Damasco del presidente libanés, Michel Suleimán.

Las relaciones entre Beirut y Damasco atravesaron crecientes tensiones a raíz del asesinato en 2005 del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri, atribuido a los servicios de inteligencia sirios, la retirada de 30.000 soldados sirios del Líbano, y las acusaciones a Damasco de apoyar las facciones duras de la organización islámica Hezbolá (Partido de Dios).

Es previsible que Al Assad y Suleimán pongan fecha a la reactivación de las relaciones diplomáticas entre los dos países y acuerden un plan para un trazado definitivo de fronteras.

Esta normalización de las relaciones implica la eliminación de otro nudo entre París y Washington, por una parte, y Damasco, por otra.

Pero, ¿implica este espectacular fin formal del aislamiento sirio, una táctica para alejar a Damasco tanto de Irán como de los asuntos libaneses, amén del conflicto israelí-palestino?

La respuesta la dio a IPS el ministro sirio Bilal: "Todo forma parte de un contexto. Cualquier éxito en el proceso sirio o libanés o palestino debe potenciar las posibilidades de éxito de los otros. No caeremos en el juego israelí o estadounidense de enfrentar un proceso a otro".

"Si llegamos a una negociación directa con Israel para la devolución total y sin condiciones de los Altos del Golán —ocupados por los israelíes desde 1967— a la plena soberanía siria, no aceptaremos jamás que el proceso de paz con nosotros sea a expensas del palestino", añadía Bilal.

En todo caso, ni funciona el alto el fuego acordado en Gaza entre el gobernante Hamás e Israel en Gaza, ni avanzan las negociaciones entre el gobierno israelí con la Autoridad Nacional Palestina, mientras se autorizan nuevos asentamientos judíos en Jerusalén. Y en Líbano, se vuelve a hablar de tensiones que amenazan la corta vida del nuevo gobierno.

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