LÍBANO: Presos y cadáveres no aseguran unidad

Las divisiones políticas y religiosas volvieron a instalarse en Líbano tras el canje de presos y cadáveres con Israel, concretado este mes.

Israel liberó y entregó a cinco presos libaneses, junto con 199 cadáveres de combatientes, a cambio de los cuerpos de dos soldados israelíes secuestrados en 2006. El canje, que se realizó el día 16, desató reacciones contrapuestas en la sociedad libanesa.

Líderes y seguidores del islamista Partido de Dios (Hezbolá) lo exhiben como un triunfo, mientras quienes consideran que sus milicias prochiitas y prosirias son un "Estado dentro del Estado" lo vieron con suspicacia.

Según los adversarios de Hezbolá, el episodio deja mal parado al flamante y débil gobierno libanés, que quedó al margen de las negociaciones con Israel.

Hezbolá organizó un festejo cuidadosamente coreografiado. Los cinco liberados desfilaron a caballo ante una multitud de seguidores que agitaban la bandera del movimiento.
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Entre ellos figuraba Samir Qantar, miembro libanés del Frente para la Liberación de Palestina, quien pasó 29 años en una cárcel israelí por el asesinato de una niña de cuatro años y su padre.

"Lloré mientras observaba la manifestación. ¿Puede usted creer que Líbano es el primer país árabe que logra la liberación de todos sus prisioneros en Israel, algo que ni Jordania ni Siria han logrado?", señaló Abed, dueño de una zapatería en el barrio capitalino de Dahyeh, bastión de Hezbolá.

El líder del movimiento islamista, Hassan Nasrallah, "siempre cumple sus promesas", agregó, reflejando el sentimiento de muchos de sus compatriotas.

Luego de la guerra de julio de 2006 con Israel, Hezbolá organizó una campaña mediática en torno a la promesa de victoria ("al Wad"). "Esto me hace sentir orgulloso de ser libanés. Sayyed Hassan (Nasrallah) fue capaz de defender y restaurar nuestro honor", dijo Dohaa, uno de los clientes del zapatero.

Pero no todos comparten la euforia. En una manifestación para celebrar la liberación de Qantar en su ciudad natal, Obay, el homenajeado fue abucheado cuando declaró su lealtad a Siria, el principal sostén de Hezbolá.

Muchos lo acusaron de crear problemas al fomentar enfrentamientos entre las distintas comunidades religiosas libanesas.

"Aunque la liberación de los prisioneros me alegra desde un punto de vista humanitario, tengo la sensación de que este capítulo no está cerrado. Israel encontrará con toda seguridad una forma de darle una lección a Hezbolá", señaló Salam, un residente de la capital, Beirut.

El joven agregó que aunque el "golpe publicitario" del movimiento islamista reforzó su posición en Medio Oriente, al mismo tiempo debilitó significativamente al gobierno libanés y la imagen del país.

El nuevo gobierno quedó finalmente conformado el 11 de este mes, seis semanas después de un acuerdo alcanzado en Doha que permitió la elección de un presidente de consenso, Michel Suleiman, y la implementación de una nueva ley electoral.

El acuerdo puso fin a una semana de enfrentamientos entre la mayoría parlamentaria antisiria y la oposición, dominada por las agrupaciones chiitas Amal y Partido de Dios (Hezbolá), respaldadas por Irán y Siria y aliadas del Movimiento Cristiano Libre Patriótico.

La mayoría parlamentaria está formada por el sunita Movimiento Futuro, el Partido Socialista Progresista, de la comunidad drusa, las Fuerzas Cristianas Libanesas, denominadas "falangistas", y el Partido Kataeb.

Salam considera que el gobierno "fue completamente marginado en las negociaciones" que culminaron en el intercambio con Israel. "Esto es inaceptable si realmente creemos en construir una nación entre todos", agregó.

"No tenemos un gobierno aún. Apenas un proyecto de gobierno", dijo Carlos Edde, líder del Bloque Nacional libanés, partido independiente que integró el movimiento mayoritario.

Aunque se declaró feliz por el retorno de los prisioneros a su patria, el intercambio sólo logró socavar la soberanía nacional, afirmó.

"Líbano fue completamente marginado por Alemania, que actuó como intermediario en las negociaciones entre Hezbolá e Israel, con la bendición de Ban Ki-moon", secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, señaló.

La influencia del movimiento islamista continúa siendo una fuente de controversias en este país.

Tras el asesinato de Rafik Hariri en 2005, la posterior guerra de 2006 con Israel y el conflicto civil del 7 de mayo, durante el cual Hezbolá tomó el control de Beirut y sus suburbios con un saldo de 67 muertos, la mayoría parlamentaria exige al Partido de Dios que deje las armas.

Rafik Hariri, quien murió en febrero de 2005 en un atentado con bomba en Beirut, dirigió cinco gobiernos entre 1992 y 2004.

Hezbolá es el único partido con permiso oficial para tener su propio arsenal y recibe pertrechos de forma continua desde Irán a través de la porosa frontera con Siria.

Pero muchos libaneses encuentran admirable que el movimiento islamista haya logrado, además de la liberación de los cinco prisioneros, la devolución de los 199 cadáveres de combatientes árabes.

"Hemos logrado, definitivamente, una nueva victoria sobre el Estado judío y ofrecido a los árabes un poderoso y exitoso modelo de resistencia", afirmó Hanna, dueña de una tienda de chocolates en Hamra, un área comercial de Beirut.

Pero su entusiasmo se desvanece cuando se le pregunta si los libaneses están listos para hacer frente a otra guerra con Israel. "Ahora que recuperamos a nuestros prisioneros, déjennos vivir en paz. Con la última guerra ya tuvimos más que suficiente", aseguró.

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