Los eternos conflictos políticos de Líbano quedaron estampadas en la primera instantánea oficial del nuevo gobierno, que vale mil palabras. Veintiocho de los 30 ministros del gabinete estaban vestidos con su tradicional atuendo blanco, y los restantes dos, de negro.
Los dos ministros vestidos de negro eran el de Trabajo, Ghazi Aridi, y el de Estado, Wael Abou Faour, ambos del Partido Socialista Popular, representativo de la minoritaria comunidad drusa pero integrante de la mayoría del gobierno junto con antisirios y sunitas.
El gobierno libanés quedó finalmente conformado el 11 de este mes, seis semanas después de un acuerdo alcanzado en Doha que permitió la elección de un presidente de consenso, Michel Suleiman, y la implementación de una nueva ley electoral.
El acuerdo puso fin a una semana de enfrentamientos entre la mayoría parlamentaria antisiria y la oposición, dominada por las agrupaciones chiitas Amal y Partido de Dios (Hezbolá), respaldadas por Irán y Siria y aliadas del Movimiento Cristiano Libre Patriótico.
La mayoría parlamentaria está formada por el sunita Movimiento Futuro, el Partido Socialista Progresista, de la comunidad drusa, las Fuerzas Cristianas Libanesas, denominadas "falangistas", y el Partido Kataeb.
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El gabinete se reunió por primera vez el 16 de este mes en presencia de Suleiman, a su regreso de Francia tras participar en la cumbre del Mediterráneo, y donde se reunió con el presidente sirio Bashar Al Assad.
Tras la reunión, que apenas duró media hora, el ministro de Información Tarek Mitri, anunció que el gabinete se concentrará en la aplicación de su programa hasta las elecciones legislativas de 2009.
Mitri declaró que el comité, integrado por él y los ministros de la mayoría Abu Faour, Mohammad Shateh, Nassib Lahoud, y los de la oposición Elias Skaff, Gebran Bassil, Mohammad Fneish y Fawzi Salloukh, se dedicaría a la tarea.
El ministro de Información también anunció que el presidente Suleiman puso al tanto al gabinete acerca de la cumbre del Mediterráneo y de las conversaciones con el presidente Assad y anunció la visita del canciller sirio Walid Mouallem, que se encuentra en Beirut.
La formación del nuevo gobierno dio un respiro a la situación política, pero muchos dirigentes consideran que el camino para dotarse de un programa está plagado de obstáculos.
"No tenemos un gobierno aún. Apenas un proyecto de gobierno", dijo a IPS Carlos Edde, líder del Bloque Nacional libanés, partido independiente que integró el movimiento mayoritario.
"El gobierno se hará real cuando se alcance un consenso acerca de la estrategia de los próximos meses y el posterior voto de confianza del parlamento", añadió.
El político señaló que los principales problemas que debe afrontar el nuevo gobierno tienen que ver con soberanía, el control de las fronteras del país y las armas de Hezbolá.
Tras el asesinato de Rafik Hariri en 2005, la posterior guerra de 2006 con Israel y el conflicto civil del 7 de mayo, durante el cual Hezbolá tomó el control de Beirut y sus suburbios con un saldo de 67 muertos, la mayoría parlamentaria exige al Partido de Dios que deje las armas.
Rafik Hariri, quien murió en febrero de 2005 en un atentado con bomba en Beirut, dirigió cinco gobiernos entre 1992 y 2004.
Hezbolá es el único partido con permiso oficial para tener su propio arsenal, y recibe pertrechos de forma continua desde Irán a través de la porosa frontera con Siria.
La prensa local también mencionó diferentes opiniones acerca de las prioridades del gobierno.
"Pedimos fijar un calendario para la sesión legislativa a fin de ratificar el proyecto sobre los distritos electorales adoptado por el acuerdo de Doha", indicó el legislador Brahim Kenaan, del Movimiento Cristiano Libre Patriótico, según la cadena de noticias Naharnet.
El parlamentario cree que la sesión debe mantenerse antes de que el gabinete reciba el voto de confianza, un signo de que la crisis política está lejos de resolverse.
El gabinete libanés de 30 miembros, integrado por 16 ministros de la mayoría parlamentaria, 11 de la oposición y tres nombrados por el presidente refleja las fracturas existentes en este país.
Las diferencias pudieron verse de forma clara con la designación del líder del Partido Nacional Socialista Sirio, Ali Qanso, cuyo nombre fue rechazado por el primer ministro antisirio Fouad Siniora.
Cargos importantes se dividieron por partes iguales entre la mayoría y la oposición. Los primeros se aseguraron el Ministerio de Finanzas y los últimos el de Relaciones Exteriores.
Siniora declaró tras la conformación del nuevo gobierno que las distintas agrupaciones políticas decidieron "manejar sus diferencias a través de las instituciones democráticas y el diálogo, y no mediante la fuerza y la intimidación".
Pero Edde advirtió que un tercio de los cargos ministeriales están en manos de la oposición, lo cual les da el poder de vetar cualquier decisión.
Sin embargo, el último acercamiento franco-sirio puede ser el comodín que incline la balanza hacia una precaria estabilidad en los próximos meses.