El anuncio en Israel de que el primer ministro Ehud Olmert renunciará apenas el gobernante Partido Kadima elija a un nuevo líder a mediados de septiembre pareció no sorprender al ambiente político, pero sí acentuar dudas sobre si se podrá formar una nueva coalición.
Si el partido de gobierno no elije nuevo líder para inicios de noviembre, Israel deberá celebrar elecciones generales en los primeros meses del año próximo.
Acuciado por denuncias de corrupción, Olmert ha sido presionado en los últimos meses para que abandone el puesto y finalmente sucumbió el miércoles, anunciando durante una conferencia de prensa en su residencia oficial en Jerusalén que no se postularía en las primarias del Kadima que se realizarán el 17 de septiembre.
"Una vez que el partido haya elegido a un nuevo líder, renunciaré de mi puesto como primer ministro para permitirles formar un nuevo gobierno en forma rápida y eficiente", señaló.
La imagen de Olmert nunca se recuperó plenamente después la guerra en Líbano de hace dos años, cuando lanzó una fiera campaña militar contra el Hezbolá (Partido de Dios) luego de que ese grupo chiita secuestrara a dos soldados israelíes y matara a otros tres durante una redada transfronteriza.
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Un informe del propio gobierno criticó severamente su manejo de la guerra, mientras que su tasa de aprobación pública rara vez superó la frontera del 20 por ciento.
Cuando el empresario estadounidense Morris Talansky dijo ante un tribunal de Jerusalén en mayo que le había dado a Olmert unos 150.000 dólares en efectivo para cubrir, entre otras cosas, gastos personales, quedó claro que el primer ministro no terminaría su periodo en noviembre de 2010, cuando están previstas las próximas elecciones.
Su situación se hizo aun más complicada cuando surgieron nuevas imputaciones hace pocas semanas. Olmert fue acusado de presentar pedidos duplicados para gastos de traslado a organizaciones benéficas lo apoyaban antes de ser primer ministro, al parecer con el objetivo de regalar viajes a sus familiares.
Olmert negó todas estas acusaciones y en un principio señaló que sólo renunciaría si era acusado formalmente.
En su discurso, transmitido en vivo por los tres principales canales de televisión, el primer ministro aseguró ser víctima de una "campaña de difamación" que dio entender era dirigida por la policía y el sistema judicial. Además, dijo haber sido objeto de "una ola de investigaciones, cuestionamientos y críticas inmediatamente después de haber sido elegido".
El líder del opositor derechista Partido Religioso Nacional, Zevulun Orlev, también lo atacó. "Olmert rara vez ha sido un faro de honestidad. Si me dijera Buenos días, no creería que es de mañana hasta asomarme por la ventana y comprobarlo", afirmó.
Tras la declaraciones de Talansky ante el tribunal, el líder del Partido Laborista, Ehud Barak, le dijo al primer ministro que si no permitía la realización de primarias, precipitaría elecciones nacionales anticipadas. Ante esta disyuntiva, Olmert aceptó y anunció a comienzos de esta semana que el 17 de septiembre se celebraría una elección interna en el Kadima.
Una vez que el partido oficial tenga nuevo líder, el presidente Shimon Peres entonces le pedirá a éste que forme un gobierno. A partir de entonces, se tendrá un máximo de seis semanas para construir una nueva coalición. Si fracasan las gestiones, se tendrán que convocar elecciones generales dentro de 90 días.
No es improbable que Olmert pueda ocupar aún el cargo por otros seis meses, ya que deberá encabezar el gobierno de transición a partir de su renuncia y hasta que sea formado el nuevo gobierno.
En su discurso el miércoles, Omert dijo confiar en que existía una "amplia base pública" para un nuevo gobierno liderado por el Kadima, y expresó su deseo de que sea formado "en un corto plazo".
Sin embargo, dado que los partidos clave en una futura coalición mantienen diferencias cruciales sobre el proceso de paz y tienen demandas presupuestales opuestas, no hay garantías de que el nuevo líder del Kadima tenga éxito.
El ultrarreligioso partido Shas quiere que el gobierno reestablezca asignaciones para niños y niñas que fueron canceladas por el anterior gobierno del primer ministro Ariel Sharon, pero el Partido Laborista se opone.
Y, mientras los laboristas apoyan con entusiasmo las iniciativas de paz, los miembros del Shas rechazan cualquier concesión a los palestinos y a los sirios.
"Ciertamente hay posibilidades de formar una coalición", dijo a IPS el legislador Otniel Schneller, del Kadima, firme partidario de Olmert.
"La gran duda sigue siendo si él será capaz de hacer que se apruebe el presupuesto. Mientras la economía mundial tambalea, tenemos que mantener firme el presupuesto, y eso dependerá de si un partido como el Shas lo entiende", sostuvo.
Pero Orlev es más escéptico. "La posibilidad de formar un nuevo gobierno es muy escasa", dijo a IPS. "El aroma a elecciones ya está en el aire, y por eso en las negociaciones para una coalición ningún partido quiere hacer concesiones. Eso se debe a que saben que las elecciones están a la vuelta de la esquina, y no serían bien juzgados por el electorado si lo hacen", indicó.