Susan Schwab, la representante de Comercio de Estados Unidos, comenzó la negociación en la OMC con una apertura al estilo del gambito de dama del ajedrez, la variante que suele anticipar en el tablero una estrategia dura.
La negociadora estadounidense anunció este martes que su país ofrece reducir a un tope de 15.000 millones de dólares el monto anual de la ayuda interna global causante de distorsiones al comercio (AGDC).
La AGDC reúne distintas formas de apoyo económico a los agricultores, que contrarían los principios del libre comercio. Esas formas crudas de proteccionismo reciben en la OMC (Organización Mundial del Comercio) las eufemísticas denominaciones de cajas ámbar y azul y "de minimis".
La caja ámbar comprende las ayudas que alteran los precios internacionales y también los volúmenes producidos. La caja azul se ocupa de los pagos directos en casos de limitaciones de producción o de superficies y rendimientos. La categoría de "de minimis" se refiere a apoyos internos en cantidades insignificantes.
Estados Unidos está autorizado actualmente a destinar 48.000 millones de dólares por año para costear esas tres formas de proteccionismo agrícola AGDC. En 2005 se declaró dispuesto a reducir ese monto a 22.500 millones y hace un año, en junio de 2007, bajó la oferta hasta 17.000 millones de dólares.
[related_articles]
El borrador de un acuerdo para la liberalización del comercio agrícola, dentro de la negociación de la Ronda de Doha de la OMC, habla de reducciones de la AGDC de entre 66 y 73 por ciento. Así, las subvenciones de Estados Unidos por ese concepto oscilarían entre 13.000 millones y 16.400 millones de dólares.
Pero a causa del aumento pronunciado de los precios de los productos básicos, incluidos los agrícolas, el fisco estadounidense apenas necesitó emplear 11.000 millones de dólares en 2006 y 7.000 millones en 2007 para sufragar esas formas de subvenciones.
La diferencia entre el monto autorizado por los acuerdos multilaterales de comercio y las sumas realmente devengadas recibe el nombre de "agua" en la jerga de la OMC.
En consecuencia, entre los 7.000 millones del año pasado y los 15.000 que ofreció Schwab, hay unos 8.000 millones de dólares o de "agua".
Con esas cifras y a causa del reciente aumento mundial de precios de los alimentos, la suma de 15.000 millones de dólares no representa reducción alguna, dedujo el experto paquistaní Aftab Alam Khan, que representa a la organización no gubernamental ActionAid.
De hecho, la oferta es "un insulto" a los agricultores pobres de todo el mundo que durante años han sufrido las consecuencias de las importaciones de alimentos a bajo precio procedentes de Estados Unidos, comentó Khan a IPS.
Esa oferta significa que Estados Unidos no va a tener que reducir "ni un centavo" las subvenciones que otorga, apuntó Jeremy Hobbs, director ejecutivo de la organización humanitaria y de desarrollo Oxfam Internacional.
Pero el pliego presentado por Schwab contiene además una condición, pues reclama que la oferta sea correspondida por propuestas más ambiciosas de otros países en acceso a mercados, con lo que se refiere básicamente a los aranceles que pesan sobre las exportaciones agrícolas e industriales de Estados Unidos.
"Eso es absurdo", reaccionó Carin Smaller, que representa en Ginebra al Instituto de Políticas de Agricultura y Comercio (IATP, por sus siglas en inglés).
Para Khan, con esa exigencia Estados Unidos pretende exceptuar sus subvenciones agrícolas de cualquier acción legal futura en la OMC.
"Reclamar esa especie de inmunidad equivale a admitir las intenciones de violar las normas en el futuro. Eso suma el insulto a la injuria", dijo Hobbs.
En cambio, un portavoz de la Unión Europea, Peter Power, consideró razonable la oferta de Schwab, si bien opinó que Estados Unidos puede llegar aún más lejos en ese terreno e insinuó que una oferta más ambiciosa puede depender de la evolución de las negociaciones.
La representante estadounidense transmitió su propuesta a los ministros de unos 35 países que han llegado a Ginebra con la intención de reflotar las negociaciones de Doha, iniciadas hace casi siete años y retrasadas por las diferencias que separan a países ricos y pobres.
Las sesiones, iniciadas el lunes y programadas por lo menos hasta este sábado, deben entrar desde este miércoles en la zona más densa de las negociaciones, cuando empiecen a barajarse números.
Una de las posibilidades de apresurar la convergencia entre los 153 estados partes de la OMC sería la redacción, presumiblemente por parte del director general de la institución, Pascal Lamy, de un borrador de acuerdo. Ese documento sería distribuido el viernes a los delegados.
Lamy estimó que dicho borrador podría basarse en los dos textos, varias veces reformados, de proyectos de acuerdos para agricultura y bienes industriales o acceso a mercados de productos no agrícolas (NAMA, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, el director de comercio internacional de la cancillería argentina, Néstor Stancanelli, refutó a Lamy pues entendió que el texto de NAMA no es apropiado a causa de que ignora las posiciones negociadoras de los países en desarrollo.
Agricultura y NAMA son los temas clave de la Ronda de Doha. Por tanto, sus modalidades, o los parámetros de esas negociaciones, deberán estar aprobadas antes de fines de julio si se pretende cerrar la ronda cuando termine 2008, incluyendo los acuerdos para asuntos como servicios, propiedad intelectual y normas de la OMC, entre otros.
La partida, que en los hechos inició Schwab con ese gambito conservador, debe progresar aceleradamente en el resto de esta semana, una vez que se conozca la defensa elegida por los países en desarrollo.