AMBIENTE-ALEMANIA: Crece debate nuclear

La confirmación de que ha habido fugas de agua radiactiva de un depósito subterráneo para desechos nucleares en Alemania desde hace dos décadas fue otro golpe a la idea de que centrales atómicas pueden incrementar la generación de electricidad de forma segura y reducir las emisiones contaminantes.

Las fugas radiactivas en el depósito Asse II, cercano a Braunschweig en Baja Sajonia, unos 225 kilómetros al suroeste de Berlín, fueron descubiertas en 1988. El estatal Instituto Helmholtz de Investigaciones Científicas, que opera ese sitio, finalmente admitió oficialmente su existencia el 16 de junio, bajo presión de la prensa alemana.

El portavoz del Instituto, Heinz-Joerg Haury, dijo al diario Sueddeutsche Zeitung que los investigadores "no consideran que esas fugas justifiquen una declaración a la prensa". "No tenemos la impresión de que el público estaría interesado en saber que está fluyendo agua salada radiactiva en Asse II", dijo.

El lugar, otrora una mina de sal, es el depósito de desechos nucleares más antiguo de Alemania. Comenzó a usarse con ese fin en 1967, en base a la hipótesis científica de que constituía la estructura geológica más adecuada para almacenar residuos radioactivos.

Pero en 1988 comenzaron las pérdidas de agua con alta concentración de sal y radiactiva a través de las paredes de la mina. El operador del sitio jamás informó al público.
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Oficialmente, Alemania tiene cuatro depósitos para desechos nucleares, Asse II incluido. Otros dos, Gorleben y Morsleben, también son minas de sal abandonadas, mientras que el restante, Schacht Konrad, también ubicado en Baja Sajonia, fue una mina de hierro.

No se ha encontrado hasta el momento una solución definitiva para la disposición de los desechos nucleares, que permanecen altamente radioactivos durante siglos.

Francia continúa depositando miles de toneladas de residuos altamente radioactivos en su centro de reprocesamiento de La Hague, en la costa de Normandía, cerca del Canal de la Mancha.

En Alemania, operadores de plantas nucleares han estado utilizando a Gorleben, unos 150 kilómetros al noroeste de Berlín, como sitio de almacenamiento "temporal", hasta tanto el gobierno decida si, por sus características geológicas, es apto como "basurero nuclear" permanente.

Morsleben fue el depósito de materiales radioactivos de la desaparecida República Democrática Alemana, antes de la reunificación del país en 1990. Ahora está siendo desmantelado. Asse II es considerado oficialmente como un "sitio de investigación".

A junio de 2008, se habían acumulado allí 80.000 litros de solución salina radiactiva, que supera el límite aceptable de radioactividad en ocho veces. Los han bombeado a un nivel más profundo, pero igualmente alrededor de 30 litros continúan filtrándose diariamente.

En Alemania, el límite máximo de radiactividad para materiales almacenados a cielo abierto es de 10.000 Becquerel por kilogramo. El Becquerel es la unidad que mide la actividad radiactiva, igual a una desintegración por segundo (un cambio en el núcleo de un átomo no estable, que puede transformarse en otros emitiendo partículas).

El Cesio 137, el elemento químico que vuelve radiactiva el agua salada de Asse II, se produce por la detonación de armas nucleares o como subproducto de la actividad de las plantas atómicas. El accidente en la central de Chernobyl, en 1986, lanzó ese material a la atmósfera.

Según el Instituto Helmholtz, el Cesio 137 detectado en Asse II "habrá perdido su radiactividad en 90 años. Hasta entonces, la solución salina que lo contiene se encuentra a 950 metros de profundidad y en condiciones seguras", dijo Haury a la prensa.

Pero muchos expertos no están tan seguros.

"Si la solución salina entra en contacto con los desechos radiactivos puede provocar reacciones químicas incontrolables", advirtió a IPS Rolf Bertram, profesor emérito de físico química de la Universidad de Braunschweig.

Para el geólogo Wolfgang Kreusch, las fugas en Asse II constituyen razón suficiente para reconsiderar el almacenamiento de desechos radiactivos en minas de sal.

Kreusch, asesor científico de la aldea de Wolfenbuettel, que se encuentra a menos de 10 kilómetros de Asse II, dijo a IPS que "las emisiones de calor pueden recalentar las paredes rocosas de las minas, causar tensiones en la estructura de la sal y provocar filtraciones".

Esto, agregó, es "lo peor que puede ocurrir en un sitio para el almacenamiento 'definitivo' de residuos altamente radioactivos".

Los empleados que trabajan en Asse II dicen que la mina se encuentra en peligro. Gerd Hensel, gerente de proyectos del Instituto Helmholtz, admitió ante habitantes de la zona que algunos pilares de la mina podrían resquebrajarse.

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