Han pasado meses y aún recibe llamadas sospechosas en su teléfono celular. A Chucho, como le llaman sus amigos, los recuerdos de una mujer que lo amó demasiado le afloran cada vez que ve la serial brasileña que se transmite por estos días en el horario estelar de la televisión cubana.
"Cuando supo que me quería separar, comenzó a acosarme enloquecidamente: estaba pendiente de todos mis movimientos, me llamaba al móvil a todas horas, y me acosaba sexualmente y, al ver mi rechazo, las circunstancias empeoraban hasta llegar a la violencia", contó este joven de 25 años a IPS.
Chucho se ve todo el tiempo reflejado en la historia de Eloisa y Sergio, una de las tantas parejas de la telenovela "Mujeres Apasionadas" que se transmite tres veces por semana en Cubavisión, uno de los cuatro canales con alcance nacional que tiene la televisión estatal de este país, y que siguen millones de espectadores.
Eloisa vive el drama de reconocerse "una mujer que ama demasiado" y puede llegar al extremo de casi matar a su esposo, Raquel no sabe cómo librarse de un esposo violento, Helena coloca todas sus esperanzas en el rescate de una pasión del pasado y Lorena enfrenta las consecuencias de vivir con un joven que "podría ser su hijo".
"Las telenovelas en el mundo hispanoamericano y en particular en Cuba están ayudando a sugerir debates que por otras vías es imposible de convocar", comentó a IPS el historiador Julio César González Pagés, profesor de la Universidad de La Habana y coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades.
"Temas como el sida, la diversidad sexual y la marginalidad han sido reflejados con mayor vehemencia que otros destinados a la alta cultura. También la relación entre hombres y mujeres es importante, sobre todo por que ya en muchos casos pasan de la época en que el amor seguía el paradigma de Romeo y Julieta", añadió.
"Mujeres apasionadas" toca, entre tramas y subtramas, una amplia variedad de asuntos de alcance social como la violencia de género, el alcoholismo en la mujer, el amor en una pareja de lesbianas adolescentes y su relación con la familia, el acoso sexual, la prostitución y la adopción.
Sin embargo, aunque aparece lo que podría llamarse un lenguaje "políticamente correcto", la periodista cubana Isabel Moya piensa que "en una gama tan grande de asuntos es prácticamente imposible profundizar y muchos son tratados de manera más bien superficial, sin honduras". "La telenovela tiene como pecado original que las mujeres viven, respiran y existen por su relación de pareja, el resto es pura escenografía", señaló la presidenta de la Cátedra de Género y Comunicación del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, con sede en La Habana.
"El título lo deja claro, pero el desarrollo de la trama está demasiado centrado en la pasión, y el concepto del amor remite mucho a la posesión, al control a la media naranja, como complementariedad y muy poco como un espacio de placer, y afecto compartido entre dos seres humanos independientes", dijo a IPS. Por otro lado, añadió la también directora de la estatal Editorial de la Mujer, "esa rica diversidad de personas que se ven en las fotos de la presentación de la novela no tienen nada que ver con las familias de clase media y media alta, alrededor de las cuales se centran los principales conflictos".
Pero, independientemente de los matices o ausencia de ellos, el fenómeno que se produce en esta isla caribeña con estas opciones televisivas está siendo visto por profesionales, tal el caso de González Pagés, como un buen punto de partida para impulsar determinados debates necesarios en la sociedad cubana.
Así sucedió anteriormente con la telenovela cubana "La cara oculta de la luna", que abordaba temas como el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) y la bisexualidad, y podría volver a suceder ahora si se sabe aprovechar la coyuntura.
Como siempre sucede con las telenovelas cubanas, los capítulos son vistos por la mayoría de la población, se convierten en conversación habitual en las filas del mercado, en el transporte público y llega un momento en que casi es imposible entender determinadas cosas si no se está al tanto de la vida y milagro de cada personaje.
"En Cuba, si quieres saber de qué se habla tienes que ver la telenovela. Es más, puedes ir por una esquina y que un hombre te grite el nombre de un personaje. Si no estás al tanto, no sabes si te están ofendiendo o diciendo el piropo más lindo del mundo", comentó a IPS Georgina Torriente, periodista que colabora con una emisora radial.
A diferencia de otros países donde puede haber canales de televisión por cable que transmiten telenovelas todo el día, la población local apenas disfruta del espacio nocturno de una telenovela diaria, en el cual desde hace años alternan una nacional y otra extranjera, generalmente brasileña.
Otros espacios de telenovelas se han abierto en canales provinciales, con mucho menor alcance, o en horarios de madrugada, donde se reponen seriales ya transmitidos de alta demanda. "La gente sigue estos espacios y muchas cosas de la vida cotidiana giran y se planifican alrededor de ellos", describió Torriente.
"Muchos estudiosos de la telenovela afirman que los receptores establecen un diálogo entre lo que ven y lo que viven y, en ese sentido, el abordaje de temas como los que están apareciendo pueden ayudar a debatir al interior de la familia", opinó Moya, también presidenta de la cátedra de Género y Comunicación del Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Para González Pagés, a la hora de promover debates sobre los temas de equidad "todos los espacios son validos incluyendo las mal vistas telenovelas".
"Aunque somos un país que tiene excelentes leyes que protegen a las mujeres en las relaciones de parejas, quedan muchas costumbres patriarcales que son validadas desde la cultura. Este espacio serviría para hablar de violencia, sexualidad lésbica, alcoholismo y otros temas que muchas veces no sabemos como abordarlo", sostuvo el historiador.