Cuando el sol cae sobre el mar Mediterráneo, los pescadores de Gaza parten en sus barcos para recoger las redes con las capturas del día: caballa, sardinas y salmonetes, que se venden en los mercados callejeros. Pero bajo la presión militar israelí se hace cada vez más dificultoso para ellos ganarse la vida.
El bloqueo impuesto por Israel en junio de 2007, con el objetivo de aislar al Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), que el año pasado tomó por las armas el control del territorio luego de haber triunfado en las elecciones parlamentarias de 2006, derivó en una severa escasez de combustible y en el colapso prácticamente total de la infraestructura económica.
Las fábricas se vieron forzadas a cerrar y las exportaciones cesaron a causa del bloqueo. El suministro de electricidad en Gaza es intermitente y las plantas de tratamiento de residuos cloacales debieron reducir su actividad o directamente abandonarla.
En consecuencia, millones de litros de desechos sin tratar son arrojados al mar, creando serios riesgos sanitarios en un momento en el que los hospitales sufren de falta de medicinas y equipos a causa del bloqueo israelí.
La escasez de combustible se agravó en los últimos meses y ahora los palestinos usan el aceite en el que cocinaron el tradicional falafel —croquetas de porotos y habas— o gas licuado, normalmente empleado en las cocinas, en sus automóviles, generadores y motores eléctricos.
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Ya casi no se ven automóviles en las calles de Gaza, que solían estar atiborradas de ellos. Para quienes pueden comprar gasolina las colas son largas y el gobierno de Hamas impone un estricto racionamiento.
Los efectos devastadores del bloqueo económico se sienten en todos los sectores y el pesquero no es la excepción.
Mohammed Matar, un pescador que vive en el campamento de refugiados de Nuseirat, no tiene combustible para el pequeño motor de su barco. Es muy dificultoso encontrar repuestos y hasta resulta casi imposible conseguir redes a un precio razonable en Gaza.
Matar enfrenta serios problemas para mantener a su familia, agravados por las severas restricciones impuestas por Israel. Los barcos de los pescadores son hostigados por buques y helicópteros de ataque israelíes si se alejan más de 12 kilómetros de la costa.
"Vengo todas las madrugadas a las 2.30 para salir con mi barco a recoger las redes, con la esperanza de que estén repletas de pescado. Vuelvo a arrojarlas por la tarde, a las 17.30 y otra vez a las 22.30. Es una vida dura. Todo depende del clima y de los israelíes, que a veces prohíben que los pescadores salgan al mar", relató a IPS.
"Forma parte de su política en Gaza y mencionan 'razones de seguridad' como excusa. Si nos permitieran salir a aguas internacionales, podríamos pescar atún, róbalo y otras especies grandes, lo que sería muy lucrativo para nosotros", señaló Matar.
La industria pesquera de Gaza generaba casi 10 millones de dólares anuales antes de la imposición del bloqueo. Ahora se está hundiendo.
La médica y activista por los derechos humanos Mona al-Farra, de la Media Luna Roja palestina, dijo a IPS que la economía de Gaza ha estado históricamente centrada en torno de la actividad pesquera.
"Eso es parte del pasado. Si los pescadores necesitan redes, o repuestos, o si los motores deben ser arreglados, ¿qué pueden hacer? Con el bloqueo no se permite el ingreso de ningún tipo de mercaderías. En estos días es casi imposible ganarse la vida. La política israelí afecta directamente a 8.000 pescadores y, en total, a 40.000 personas, contando a las familias que dependen de esta industria", agregó.
En Gaza viven 1,5 millones de palestinos, condenados a un desastre humanitario, dijo al-Farra. Israel, agregó, sólo permite el paso del mínimo imprescindible de combustible y suministros, para entonces comenzar una nueva ola de restricciones.
"La psicología de las personas ha cambiado muchísimo. Es desmoralizante para los pescadores no poder realizar su actividad", señaló al-Farra.
"Ayudamos a Matar a comprar un nuevo barco y suministros, pero resulta caro. Quiero ayudar a todos los ciudadanos de Gaza a trabajar independientemente y no depender de la ayuda del exterior. Si sólo cuentan con eso es completamente desmoralizante. Este es uno de los objetivos de Israel: hacer que los palestinos dependan de las migajas que les otorgan", aseguró.
A pesar de las condiciones adversas, Matar explicó a IPS por qué continúa con su actividad día tras día. "A veces nos encontramos con delfines en el mar. Ellos vienen y juegan con nosotros. No son un peligro. Amo sentarme en la plaza y mirar las olas. El mar me enseña a ser paciente", afirmó.