La cultura del vino en la región libanesa de Chouf, al sudeste de Beirut y vecina de conocidos bastiones del movimiento islamista chiíta Hezbolá, presenta la paradoja de su pacífica coexistencia con los seguidores del Partido de Dios y la abstinencia al alcohol que es parte inseparable de sus creencias.
Los pinos adornan las magníficas laderas montañosas que separan a la zona meridional de Líbano de Chouf, en la aldea de Jezzine. Entre los arbustos, lozanas vides, de hojas verde esmeralda, transmiten la promesa de una futura vendimia a medida que las uvas comienzan a tomar forma y crecer en las retorcidas ramas.
Las prolijas filas de vides incluyen diversas variedades: syrah, merlot y cabernet sauvignon entre ellas. "Líbano tiene la bendición de una pareja cantidad de sol y lluvia cada año, que han permitido en gran medida que nuestro país sea muy apto para la producción de vinos", señaló Habib Karam, socio de la bodega Karam.
Los libaneses comenzaron a elaborar vino hace 5.000 años. Sus ancestros, los fenicios, fueron los primeros en exportarlo, incluso hasta las lejanas costas mediterráneas de Grecia e Italia.
La actividad registró una fuerte expansión a partir de 1857, cuando monjes de la aldea de Ksara en el valle de la Bekaa, al oriente de Beirut, comenzaron a cultivar nuevos varietales que habían importado de Argelia, en esa época una colonia francesa que era la segunda productora mundial de vinos, sólo detrás de la metrópoli.
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Karam examina las viñas bajo el quemante sol. En el fondo se recorta el Monte Safi, parte de la cadena montañosa que se alza al norte del río Litani, con su blanca y rocosa cumbre brillando al sol.
Desde la guerra de 2006 entre Israel y Hezbolá, y el posterior despliegue al sur del Litani de las tropas de la Fuerza Interina de la Organización de las Naciones Unidas en Líbano, las operaciones de la milicia islamista se han vuelto muy dificultosas, si no imposibles, lo que la llevó a construir fortificaciones en las cumbres que rodean Jezzine.
Karam, sin embargo, afirma que Hezbolá jamás ha interferido con sus actividades, que se han estado expandiendo desde que las inició en 2003. Actualmente, sus viñedos se extienden por 7,5 hectáreas y producen 55.000 botellas de vino por año.
El bodeguero eligió una zona apartada del área tradicionalmente identificada con la viticultura, en el valle de la Bekaa. "Me pregunté qué haría que la gente comprara mi vino, qué me diferenciaría realmente de los demás. Decidí elaborar un vino que pudiera ser distinguido de los otros, algo que sólo era posible si plantaba mis vides fuera del valle de la Bekaa", relató.
Sus viñedos se encuentran en diferentes aldeas en torno de Jezzine, como Roum y Bisra. Al mirar el pintoresco paisaje es difícil imaginar que el área fue escenario de la guerra de 2006 entre Israel y Hezbolá. Las vides están rodeadas de flores silvestres rosadas y anémonas rojas.
"A pesar de los combates y de que los israelíes tomaban como blanco a todo vehículo sospechoso, pude irrigar mi tierra. Tenían aviones volando sobre la región, pero afortunadamente nunca atacaron. Supongo que querían asegurarse de que no realizábamos ninguna actividad sospechosa", señaló Karam.
Miembros de Hezbolá se pusieron en contacto con el bodeguero durante el conflicto para preguntarle si necesitaba ayuda para regar sus viñedos.
A medida que la guerra se prolongaba, los productores de vino de todo el país se preocuparon por el destino que correría la vendimia de otoño (boreal), pero el conflicto finalizó el 14 de agosto y las primeras uvas blancas fueron recogidas el 18 de ese mes.
Dos años después de la guerra, la producción de vinos se encuentra a pleno. Pero el siempre cambiante clima político puede plantear obstáculos en el futuro. Las conversaciones entre Israel y Siria, sobre la hipotética devolución de las Alturas del Golán, capturadas a Damasco durante la Guerra de los Seis Días de 1967, es una fuente de preocupación.
"En las Alturas del Golán se puede producir vino de excelente calidad, comparable a la de los libaneses. Si Siria recupera esa zona, podría representar una seria competencia para los nuestros", señaló Karam.
Mientras el sol se pone sobre sus viñedos, algunas explosiones se escuchan a la distancia, de origen desconocido, ya que Hezbolá ha prohibido el ingreso de fuerzas de seguridad. Sin embargo, el vino continúa fluyendo.