El año pasado, en el mismo foro, lo abuchearon. Pero una ovación rubricó el discurso que pronunció este miércoles el hoy candidato opositor a la presidencia de Estados Unidos, Barack Obama, ante la principal organización judía de su país.
Obama exhibió una renovada confianza ante el Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel (AIPAC), pues el día anterior se había asegurado la candidatura del Partido Demócrata, aunque su rival en la puja, la también senadora Hillary Rodham Clinton, aún no admitió la derrota.
El senador por Illinois habló inmediatamente antes que su par por Nueva York y esposa del ex presidente Bill Clinton (1993-2001), y expuso su flamante plataforma sobre Medio Oriente: diálogo y diplomacia desde una posición de fuerza para alcanzar la paz.
Se trata de criterios tradicionalmente rechazados por la mayoría de los miembros de AIPAC, considerado el más influyente grupo de presión en materia de política exterior de Estados Unidos, históricamente escéptico respecto del diálogo entre Israel y sus vecinos árabes.
"Una paz segura y duradera beneficiaría los intereses de Israel, los de Estados Unidos, los del pueblo palestino y los del mundo árabe. Como presidente, trabajaré para ayudar a Israel a alcanzar la meta de dos estados, uno judío en Israel y otro palestino, viviendo juntos con paz y seguridad", dijo Obama.
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"Y no esperaré hasta los últimos días de mi presidencia", agregó, en clara alusión al presidente George W. Bush, un favorito de AIPAC por su apoyo incondicional al hoy agonizante primer ministro Ariel Sharon. La audiencia rompió en un aplauso frente a esta declaración.
La conferencia anual de AIPAC es una prueba de lealtad a la causa israelí para funcionarios gubernamentales y dirigentes políticos de alto nivel en Estados Unidos.
Los visitantes suelen manifestar en sus discursos su apoyo unánime a lo que, según la mayoría de AIPAC, constituyen los intereses de Israel. Sin embargo, esa concepción contradice con frecuencia las políticas del propio gobierno y la opinión pública de ese país.
Pero el discurso de Obama rompió, en muchos sentidos, con ese enfoque tradicional. El candidato demócrata se dedicó a alentar a AIPAC a apoyar sus posiciones, más que a adherir a las ideas que la organización judía le sugiere.
Y, a pesar de los aplausos, la página web de la organización no destaca el discurso de Obama: el miércoles, a la cabeza del sitio figura la intervención de la presidenta de la Cámara de Representantes, la también demócrata Nancy Pelosi.
Las páginas siguientes del sitio de AIPAC reseñan el discurso del primer ministro israelí Ehud Olmert, la secretaria de Estado (canciller) estadounidense Condoleezza Rice, el del candidato presidencial del gobernante Partido Republicano John McCain —pronunciado el martes— y diversos expertos.
"El discurso (de Obama) fue muy diferente en tono y en sustancia del de cualquier otro orador en la conferencia", dijo Trita Parsi, director del Consejo Nacional Iraní-Estadounidense.
"Lejos de eludir el asunto, expuso con fuerza sus argumentos. Dijo que la diplomacia beneficiará no solo los intereses de Estados Unidos, sino también la seguridad israelí", según Parsi
Mientras buena parte de la conferencia se dedicó a destacar la supuesta amenaza que representa Irán para Israel —como lo hizo McCain—, Obama recomendó a Israel un curso a seguir para avanzar en la causa de la paz con Palestina.
"Israel puede dar más libertad de movimientos a los palestinos, mejorar las condiciones económicas de Cisjordania y abstenerse de construir nuevos asentamientos (judíos en territorios árabes ocupados), como ya se comprometió a hacerlo con (el gobierno de) Bush", dijo.
Obama también mostró su apoyo a las negociaciones indirectas de paz con la vecina Siria, con mediación de Turquía. McCain ni siquiera mencionó el asunto en su discurso del lunes.
El candidato demócrata dijo no hacerse ilusiones con un eventual diálogo con Irán, país percibido como principal enemigo por la mayoría de la dirección de AIPAC. Pero advirtió que, de todos modos, restaurará la vía diplomática como herramienta para alcanzar el éxito, y no sólo para evitar un "fracaso".
"Nuestra voluntad de seguir la vía diplomática hará más fácil que otros se unan a nuestra causa. Si Irán no cambia el rumbo, quedará claro ante el pueblo de Irán y ante el mundo que el régimen es el responsable de su propio aislamiento" internacional, explicó.
"Le presentaremos opciones claras. Si abandona sus peligroso programa nuclear, su apoyo al terrorismo y sus amenazas a Israel, habrá incentivos significativos, incluido el levantamiento de sanciones e integración política y económica con la comunidad internacional. Si no lo hace, elevaremos la presión", alertó.
Mientras, McCain mantuvo el lunes ante el mismo auditorio la retórica belicosa de Bush, y llegó a burlarse de la voluntad de Obama por comprometer a Irán con el diálogo diplomático.
"Este espectáculo perjudicaría a los moderados y disidentes de Irán, pues los radicales y los de línea dura fortalecerán sus posiciones y adquirirán repentinamente la apariencia de respetabilidad", sostuvo el candidato republicano.
De todos modos, el discurso de Obama incluyó algunas guiñadas para la tribuna. "Jerusalén debe seguir indivisa en su carácter de capital de Israel", afirmó.
Aun el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, rechazó cualquier acuerdo definitivo con Israel que no implique, al menos, que su nación comparta la ciudad con el estado judío.
Mientras, en su discurso ante AIPAC, Hillary Rodham Clinton avanzó un paso hacia la admisión del triunfo de Obama, pero evitó referirse a su contrincante dentro del Partido Demócrata como candidato. Según diversas versiones, reconocerá su derrota esta semana
"Digámoslo con claridad: sé que el senador Obama será un buen amigo de Israel", dijo. La afirmación parecía destinada a granjearle al candidato el apoyo de la comunidad judía estadounidense.
A lo largo de las elecciones primarias, Clinton logró mejor votación que Obama entre los votantes judíos, en particular entre los de mayor edad, que suelen acudir a las urnas en mayor proporción que los jóvenes.
Los judíos constituyen apenas tres por ciento de la población del país, pero se concentran en estados clave para las elecciones como Florida, Nueva Jersey, Pennsylvania y California.
Los aportes financieros de judíos representan 20 por ciento de los fondos electorales republicanos y 40 por ciento de los demócratas, según un estudio de Forward, la publicación de esta comunidad de mayor circulación en Estados Unidos.