EEUU-IRÁN: Los legisladores tienen la llave del diálogo

La abogada iraní Shirin Ebadi, premio Nobel de la Paz, considera que Estados Unidos y su país deben mantener un diálogo en tres niveles: entre sus gobiernos, entre representantes de la sociedad civil y entre los legisladores.

Un simpatizante de Lariyani adornó su motocicleta con la foto del candidato en las elecciones de 2005. Crédito: Shahran Sharif/flickr (Creative Commons)
Un simpatizante de Lariyani adornó su motocicleta con la foto del candidato en las elecciones de 2005. Crédito: Shahran Sharif/flickr (Creative Commons)
Pero el gobierno de George W. Bush se opone a mantener contacto directo con funcionarios iraníes, mientras que su Fondo para la Democracia en Irán dificultó el intercambio entre organizaciones de la sociedad civil, según activistas de derechos humanos.

Sin embargo, la imposibilidad de abrir un diálogo entre parlamentarios de los dos países es responsabilidad, en buena medida, de Teherán.

Ahora soplan nuevos vientos. El flamante presidente del parlamento iraní, Alí Lariyani, fue el negociador con Occidente sobre el programa nuclear de su país y renunció a ese cargo por su oposición a la inflexible posición del presidente de Irán, Mahmoud Ahmadineyad.

La elección al cargo parlamentario de Lariyani, un ex "halcón" convertido en un pragmático, es interpretada como un duro golpe contra Ahmadineyad y una señal de que aumenta la impaciencia de los sectores conservadores iraníes ante a la línea dura del presidente.
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La posición más flexible de Lariyani en materia nuclear, su retórica relativamente apacible y su declarada voluntad de diálogo con Estados Unidos alimentan las especulaciones: si se presenta como candidato presidencial en las elecciones de marzo de 2009 y derrota a Ahmadineyad, habrá una oportunidad de abrir la vía del diálogo político entre Washington y Teherán.

Pero aun si continúa presidiendo la legislatura, Lariyani tendrá posibilidades de desarrollar una diplomacia parlamentaria sin precedentes.

Hubo muchos intentos para conectar a legisladores de ambos países. La voluntad de iniciar ese diálogo y la disposición a aceptar los riesgos políticos implícitos ha sido, sin embargo, mucho más marcada en Estados Unidos.

En septiembre de 2000, varios congresistas estadounidenses asistieron a una reunión en el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York, a la que estaban invitados presidentes de parlamentos de varios países.

La intención era dialogar con quien entonces presidía la legislatura iraní, Mehdi Karroubi, quien asistía a la Cumbre del Milenio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la apertura de la sesión anual de la Asamblea General del foro mundial.

Además de varios congresistas estadounidenses de peso, asistió Malcom Hoenlein, alto representante de la Conferencia de Presidentes de las Organizaciones Judío-Estadounidenses. La delegación iraní incluyó al único legislador judío del parlamento de ese país.

Entre los asuntos discutidos figuró una propuesta estadounidense para incrementar el intercambio formal entre las dos legislaturas. Los iraníes jamás se comprometieron con firmeza.

En octubre de 2001, pocas semanas después de los atentados terroristas del 11 de septiembre contra Nueva York y Washington, un puñado de congresistas estadounidenses, encabezados por el senador Arlen Specter, invitaron al entonces de Irán en la ONU, Hadi Neyad-Hosseinian, a una cena privada en el Senado.

Fue la primera visita de un diplomático iraní de alto rango al Capitolio, sede del Congreso legislativo de Estados Unidos en Washington, desde la Revolución Islámica de 1979.

Entre los comensales estaba la nuera del embajador Hosseinian, una ciudadana estadounidense. Aunque el diplomático no se reunió con ningún funcionario del gobierno de Bush, la cena no podría haber tenido lugar sin la luz verde del Poder Ejecutivo. Los iraníes jamás retribuyeron la invitación.

En agosto de 2003, un legislador del gobernante Partido Republicano y un alto funcionario del opositor Partido Demócrata en el Senado se reunieron en una capital europea con funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores iraní.

Aunque actuaron con independencia del gobierno de Bush, el Poder Ejecutivo estadounidense confiaba en que legisladores iraníes participaran en el cónclave para incrementar el intercambio parlamentario oficial. Pero ningún congresista iraní se hizo presente.

En enero de 2004, el gobierno de Bush autorizó una segunda invitación a una cena en el Congreso a un embajador de Irán en la ONU.

El diálogo con el diplomático Javad Zarif se concentró en la situación en Afganistán e Iraq y en la necesidad de cooperación entre Estados Unidos e Irán, pero también sobre la propuesta de una visita a Teherán de funcionarios del Congreso estadounidense, como preludio a un viaje de una delegación de legisladores.

Aunque los preparativos se pusieron en marcha y estaba prácticamente todo listo para el viaje, los iraníes retiraron la invitación a último minuto alegando circunstancias políticas internas.

Sin embargo, los legisladores estadounidenses no dejaron de extender invitaciones a sus pares iraníes. En 2007, un senador de peso del Partido Demócrata hizo arreglos para que el embajador Zarif visitara el Senado y se reuniera con una docena de los senadores más influyentes.

Unos meses más tarde, varios congresistas estadounidenses invitaron, a través de la representación de Irán en la ONU, al presidente del parlamento de ese país, ofreciendo un diálogo directo entre legisladores.

Meses después, el antecesor de Lariyani como líder de la legislatura, Haddad Adel, envió una respuesta de dos páginas, en las que reiteraba las quejas de su país contra la política exterior de Washington y evitaba dar una respuesta directa a la oferta recibida.

Pero en el último párrafo dejaba abierta la posibilidad a algún tipo de intercambio, sin formular compromisos específicos.

El mayor interés de Estados Unidos en el contacto entre legisladores responde a la naturaleza del sistema de separación de poderes del Estado que rigen en este país.

No es inusual que los congresistas actúen en el terreno de la política exterior. No se trata de acciones diplomáticas sin consecuencias. El vínculo personal entre congresistas abrió las puertas a una mejor relación con países como Libia y Vietnam.

Los legisladores iraníes no gozan de esta independencia respecto del Poder Ejecutivo. Especialmente en los últimos años, el parlamento de ese país siguió los pasos de Ahmadineyad, fundamentalmente por la estrecha alianza entre Haddad y el presidente.

La tibia respuesta de Haddad a la invitación de los congresistas estadounidenses se debió a las luchas de facciones dentro del régimen, El contacto se hizo a través de la representación de Irán en la ONU, encabezada por Zarif, un adversario de Ahmadineyad.

Ahora, Lariyani es el presidente del parlamento. No sólo es un rival del presidente, aparentemente dispuesto a mellar su poder, sino alguien que a través de los años aprendió la utilidad, y necesidad, de la diplomacia.

* Trita Parsi es autor de "Treacherous Triangle — The Secret Dealings of Iran, Israel and the United States" ("Triángulo traicionero: Las relaciones secretas de Irán, Israel y Estados Unidos", Yale University Press, 2007). También es presidente del Consejo Nacional Iraní Estadounidense.

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