Uno de los pilares de la Ronda de Doha de la OMC, la liberalización de los aranceles industriales, pareció vacilar este lunes cuando el presidente de ese grupo de negociaciones, Don Stephenson, anunció la suspensión de las discusiones, luego de responsabilizar por el fracaso a los 152 Estados partes de la institución.
El canadiense Stephenson comunicó a los delegados que su intención es la de no convocar nuevas reuniones de su grupo de negociación hasta que los miembros den señales de que han alcanzado algunas convergencias.
Aunque el anuncio puede ser interpretado como una forma de ejercer presión para acelerar las negociaciones en el sector de productos industriales, es probable que tenga efectos opuestos en la Ronda de Doha, que lleva casi cuatro años de atraso con respecto a los planes originales adoptados en su lanzamiento, en noviembre de 2001, en la capital de Qatar.
El director general de la OMC (Organización Mundial del Comercio), el francés Pascal Lamy, aspira a cerrar el ciclo de Doha a fines de este año, para lo cual necesita que un acuerdo sobre los parámetros (o modalidades) de cada rubro, como agricultura, industria y servicios, entre otros, queden concertados a la brevedad, en apenas pocas semanas.
Lamy pretendió congregar a los ministros de un grupo reducido de países, unos 25, a mediados de mayo, para dar el envión final a las pausadas negociaciones. Pero los borradores de acuerdos para los dos temas fundamentales, agricultura y productos industriales, no estuvieron listos a tiempo y obligaron otra vez a postergar el encuentro ministerial.
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Finalmente, los dos documentos aparecieron el 19 de mayo aunque fueron recibidos por los negociadores con disconformidad, la causa de la inestabilidad que ahora impulsa la decisión de suspender las negociaciones de productos industriales adoptada por Stephenson.
Pero el motivo más patente de las divergencias es la brecha que separa a países ricos y pobres a la hora de defender sus intereses comerciales.
En el caso de los productos industriales, los coeficientes propuestos por Stephenson para la reducción de los aranceles determinan que las naciones ricas tendrán que efectuar cortes inferiores en comparación con los países en desarrollo.
Este aspecto vulnera el principio de reciprocidad menos que plena, ya establecido por el antecesor de la OMC, el Acuerdo General de Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por su sigla en inglés), sostienen negociadores de los países en desarrollo.
Una disposición del GATT determinaba que los países industriales no deben esperar reciprocidad en las negociaciones comerciales de reducción o supresión de los derechos de aduana y otros obstáculos al comercio de las partes contratantes poco desarrolladas, como se denominaba por entonces, en 1947, a las naciones en desarrollo.
La declaración aprobada por los ministros de Doha, cuando lanzaron la actual ronda de negociaciones, ratificó ese principio de la reciprocidad menos que plena para los países pobres.
Otra objeción de los países en desarrollo sostiene que el texto de Stephenson ignora el mandato contenido en el párrafo 24 de la declaración adoptada por la sexta conferencia ministerial de la OMC, celebrada en Hong Kong, en diciembre de 2005, que establece la obligación de llegar a un equilibrio entre las concesiones reclamadas a los países en desarrollo en productos industriales y las demandadas a los países ricos en agricultura.
Los aranceles para importaciones industriales que se exigen a los países en desarrollo son muy inferiores a los que se aceptan para las importaciones agrícolas de los países ricos, arguyen los mismos negociadores.
Por ese motivo, varios países en desarrollo, aunque con énfasis particular India y Argentina, han objetado frontalmente el borrador de Stephenson. Como contrapartida, Estados Unidos, con respaldo de Japón, ha cuestionado algunas flexibilidades que el texto concede a ciertos países en desarrollo.
Ese clima de divergencias crecientes movió al diplomático canadiense a adoptar la drástica decisión de suspender las reuniones del grupo de productos industriales.
Desde la semana pasada, muchos delegados manifestaron que el texto actual no puede ser presentado a los ministros, recordó Stephenson a los periodistas. Había numerosos temas inconclusos como para confiar a estas alturas en el éxito de una reunión ministerial, dijo.
Pero desde la semana pasada las cosas han empeorado. Ahora, algunos aspectos que estaban casi resueltos han vuelto a abrirse, ciertas posiciones extremas se han mantenido y otras, que eran todavía discutibles, se han radicalizado, describió.
En consecuencia, tenemos más cosas no resueltas, lamentó Stephenson.
"Desde mi punto de vista, nada esencial se ha resuelto en la última semana, aunque subrayo que nada se ha convenido dentro del grupo de negociaciones, no fuera de él", aclaró.
Es bien sabido que en esta clase de negociaciones es muy poco lo que ocurre dentro de los recintos formales de debates si antes no ha comenzado a ocurrir algo en otros sitios.
En ese sentido, Stephenson rescató que a fines de la semana se registraron algunos progresos en los compromisos asumidos por negociadores de alto rango llegados de algunas capitales para ocuparse del tema de aranceles industriales.
Sin embargo, el diplomático precisó que esos enviados de las capitales sólo sostienen discusiones y no negociaciones.
Stephenson reclamó responsabilidad a todas las partes y se mostró dispuesto a colaborar si los miembros requieren sus oficios para destrabar las negociaciones. "Estoy disponible para todos los miembros y en todo momento", dijo.
Finalmente, Stephenson aceptó que se sentiría muy mal si la causa del fracaso hubieran sido todas sus propuestas. "Pero no es así", enfatizó. "Lo que ha faltado es trabajo para alcanzar el consenso. Es la falta de compromiso de los Estados miembros. Es su fracaso en las negociaciones", insistió. "No es el mío, es el fracaso de los miembros", repitió.