La celeridad con que toman forma los arreglos de la reunión de ministros que la OMC ha convocado a partir del 21 de julio contrasta con el ritmo forzosamente pausado de la búsqueda de sustancia para que esa conferencia reanime la alicaída Ronda de Doha.
En el aspecto práctico ya se sabe que la conferencia dedicará sus tres primeros días al examen de las negociaciones sobre agricultura y productos industriales, los dos pilares con que la Ronda de Doha, lanzada hace siete años y medio en la capital de Qatar, echa las bases para expandir la liberalización del comercio internacional.
La agricultura y las manufacturas ocuparán la mayor parte del tiempo de los ministros porque los dos temas, y en ese orden de importancia, decidirán la suerte de las demás cuestiones y de la misma ronda en su conjunto que negocia la OMC (Organización Mundial del Comercio).
Por eso, el cuarto día queda a disposición de la negociación de servicios, un rubro que engloba actividades como construcción, distribución, comunicaciones, educación, energía, finanzas, salud, turismo, transporte y servicios profesionales y de negocios, todas de interés particular para los países industrializados.
Ese día, el jueves 24 de julio, se realizará una reunión consagrada a escuchar "las manifestaciones de interés" de las partes, vale decir que los negociadores expondrán las concesiones que sus países están dispuestos a otorgar y las pretensiones de las áreas de mercados que aspiran a obtener.
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En la quinta jornada, los ministros representarán a sus países en la sesión del Comité de Negociaciones Comerciales, el cuerpo de la OMC que se encarga de fiscalizar la marcha de la Ronda de Doha.
Ese día será decisivo porque luego de examinar los resultados de la negociación en agricultura, productos industriales y servicios, habrá lugar para adoptar decisiones sobre otras cuestiones también pendientes, como las normas, que incluyen anti dumping (medidas contra el comercio desleal) y subvenciones a la pesca, propiedad intelectual y asuntos de interés para los países en desarrollo que están pendientes de aplicación, entre otros temas.
Al cabo de ese día se sabrá con alguna certidumbre si finalmente se habrá hecho la luz para el proceso de Doha, sumido en la penumbra por numerosos plazos incumplidos desde que pasó por alto el primer término, de comienzos de 2005, fijado para su conclusión.
Sin embargo, para llegar a un final feliz, los ministros de entre 35 y 40 países invitados y los de otros estados miembros que opten por enviar representantes del mismo rango, necesitarán contenidos para nutrir los acuerdos.
Esa es la tarea que corresponde a los presidentes de comités y grupos de negociación que llevan las discusiones en cada tema. El director general de la OMC, Pascal Lamy, les advirtió el miércoles, cuando anunció la reunión ministerial, que a mediados de la semana venidera deberían congregar a los representantes de los 152 países miembros de la institución, para reanudar las negociaciones plenas.
Donald Stephenson, presidente del grupo de negociaciones sobre acceso a mercados de productos no agrícolas (NAMA, por sus siglas en inglés), como también se llama a los bienes industriales, dijo no estar aún seguro de cuándo podrá convocar a las partes.
"Todo dependerá de mis discusiones con los delegados y también de que yo considere que ya estamos listos", confió Stephenson. "Eso significará que estaremos prontos para hacer progresos en las cuestiones que se debaten, y por ese motivo sostengo tantos encuentros bilaterales y reuniones de grupos pequeños", aseveró.
Stephenson habló con IPS luego de concluir, este jueves, una reunión de la que participaron los jefes negociadores de Brasil, India, Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y Japón, entre otros.
Algunas de las reuniones son planeadas de antemano, pero otras surgen espontáneamente, con la intención de abordar un solo tema por vez. El mismo método se extenderá hasta la semana próxima, cuando "espero volver a llamar a todos los negociadores", dijo.
En un gesto inesperado, el presidente del grupo de NAMA había suspendido las negociaciones en bloque el 2 de junio, luego de declararse decepcionado por la falta de progresos.
Ahora, en cambio, cree que se han registrado avances en los últimos días y "en general desde que suspendí los trabajos". Sin embargo, "aún tenemos que resolver otros temas para obtener un borrador de acuerdo útil para los ministros", reconoció.
Uno de los progresos descriptos por Stephenson ha sido la convergencia para establecer la duración del período de aplicación del eventual acuerdo sobre NAMA. Los países industriales dispondrán de cinco años luego de la adopción del convenio, y los países en desarrollo, de 10 años.
El jefe de las negociaciones mencionó otro avance, que consideró importante, en lo que algunos llaman con el nombre de Mercosur, la unión aduanera de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, y otros identifican como "países miembros que presentan una lista común de flexibilidades".
La cuestión se refiere a un reclamo de los países del Mercosur (Mercado Común del Sur) para que se atiendan las dificultades que enfrentan en NAMA las uniones aduaneras que tienen un arancel externo común, para utilizar las flexibilidades que el proyecto de acuerdo otorga a los países en desarrollo.
Stephenson dijo a IPS que hay una "comprensión creciente acerca de cómo se puede concertar un trato en este tema". Este es un asunto de gran importancia que por ahora no está resuelto. El conjunto de los miembros de la OMC tienen la oportunidad de discutirlo. Sin embargo, "hay una convergencia real en este tema, un verdadero progreso, que yo definiría como significativo", agregó.
Sin embargo, el representante argentino Néstor Stancanelli, director de negociaciones económicas internacionales de la cancillería de su país, anunció esta semana en Ginebra que rechaza la nueva opción para las uniones aduaneras que se ha manejado en las reuniones de los últimos días.
"Argentina no puede aceptar esto porque no nos otorga un trato semejante al de los países individuales en lo referente a las flexibilidades", dijo.
