La creciente preocupación por la competencia entre las potencias para acceder a los inmensos recursos energéticos y minerales de África ha llevado a los expertos a reclamar a los gobiernos de China y Estados Unidos que coordinen mejor sus políticas hacia ese continente.
Beijing y Washington deberían cooperar en diversos frentes, incluyendo la optimización de su ayuda económica e inversiones, la promoción de la estabilidad política y la adopción de medidas para asegurar el éxito de las misiones de paz en la región, señala un estudio del Consejo Estadounidense de Política Exterior.
Esa colaboración debe incluir, en la medida de lo posible, consultas con otras potencias que tienen intereses en África, según los autores del informe, el ex embajador David Shinn y Joshua Eisenmann, quienes mencionaron los casos de Canadá, Japón, y la Unión Europea.
Las consultas también deberían incluir a Brasil, Corea del Sur e India, cuyos lazos con la región se estrecharán notablemente en los próximos años, destaca el estudio de 14 páginas, titulado "Respondiendo a China en África".
También "es esencial que los africanos sean parte de cualquier diálogo entre China y Estados Unidos tendiente a sugerir políticas de colaboración hacia África", destacaron los autores.
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En lo que algunos analistas han comparado con la expansión imperialista en África de las potencias europeas en el siglo XIX, el continente atrajo en los últimos años una atención sin precedentes hacia su riqueza petrolera, gasífera y mineral aún sin explotar.
Aunque Europa y Estados Unidos han sido durante mucho tiempo las principales fuentes externas de ayuda e inversiones en África, al igual que de intrigas políticas y aventuras militares, su hegemonía ahora enfrenta los desafíos planteados por otros actores.
La semana pasada, por ejemplo, Japón actuó como anfitrión de una cumbre sobre comercio y ayuda, que reunió en la ciudad de Yokohama a más de 40 jefes de Estado y de gobierno africanos, que buscaban obtener parte de un fondo de 4.000 millones de dólares destinado a préstamos y otro de 2.500 millones para ayuda, que el gobierno de Tokio planea volcar en la región.
El encuentro de Yokohama se produjo luego de una cumbre India-África, un hecho sin precedentes, que se realizó el mes pasado con la presencia de 14 mandatarios africanos. Estaban en juego 500 millones de dólares en asistencia para el desarrollo y 5.000 millones en créditos para futuros proyectos auspiciados por Nueva Delhi.
Pero es China quien ha realizado los mayores avances entre las potencias no occidentales. Beijing inició en 2000 su propio Foro sobre Cooperación China-África y su comercio bilateral con la región pasó de 10.000 millones de dólares en ese año a 70.000 millones en 2007. Si la tendencia se mantiene, se espera que Beijing desplace a Washington como el mayor socio comercial de África para 2010.
Las inversiones chinas en la región han sido relativamente modestas: alrededor de 13.000 millones de dólares en 2007, la mayoría concentradas en proyectos energéticos en Sudán y África occidental. Pero, según el estudio, se incrementarán sustancialmente.
La economía china, que ha mostrado en los últimos años las más altas tasas de crecimiento sostenido de su historia moderna, es crecientemente dependiente de los recursos naturales africanos. La región ya provee más de un tercio de las importaciones chinas de petróleo.
En cambio, Estados Unidos compra en ese continente alrededor de 15 por ciento de sus importaciones de petróleo, en África occidental y la zona del golfo de Guinea. Se espera que esa participación llegue a 25 por ciento del total para 2015.
Algunos analistas temen que China y Estados Unidos se encuentren envueltos en una batalla potencialmente "salvaje" por la influencia en la región.
Esas preocupaciones han sido minimizadas por los líderes de ambos países. Durante su viaje a África en febrero, el presidente estadounidense George W. Bush dijo que no veía a la presencia de Beijing y Washington en el continente como "un juego de suma cero". El embajador chino en Estados Unidos empleó la misma frase.
Al mismo tiempo, la decisión de Washington de crear una estructura de comando militar con jurisdicción sobre África, y los crecientes lazos militares entre China y algunas naciones clave de ese continente, sobre todo en materia de entrenamiento y venta de armas livianas, alimentó las preocupaciones sobre esa competencia geoestratégica entre ambas potencias.
El estudio, basado en entrevistas con más de 250 expertos, funcionarios gubernamentales, empresarios y representantes de la sociedad civil en China, siete países africanos, Estados Unidos y Europa, sugiere una serie de áreas para la cooperación entre Beijing y Washington en África.
En materia de ayuda para el continente, señala que Estados Unidos debería realizar mayores esfuerzos para discutir con China cómo coordinar la asistencia, incluyendo las políticas respecto de la deuda de los países africanos. También recomienda que fomente las inversiones, a través del Banco Mundial y la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE), con sede en París.
Según los autores, China debería ser invitada a sumarse a la OCDE, "al menos como observador".
Además, Beijing y Washington deberían identificar varios proyectos específicos en los que pueden colaborar directamente. Ya lo han hecho en los casos de proyectos agrícolas en Angola y Etiopía, pero según el estudio también podrían considerarse otros vinculados con la salud.
Estados Unidos destina varios miles de millones de dólares para combatir el sida, la tuberculosis y la malaria en África, mientras que China cuenta con un exitoso historial en materia de control de esta última enfermedad y tiene una larga tradición de enviar equipos de médicos a ese continente.
El estudio señala que los dos países deberían iniciar un diálogo, con la participación de naciones africanas clave, sobre las mejores formas para desarrollar los recursos naturales, especialmente gas y petróleo, dada la posición de China y Estados Unidos como los mayores clientes de África en esas dos áreas.
El informe también urge a Beijing y Washington a identificar países africanos amenazados por la inestabilidad, para coordinar esfuerzos que permitan prevenir o mitigar los conflictos.
En este aspecto, señala que ya han trabajado conjuntamente, aunque con limitados recursos, para persuadir al gobierno de Sudán para que acepte el despliegue de una fuerza de paz en la occidental provincia de Darfur. China y Estados Unidos, agrega, tienen un interés común para asegurar que se logre la paz en esa convulsionada región. El año pasado, Beijing compró a Sudán seis por ciento de sus importaciones de petróleo.
En temas militares y de cooperación, el estudio reclama cooperación en operaciones navales para reducir el contrabando, la piratería y el tráfico de drogas en las costas africanas. Recuerda que China y Estados Unidos ya han colaborado en Liberia en el mejoramiento de las fuerzas armadas de ese país, en el marco de la misión de paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y sugiere que ese esquema podría reeditarse en otras naciones africanas.
China tiene actualmente unos 1.500 soldados desplegados en África, más que cualquiera de los otros miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.