Aunque no están incluidos en los grandes libros de historia o antropología, los edificios en desuso están ahí, invisibles al ajetreo urbano. Son las «ruinas con minúsculas» que dos artistas plásticos se proponen descubrir en Brasil para rescatar la esencia de su belleza.
Una fábrica de cerveza, típica de los años 40, ya no tiene máquinas ni obreros que marchen apresurados a marcar su tarjeta de ingreso o de salida tras la jornada laboral. Vacía, fantasmal, con sus frisos estilo art decó, recuerda sus tiempos de gloria.
Es, según explica a IPS el artista plástico argentino Enrique Banfi, la ausencia y la presencia al mismo tiempo.
"¿Ausencia de qué? Ausencia de su historia, pero al mismo tiempo una presencia, la de una edificación en transformación", dice Banfi, quien también es psicoanalista.
Un cambio que se hace más evidente en países tropicales, cuando la vegetación comienza a crecer y a filtrarse entre los ladrillos. Son "camadas sucesivas de historia", con un futuro también incierto. ¿La demolerán y le construirán otra cosa encima?", se pregunta ante la vieja fábrica inactiva.
"Lo importante es prestar atención a ese momento privilegiado de la ruina, cuando tiene una especie de potencialidad que puede transformarse en cualquier cosa", subraya el artista.
Una transformación paradójica, por ejemplo, en un viejo prostíbulo carioca del barrio de Santa Teresa, que imitaba el estilo arquitectónico de la ruina de un templete griego.
El prostíbulo fue abandonado y con el correr del tiempo se convirtió en una ruina de verdad. Pero la transformación no se detuvo y el edificio alberga hoy rituales de religiones de origen africano.
"Es muy mágico que un templo griego haya venido a Río de Janeiro, se haya instalado, se haya utilizado, se haya convertido en una ruina nuevamente, y se haya transformado en un altar nuevamente", comentó Banfi
Magia que Banfi y su colega carioca Lia do Rio intentaron transmitir durante la exposición titulada "Ruinas contemporáneas".
La muestra tuvo lugar en el llamado "Parque de las Ruinas", un antiguo caserón familiar también ubicad en el barrio de Santa Teresa.
El lugar fue reciclado arquitectónicamente respetando su concepción original e incorporando elementos de construcción contemporáneos, como escaleras de metal y grandes ventanales.
Banfi quiere así llamar la atención sobre "las ruinas que conviven con uno, que están en el barrio, a la vuelta de la esquina".
"Ruinas con minúscula", define el artista, en contraposición a otras famosas como las romanas, aztecas, mayas o incaicas, entre tantas otras.
Para descubrirlas, los visitantes reciben auriculares y escuchan frases de grandes autores de la literatura universal, como (el argentino Jorge Luis) Borges, con "Las ruinas circulares", mientras recorren los espacios de la casa. Son reflexiones sobre el paso del tiempo, la belleza, el deterioro y el futuro.
"Las ruinas tienen una estética y una poesía propia y nosotros lo que queríamos era subrayarlo", dice Banfi
La propuesta artística incluye también un muro donde se proyectan fotos de ruinas de la ciudad de Río de Janeiro. Entre otras, la de un hotel diseñado por el destacado arquitecto brasileño Oscar Niemeyer en los años 70 en el barrio de São Conrado, que debido a una serie de procesos judiciales quedó abandonado sin cumplir su función inicial
Lia do Rio, que elabora esculturas con hojas, ramas y otros materiales orgánicos, compara la capacidad de transformación de las ruinas con la de la naturaleza.
"Así como uno lidia con la hoja seca que parece ser una cosa terminal, pero en realidad se va a convertir en humus y fertilizará el suelo, es ir mas allá de la ruina, a través de la poética de ella misma", reflexiona en entrevista con IPS.
Según la escultora, es la poética de la mutación…
"Hay poesía cuando la naturaleza comienza a apoderarse de ella. Esa integración de la ruina con la naturaleza, es una simbiosis magnífica y que permite nuevamente esa vuelta de la naturaleza sobre una cosa construida por el hombre", apuntó.
La gran incógnita, según Do Rio, es poder determinar cuándo una ruina comienza a serlo.
"Hay edificaciones arruinadas, pero que están habitadas, mientras que otras están deteriorándose completamente y nadie lo percibe", apuntó.
"Tanto es así, que nosotros pusimos esas imágenes de ruinas con las que una convive sin percibir", explicó.