MEDIO ORIENTE: Bush llega para constatar fracaso

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, realizará esta semana una gira por Medio Oriente en la que sólo habrá de constatar que sus políticas han paradójicamente socavado sus planes de hegemonía y le han dado más terreno a su principal rival en la región: Irán.

Los últimos acontecimientos en Líbano sin duda ensombrecerán el viaje de Bush, que comienza este martes en Israel y continuará en Arabia Saudita y Egipto.

Fue apenas en 2005 que el mandatario elogió la llamada Revolución del Cedro (movimiento popular libanés contra la influencia Siria originado tras el asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri) como una vindicación del tipo de transformación democrática de la región que insistía en promover.

Pero tres años después, con una breve guerra entre el movimiento chiita Hezbolá e Israel, esa organización respaldada por Irán y Siria parece más poderosa y afianzada que nunca, al igual que su aliado islamista sunita en los territorios palestinos, el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), que mantiene el control de Gaza y gana popularidad en Cisjordania, en mayor parte debido a la aparente falta de progresos en las conversaciones de paz, formalmente iniciadas por el propio Bush en Annapolis en noviembre pasado entre la Autoridad Nacional Palestina y el gobierno israelí.

"La política en el terreno es absolutamente miserable", dijo el domingo al periódico The New York Times el analista Jon Alterman, especialista en Medio Oriente para el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Washington.
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"Es difícil recordar un momento menos auspicioso para promover la paz entre árabes e israelíes que ahora. El poder y la influencia de Estados Unidos están a la baja en la región", añadió.

Bush participará este miércoles de las celebraciones por el 60 aniversario del Estado de Israel, y luego volará a Arabia Saudita, presumiblemente para realizar un llamado –como hizo en enero cuando viajó por última vez a la región—a un aumento de la producción petrolera, con el fin de traer algo de alivio a Estados Unidos, y en especial al gobernante Partido Republicano de cara a las elecciones de noviembre.

Luego se dirigirá al balneario egipcio de Sharm El Sheik, donde hablará ante el Foro Económico Mundial y se reunirá con varios líderes árabes, incluyendo al presidente anfitrión, Hosni Mubarak, y al rey Abdalá de Jordania.

Aparte de Israel, país para el que Bush ha sido por lejos el presidente estadounidense más indulgente de la historia, el mandatario espera recibir un entusiasta recibimiento de los líderes sunitas, muchos de los cuales están preocupados por la exhibición de fuerza realizada por el Hezbolá en Líbano.

Ese movimiento tomó control del oeste de Beirut y se enfrenta con el ejército en la septentrional ciudad de Trípoli, luego de que la coalición gobernante, sunita y pro occidental, amenazara su intención de desmantelar su red de telecomunicaciones.

Los líderes sunitas de Medio Oriente, al igual que Bush y ni que hablar Israel, ven la victoria del Hezbolá como otro de tantos avances de Irán en sus esfuerzos por cambiar el equilibrio de poder en toda la región, y en el Golfo Arábigo o Pérsico especialmente, contra Washington y sus aliados.

La impresión es que Bush está ansioso por reavivar el fuego de su alianza de facto con árabes sunitas e israelíes contra Teherán, aun sin un proceso de paz palestino-israelí viable.

"Para mí, el régimen iraní es la mayor amenaza a la paz en Medio Oriente", dijo el mandatario en una entrevista con el Canal 10 de Israel, de acuerdo con una trascripción parcial divulgada el lunes.

Lo iraníes "financian al Hezbolá… Vea lo que está pasando ahora en Líbano, una joven democracia tratando de sobrevivir. Está dentro de los intereses de Israel que la democracia libanesa sobreviva. Ustedes necesitan preocuparse por Irán, y de hecho ustedes están preocupados por Irán y nosotros también", afirmó.

Cinco años después de que la Casa Blanca declaró "misión cumplida" en Iraq, todos los análisis concuerdan en que casi todo lo que Bush hizo en la región socavó la influencia estadounidense, e incluso fortaleció la de Irán. Esto incluye la propia invasión a Iraq, el derrocamiento de Saddam Hussein, el rechazo de la oferta iraní de negociar los principales temas de disputa, las presiones al Hamas luego de que ganara las elecciones democráticas en Palestina, y apoyar a los israelíes en su guerra contra el Hezbolá en 2006.

Incluso en Iraq, los últimos ataques contra el Ejército Mahdi, del clérigo chiita Muqtada al Sadr, particularmente en Bagdad, parecen haber fortalecido las más estrechas y duraderas relaciones con Irán de algunas facciones del gobierno iraquí: la Organización Badr, el Consejo Supremo Islámico Iraquí y el Partido Dawa, del primer ministro Nouri Al Maliki.

El hecho de que Teherán jugó un papel clave en auspiciar las treguas entre Sadr y el gobierno, tanto en la sudoriental ciudad de Basora en abril como en el suburbio bagdadí de Ciudad Sadr el fin de semana pasado, reveló el grado en el que Irán puede desafiar a Washington en lo que el "halcón" (miembro del ala más belicista en el gobierno estadounidense) Reuel Marc Gerecht, del neoconservador American Enterprise Institute, admitió es "la única arena en que la administración (de Bush) es capaz de competir efectivamente".

Si bien hay poca evidencia de que Washington haya presionado al gabinete libanés para que ordene el desmantelamiento de la red de telecomunicaciones del Hezbolá en el aeropuerto de Beirut, las anteriores políticas del gobierno de Bush son suficientes para haber desencadenado la presente crisis.

Entre estas se destacan el fuerte apoyo a la gobernante Coalición 14 de Marzo, integrada por musulmanes sunitas, cristianos y drusos, el envío del buque de guerra USS Cole al Mar Mediterráneo cuando la crisis en Beirut se intensificó en marzo, la partida de unos 400 millones de dólares en asistencia militar y entrenamiento para el ejército libanés y el respaldo encubierto (con la ayuda de Arabia saudita y Jordania) a las milicias sunitas, en algunos casos disfrazado de iniciativas privadas de seguridad, con el fin de contrarrestar al Hezbolá.

"Estos milicianos sunitas demostraron ser un completo fracaso, y los representantes de Estados Unidos en Líbano apenas libraron una batalla, a pesar de su fuerte retórica contra los chiitas", señaló Nir Rosen, experto en Medio Oriente para la New America Foundation.

El analista señaló a la exitosa ofensiva del Hezbolá de las últimos días eran "la agonía del plan de Bush por un nuevo Medio Oriente".

* El blog de Jim Lobe sobre política exterior estadounidense, y en particular sobre la influencia neoconservadora en la administración de Bush, puede verse en la dirección: http://www.ips.org/blog/jimlobe/

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