REFUGIADOS-PAKISTÁN: Aplanadoras al acecho

«Alquilaremos una casa en Cherat. Tras vivir 20 años aquí, debemos irnos porque demolieron mi carnicería», dijo el refugiado afgano Gul Wali en el campamento de Jalozai, a 35 kilómetros de la capital de la pakistaní Provincia de la Frontera Noroccidental.

Wali, de 42 años, perdió su pequeño e improvisado comercio, construido con maderas, cuando las aplanadoras arrasaron los 900 puestos del bullicioso Muhajir Bazar (mercado de refugiados) de Jalozai.

El 15 de este mes fue el plazo fijado por las autoridades pakistaníes para la repatriación voluntaria de los afganos del lugar. Pero la mayoría se resisten. Entre otras razones, mencionan el desorden, el desempleo, la falta de escuelas y de instalaciones sanitarias en sus lugares de origen.

El gobierno de Pakistán había demolido en julio pasado el mayor campamento de refugiados del país, Kacha Garhi, en Peshawar.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) dijo que desde el 15 de marzo apenas 99 familias (6.397 personas) partieron hacia Afganistán desde el campamento de Jalozai, en el marco de su plan de repatriación voluntaria.
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Pero al menos 5.000 familias (unas 35.000 personas en total) abandonaron sus hogares revocados de barro en Jalozai. Porque las autoridades ya demolieron esa cantidad de viviendas en el campamento. Además, prevén destruir las restantes 12.000 para el 20 de mayo.

Aparentemente, la mayoría de los residentes del campamento que lo abandonaron se mudaron, como Gul Wali, a casas alquiladas en localidades cercanas.

Jalozai, establecido a comienzos de los años 80 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), albergó a unos 88.000 refugiados de Afganistán. Millones de afganos cruzaron las fronteras a Pakistán e Irán, agobiados por años de guerras, hambruna y sequía.

Más de dos millones de afganos se registraron hace poco ante el gobierno pakistaní en el marco de un programa de Acnur que les concede el estatus de residentes temporarios por tres años en este país.

Esa agencia de la ONU urgió a Pakistán a modificar sus planes de repatriar a 2,4 millones de refugiados afganos para fines de 2009.

Ya se han clausurado nueve de los 24 campamentos de refugiados en la Provincia de la Frontera Noroccidental y en las Áreas Tribales Federalmente Administradas, las dos jurisdicciones pakistaníes que comparten la frontera con Afganistán.

En Jalozai "teníamos un muy buen negocio de alfombras, pero ahora quedamos sin nada", dijo Noor Jamal, de 56 años. Luego de vivir 14 años en el campamento, ahora se muda a Peshawar. "Ya tenemos un comercio en la localidad de Pawaka", agregó.

A los dos hijos de Jamal les va bien en la escuela, y a él le gustaría criarlos allí. Si volvieran a Afganistán, el futuro de los niños sería negro, dijo a IPS.

El gobierno de la Provincia de la Frontera Noroccidental anuló la conexión a la red eléctrica de los comercios y mercados, y exigió a los refugiados que quedan en Jalozai pagar los casi 10 millones de rupias (unos 156.000 dólares) de deudas impagas a la compañía de energía.

"No podemos pagar esta suma enorme. Es demasiado. Es una herramienta para obligarnos a irnos", lamentó Dost Mohammad, uno de los ancianos del campamento. Según él, los alquileres en las aldeas adyacentes se dispararon y a los refugiados les resulta difícil hallar casas para alquilar.

El gobierno informó a todos los refugiados afganos que no desean abandonar Pakistán que pueden reubicar nuevos campamentos de refugiados establecidos en los distantes Dir y Chitral, a 150 y 425 kilómetros de Peshawar respectivamente, que permanecerán abiertos hasta 2009.

Pero los ancianos de la comunidad rechazaron el ofrecimiento como inviable.

Según un funcionario de Acnur que pidió no ser identificado, a cada persona que regresa voluntariamente a Afganistán se le paga 100 dólares al llegar a su país. Unos 29.800 refugiados —entre ellos afganos de Jalozai y dos campamentos de la provincia de Balochistán— fueron repatriados desde el 15 de marzo.

La decisión de clausurar Jalozai fue tomada en una jirga (asamblea tribal) convocada por el comisionado de refugiados afganos y 50 ancianos afganos del campamento el 5 de septiembre de 2007.

Los refugiados accedieron a evacuar voluntariamente el campamento para el 15 de este mes.

Pero Rasool Shah no quiere volver a Afganistán en este momento del año. "El verano ya se instaló y será extremadamente duro vivir en Afganistán sin electricidad", dijo. El comercio de Shah en Jalozai fue demolido el día 16.

Shah, quien ahora vende fruta en una carretilla en la localidad de Nasir Bagh, en Peshawar, dijo haber buscado refugio temporario en la casa de su tío y estar buscando una casa para su familia de nueve miembros.

El hermano mayor de Shah regresó a la provincia de Khost bajo el plan de repatriación de la ONU, pero ahora está arrepentido de su decisión, según dijo.

Su hija Naseema, de 11 años, quiere quedarse en su país de adopción. "Nunca dejaré Pakistán. He estudiado aquí y quiero continuar mi educación aquí, y aprender inglés", afirmó.

Abdul Ghafoor, un camionero de 45 años, se hizo eco de los sentimientos de Naseema. La vida era un infierno en Afganistán, aseguró. El resurgimiento del movimiento islamista Talibán en las provincias del sur disparó otra oleada de desplazamientos internos y externos.

Sin embargo, Ghafoor no se mostró preocupado por perder su hogar en Jalozai, porque el dueño del camión que manejaba le dio una casa en una aldea cercana al campamento.

La independiente Comisión de Derechos Humanos de Pakistán urgió al gobierno a no violar los derechos de los refugiados y las normas internacionales sobre la protección de refugiados. Pakistán no es signatario de la Convención de la ONU sobre Refugiados de 1951.

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