Con la misma fuerza con que golpea el saco de boxeo que tiene en el jardín de su casa, Hellen canta blues y enfrenta la vida. Es la historia de una africana que, después de pasar por todo tipo de penurias en su exilio forzado, sueña a sus 62 años con grabar su primer disco.
Nacida como Hellen Andrews, esta artista podría haber sido una niña más de su aldea en Uganda. A los 5 años su padre, un líder tribal, la quería entregar en casamiento a un "hombre viejo", según cuenta a IPS, a un "hechicero".
Pero su madre decidió desviar el rumbo de ese destino y huyó con ella. "Fuimos corriendo por la selva hasta encontrar una carretera", cuenta Hellen, entre los pocos recuerdos "demasiado tristes" que dice preferir olvidar.
Fueron muchos lugares en los que ambas vivieron indocumentadas. Francia, Estados Unidos, Suriname y, en particular México y España, donde aprendió español entre otras por lo menos cuatro lenguas en las que "se defiende".
En todos esos lugares trabajando como empleada doméstica o en labores de campo y alternando su canto como una forma más de supervivencia y, sobre todo, de atenuar prejuicios.
Hellen era indocumentada, pobre, negra y mujer.
"La música abrió las puertas del mundo para mí. Yo era empleada doméstica, pero cuando cantaba me respetaban. En esa época había muchos prejuicios de color y con la música me abrían puertas", dice.
No así puertas económicas. Como muchos empresarios sabían que Hellen no contaba con los documentos de residencia en muchos de los países donde vivió, le dejaban de pagar o le daban comida a cambio de su arte.
"Cantaba para sobrevivir y para comprar ropa, y remedios para mi mamá", recuerda.
"Pero dinero, money … no mucho", señala, mezclando palabras en inglés o español con el portugués, como es común en muchas de sus frases.
Hellen ya cantaba desde niña. En su África natal lo hacía en fiestas y prefería la percusión, el instrumento con el que hoy acompaña los blues que canta.
Es el tipo de música en la que transmite más alegría a los que la escuchan. Ríe a carcajadas y baila al ritmo vestida con ropas de colores y diseños africanos.
El exilo le permitió, además de manejar varios idiomas, ampliar su repertorio. Aprendió a cantar blues en inglés en los guetos donde vivía en ciudades estadounidenses como Chicago. Allí aprendió canciones de Ella Fitzgerald, Billie Holiday y otras que incluye en su repertorio.
Altos y bajos de una vida que se expresan en cada nota de sus blues. Allí se permite llorar con la voz, y poco después elevarla al mismo nivel de sus alegres carcajadas.
"Todo lo que pasó en mi vida tenía que pasar. Estaba escrito que ocurriese, pero yo no morí como muchos. Yo estoy aquí", dice y sonríe.
Es que el exilio fue apenas la línea sobre la que escribió su vida. Por debajo, hay renglones ocultos que prefiere apenas mencionar y no detallar como prisiones clandestinas, maltratos, abusos sexuales, engaños y muertes.
Se casó tres veces y tampoco tuvo suerte. Nadie la ayudó, ni a construir su propia casa, que ella levantó con sus propias en manos en Brasil, donde finalmente terminó su recorrido por el mundo.
Como madre, hoy tiene alegrías. Pero también vivió tragedias. Tuvo 13 hijos de los que apenas sobreviven ocho. Su hija Saney es hoy su representante musical.
Hoy dice que ese pasado quedó atrás y se define como una mujer feliz. Es líder comunitaria de un barrio en Campo Grande, una localidad al oeste de Río de Janeiro.
En su barrio encabezó un movimiento para ocupar tierras, que ahora gracias a su gestión también consiguió legalizar con títulos de propiedad para todos.
Y aunque como cantante todavía no tiene muchos ingresos, ayuda a sus vecinos. Da de comer a quien necesita, y todavía le sobra tiempo para limpiar de malezas las tierras de casas de los más ricos, además de dar clases de español e inglés, con lo que obtiene ingresos adicionales.
También es una activa militante en la preservación del ambiente, espontánea. Con su azada sale por el barrio a poner cartelitos con frases para que sus vecinos no deforesten. Planta árboles frutales y aún le queda fuerza para dar golpes en su saco de boxeo.
Pero su sueño continúa siendo cantar.
"Ser cantante profesional a nivel internacional, eso es lo que sueño", dice a IPS.
También espera grabar su primer disco profesionalmente. Con canciones brasileñas de bossa nova cantadas en inglés, entre otras. Sin embargo, para cumplir con ese sueño le faltan empresarios que por primera vez no la engañen.
Al escucharla cantar, esa Meca no parece distante. Uno llora y ríe con ella. Y adivina el color exacto de los sueños y pesadillas que prefiere callar.