Un objetivo clave del testimonio que dará esta semana ante el Congreso legislativo de Estados Unidos el comandante de las fuerzas de ocupación en Iraq, David Petraeus, será insistir en que Irán libra una «guerra por delegación» en suelo iraquí.
El general presentará este martes y el miércoles un informe sobre la situación en Iraq, y se someterá a las preguntas de dos senadores del opositor Partido Demócrata que a la vez se disputan la candidatura a la presidencia: Barack Obama y Hillary Clinton, así como del candidato del gobernante Partido Republicano, John McCain.
Petraeus testificará que la sorprendentemente efectiva resistencia armada a una operación militar estadounidense en la meridional ciudad de Basora fue orquestada por Irán y ejecutada por un grupo de milicianos chiitas disidentes del insurgente Ejército Mahdi, liderado por Moqtada al Sadr.
Esta afirmación fue negada por el propio Sadr en una entrevista el 29 de marzo para la cadena televisiva panárabe Al Jazeera, en la que además reclamó la liberación de un hombre que Petraeus identificó como líder de esa facción rebelde.
La idea de que grupos milicianos chiitas disidentes, respaldados por Irán, socavan los esfuerzos de Sadr por darle un curso más moderado a la lucha contra la ocupación fue introducida por Estados Unidos a inicios de 2007. Estas milicias fueron llamadas "grupos especiales", término que no provino de Teherán ni de los propios chiitas, sino de la administración de George W. Bush.
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En abril, luego de que las fuerzas estadounidenses detuvieron a un ex portavoz de Sadr, Qais al-Khazali, el propio Petraeus anunció que había capturado al jefe de una "red de células secretas extremistas", a la que llamó "la red Khazali".
El portavoz de las fuerzas estadounidenses, Kevin Bergner, señaló a inicios de julio pasado que la red de Khazali era un "grupo especial" financiado, armado, entrenado y a veces hasta "dirigido" por los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán.
Además, señaló que el movimiento chiita pro-libanés Hezbolá estaría siendo usado por Irán para organizar este tipo de grupos en Iraq.
La identificación de Khazali como jefe de la facción "hostil" despertó muchas dudas. Ese hombre, uno de los aliados de mayor confianza de Sadr, jugó un papel clave en el reclutamiento del Ejército Mahdi durante su etapa formativa en 2003.
Khazali pasó a la clandestinidad a fines de 2004, luego de una dura batalla en la que el Ejército Mahdi sufrió un gran número de bajas y cuando Sadr inició un largo período de repliegue.
En conferencia de prensa el 30 de marzo de 2007, el general Michael Barbero, del Estado Mayor Conjunto, dijo que tanto Khazali como su hermano estaban vinculados con la "organización Sadr".
Bill Roggio, administrador de una página editorial en Internet a favor de la guerra y quien mantiene estrechas relaciones con el comando estadounidense en Bagdad, reveló en febrero de 2007 que el propósito real de difundir la idea de una "guerra por delegación" en Iraq era servir a la estrategia de Petraeus de dividir al Ejército Mahdi.
"El discurso del elemento hostil le ofrece a los combatientes y comandantes del Ejército Mahdi una posibilidad de salida", escribió Roggio.
Un comandante del Ejército Mahdi puede "elegir oponerse al gobierno y ser objeto de ataques o dar un paso al costado e integrarse al proceso político", añadió.
El primer comentario del embajador estadounidense Ryan Crocker sobre la resistencia armada en Basora en una entrevista del 26 de marzo fue negar que las milicias armadas representaran al Ejército Mahdi.
"Lo que están viendo no es un levantamiento del Jaish al-Mahdi (Ejército Mahdi)", insistió Crocker.
"Se trata de una facción del Jaish al-Mahdi, los llamados grupos especiales, que en realidad son básicamente milicias criminales muy duras", sostuvo.
Sin embargo, un artículo de la historiadora militar neoconservadora Kimberly Kagan publicado por el periódico The Wall Street el 3 de este mes sugiere que Petraeus reformuló el argumento de la "guerra por delegación" a la luz del evidente papel que desempeñó el propio Ejército Mahdi en la resistencia a la operación estadounidense en Basora.
La historiadora es esposa de Fred Kagan, uno de los principales arquitectos de la estrategia militar "surge" (embate) para fortalecer la seguridad en Bagdad y miembro de un equipo especial del gobierno de Bush encargado de presentar y explicar al público la línea política-militar de la administración.
Su artículo evidentemente revela que mantuvo conversaciones con Petraeus y otros funcionarios en Bagdad durante la semana previa a su publicación.
Kimberly Kagan, a diferencia de Croker, no hace ningún esfuerzo para negar que el Ejército Mahdi estuvo plenamente involucrado en la resistencia armada en Basora, Bagdad y otras ciudades. Pero señala que fueron los "grupos especiales", y no la organización de Sadr, los que "coordinaron los ataques del regular Ejército Mahdi en la capital y en las provincias".
Además, Kagan describió al Ejército Mahdi como "una reserva de la que los grupos especiales se nutrirán en tiempos de crisis". "Debido a todo su discurso nacionalista, Sadr evidentemente no está en control del movimiento", añadió.
La nueva versión del discurso de la "guerra por delegación" le atribuye el control del Ejército Mahdi a los "grupos especiales".
Pero en una entrevista para Al Jazeera, grabada justo antes del operativo estadounidense en Basora y transmitida el 29 de marzo, Sadr exigió la liberación de Qais al Khazili, a quien Petraeus identificó como jefe de los supuestos "grupos especiales".
Esto confirmó los indicios ya existentes de que Khazali nunca estuvo involucrado con una facción disidente y de que lo que el comando estadounidense llama "grupos especiales respaldados por Irán" nunca existieron.
Leila Fadel, representante en Bagdad del grupo de periódicos estadounidenses McClatchy, sostuvo en un artículo publicado el 30 de marzo que la estrategia de Teherán en Iraq no tiene nada que ver con la denunciada por Estados Unidos.
Fadel informó que el general Qassem Suleimani, comandante de las Brigadas Al Qods (Jerusalén) de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, auspició una tregua con Sadr después de que representantes de los partidos chiitas que ahora apoyan al gobierno del primer ministro iraquí Nuri Al Maliki viajaran secretamente a la ciudad iraní de Qom el 29 y 30 de marzo para pedir su intervención.
El papel de Suleimani en la reducción de la violencia en Basora indica que el poder de Irán en el Iraq chiita está basado sobre sus buenas relaciones con todas las facciones. Teherán se ha convertido así en árbitro en sus conflictos.
Por otra parte, Irán no tiene razones para apoyar a un pequeño grupo disidente para alcanzar sus intereses, cuando ya disfruta relaciones de cooperación estratégica con el gobierno de Maliki.
El Ejército Mahdi recibió entrenamiento en Líbano e Irán, y sin duda asistencia financiera de iraníes para conseguir armas. Pero Sadr reveló en la entrevista con Al Jazeera que en una ocasión le dijo al líder supremo iraní Alí Jamenei que discrepaba con los "intereses políticos y militares" de Teherán.
Esto habría sido una referencia al pronunciamiento de Irán a favor de chiitas rivales de Sadr que permanecen en el poder con apoyo de Estados Unidos.
* Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro, fue publicado en junio de 2005.