El Nordeste de Brasil, conocido por sus sequías y pobreza, soporta desde inicio de marzo un exceso de lluvias, con inundaciones que afectaron a más de 400.000 personas y mataron a unas 33, pero ese desequilibrio no se debe al recalentamiento global, según meteorólogos.
Este raro período lluvioso se observa desde el siglo XIX, siempre que se presenta el fenómeno climático de La Niña, que enfría el agua superficial del océano Pacífico, y a la vez aumenta la temperatura en el Atlántico, señaló Lincoln Alves, meteorólogo del Centro de Previsión del Tiempo y Estudios Climáticos (CPTEC).
Esa combinación de factores oceánicos favorece la aparición de un cinturón de baja presión en la región ecuatorial terrestre, conocido como Zona de Convergencia Intertropical, con vientos calientes y húmedos que concentran nubes, provocando más lluvias en marzo y abril en el extremo norte del Nordeste brasileño.
Otros factores "desplazaron este sistema meteorológico más al sur este año" y lo hicieron prolongarse, generando las lluvias inusualmente intensas sobre seis de los nueve estados nororientales de Brasil, explicó el experto a IPS.
El último informe de la Secretaria Nacional de Defensa Civil, divulgado el miércoles de tarde, indicaba 415.691 personas afectadas en 250 municipios nordestinos. Casi un tercio de ellas debieron abandonar sus casas, alojándose en otras o en edificios como escuelas e iglesias.
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El estado de Paraíba es el más azotado, con 88 municipios inundados, 26 muertes, unas 14.500 personas evacuadas y 1.298 viviendas destruidas. Sousa, en el interior de Paraíba, es uno de los distritos que sufrió más daños.
"Ya tuvimos inundaciones y lluvias fuertes en 1974 y 1985, pero nunca tanto como ahora", según el abogado Daniel Gadelha, quien dejó la jefatura de gabinete de la alcaldía de Sousa el 1 de abril para postularse a concejal en los comicios de octubre. "Vivo en el centro de la ciudad, y sólo mi casa no se inundó debido a la altura del piso, la calle quedó bajo medio metro de agua", dijo a IPS.
Los dos ríos que cruzan el municipio crecieron desmesuradamente, dejando a miles de familias aisladas en el campo, que están siendo rescatadas por un helicóptero de la policía de tránsito, con apoyo de 80 soldados.
Unas 3.696 personas quedaron sin techo en varios barrios inundados, según la Secretaría Nacional de Defensa Civil, pero el gobierno estadual registró 4.196.
Sousa, gran productor de banano y de coco verde, cuya agua es consumida en todo Brasil, perdió buena parte de su cosecha debido a las inundaciones. Los ríos, que constituyen una ventaja natural del municipio pues favorecen el riego, se convirtieron en verdugos, lamentó Gadelha.
"Nunca vi tanta lluvia en mi vida", comentó Lindinalva Alencar, que nació y vive en la vecina ciudad de Pombal, con unas 2.000 personas evacuadas por las aguas. "Estamos acostumbrados a las sequías en el Sertão" (interior semiárido del Nordeste), observó sorprendida por las inundaciones de los barrios bajos.
Centenares de toneladas de alimentos y gran cantidad de medicamentos son distribuidos por la Defensa Civil a las poblaciones afectadas en los seis estados. Virosis, parasitosis, enfermedades respiratorias y pequeñas lesiones exigen esfuerzos médicos extraordinarios en toda el área.
Las lluvias ya perdieron fuerza, pero ahora las autoridades sanitarias temen epidemias de dengue, que se sumarían a la de Río de Janeiro, donde ya murieron por lo menos 79 personas a causa de la enfermedad.
Las inundaciones son graves porque "las ciudades no están estructuradas para soportar lluvias intensas", especialmente en el semiárido, donde la amenaza permanente es, al contrario, la escasez hídrica, observó Alves, quien prevé la continuidad de las lluvias hasta mayo, pero "con menor intensidad".
Además, los suelos del interior del Nordeste son "cristalinos", lo que dificulta la absorción de agua y favorece los torrentes, acotó.
"No hay un ciclo" que permita prever cuándo se repetirá la Zona de Convergencia Intertropical con intensidad similar a la de este año, destacó Kelen Andrade, también del CPTEC, un órgano del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales, con sede en Cachoeira Paulista, a 190 kilómetros de la sureña São Paulo.
Se trata de un sistema que circula por todo el globo terrestre, a lo largo del Ecuador, trayendo nubes de lluvia desde África, el litoral marítimo del Nordeste y la Amazonia oriental, extendiéndose al Pacífico, explicó Andrade, especializada en previsión del tiempo.
El episodio anterior se presentó en 2003, pero su novedad este año es que "vino con más fuerza, más al sur y más persistente", concluyó.