Un documental está dedicado a destacar el rol del maíz en la vida cotidiana de los consumidores estadounidenses. Pocos perciben la importancia de este grano mientras circulan entre las góndolas del supermercado.
El maíz se ubica en la parte superior de la pirámide nutricional. Los agricultores estadounidenses cultivan montañas de este producto de alto rendimiento, ingrediente básico de miles de alimentos populares repletos de aditivos, endulzantes y conservantes.
Este grano ocupa el centro de un sistema agrícola altamente mecanizado y eficiente, y es catalogado como "alimento industrial" por activistas sanitarios y ambientales, dada su presencia en mercaderías que van de la carne vacuna al dentífrico.
Para algunos observadores externos, el sistema alimentario de Estados Unidos es una maravilla del mundo industrializado. En este país, los alimentos son abundantes, baratos y asequibles.
Pero esto tiene una contracara. Los estadounidenses avanzan hacia un futuro de abdómenes en expansión, asolados por una miríada de enfermedades que tienen su raíz, precisamente, en un elogiado sistema en que los alimentos son abundantes, baratos y asequibles.
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Curtis Ellis e Ian Cheney, jóvenes graduados de la Universidad de Yale, abandonaron la costa este de Estados Unidos rumbo a Greene, en el central estado de Iowa, para satisfacer su curiosidad sobre el papel del maíz en la cadena alimentaria.
Allí plantaron, fertilizaron y cosecharon un acre de maíz (casi media hectárea), en un proceso que los hizo viajar a través del complejo de la industria estadounidense de la alimentación.
El resultado es la película titulada "King Corn" ("Rey Maíz"), mirada irónica y a menudo sorprendente sobre el grano.
Ellis y Cheney, tanto cineastas como agricultores novatos, sirven como guías en una excursión que acompaña el maíz de los campos a las fábricas y supermercados y, de paso, explican cómo se vive en el Estados Unidos pueblerino.
Como observadores serios, incluso ingenuos, no temen formular ninguna pregunta sobre la producción de maíz. Las respuestas revelan el modo en que las políticas alimentarias afectan la agricultura, a las comunidades agrícolas y al público.
"King Corn" se emitirá en el canal público estadounidense PBS el 15 de abril, como episodio de la serie de documentales "Lentes independientes", y también se exhibirá en comunidades de todo el país.
Ellis, quien hoy trabaja en el programa Alimentos y Sociedad del Instituto Agrícola Thomas Jefferson, en el central estado de Missouri, conversó con IPS desde su hogar en el occidental estado de Oregon.
IPS: — La película comienza con una situación tensa sin resolver, cuando se toman muestras de su cabello para hallar señales reveladoras sobre su dieta a través de las excreciones de su cuerpo.
CURTIS ELLIS: — Sí, les debemos una explicación a los espectadores. Comenzamos la película con un experimento de laboratorio y nunca volvimos realmente a él.
El maíz es una parte importante de nuestra dieta, aun sin ser concientes que sirve de alimento para pollos y ganado bovino y como ingrediente de refrescos dulces. Está en miles de alimentos que ingerimos todo el tiempo.
Cincuenta por ciento de mi dieta se basaba sobre el maíz. En el caso de Ian, 58 por ciento. Debió haber comido algún refrigerio tarde la noche anterior.
— Es una cantidad sorprendente. ¿Fue eso lo que los lanzó al interior del país en busca de respuestas?
— Ya en la facultad Ian y yo estábamos interesados en las cuestiones alimentarias. El objetivo era ir a alguna parte para conocer nuestro sistema alimentario y el modo en que se cultiva el maíz. Queríamos saber cómo una mazorca se transforma en una Pepsi.
— Así que terminaron en Greene, un poblado de 1.015 habitantes. ¿Qué hicieron los habitantes del lugar?
— Creo que ese año fuimos la granja familiar más pequeña de Iowa. La gente no sabía qué hacer con nosotros. En Greene no hay agricultores jóvenes por estos días. La mayoría de los pobladores se mostraron muy interesados por que quisiéramos saber de dónde viene nuestra comida. El público no se hace esas preguntas tan a menudo Es como si apareciera mágicamente en nuestro plato.
Cultivamos en agosto y vimos crecer los hermosos tallos hasta que alcanzaron casi tres metros de altura. Nos sentíamos orgullosos. Pero cuando probamos ese maíz, era como tiza. Fue entonces que nos dimos cuenta de que se trataba de un insumo industrial. No habíamos plantado maíz dulce, sino una variedad genéticamente modificada llamada "Liberty Link".
— Al parecer, los agricultores fueron eliminados de la ecuación agrícola. Ustedes tuvieron mucho tiempo perdido entre el cultivo y la cosecha.
— Le subarrendamos un acre a un productor agrario que cultivaba más de 2.000 acres (unas 800 hectáreas) de maíz. Nos llevó 18 minutos sembrar nuestro acre y 25 cosecharlo 10.000 libras (unos 4.500 kilogramos) de maíz. Fue un logro increíble. Desafortunadamente, era material industrial destinado a comida rápida.
— Uno de los aspectos más paradójicos de la película es que se les negara a ustedes el acceso a la fábrica donde el maíz Liberty Link era convertido en jarabe. El argumento que usaron es que debían salvaguardar la seguridad de la planta y la de ustedes mismos.
— No creo que hubiera una genuina preocupación por nuestra seguridad —hemos recorrido fábricas antes— ni por la de los alimentos. Es decir, los habíamos cultivado. Sin embargo, la industria del jarabe de maíz sabe que no gana nada con más publicidad.
Los consumidores tienen malos presentimientos hacia el jarabe de maíz con alto contenido de fructosa, y ver la fábrica sólo vuelve al público más conciente de que nuestro sistema alimentario se ha industrializado al punto de ser poco apetitoso. No es que tengan algo que ocultar
Pero, por cierto, no tienen nada bonito que mostrar.