PALESTINA-ISRAEL: Tensa calma

Las tropas y tanques israelíes abandonaron Gaza y se apostaron en la frontera de esta franja costera palestina. El Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), por su parte, redujo en gran medida su bombardeo contra el sur de Israel.

Luego del último ciclo de enfrentamientos entre Israel y Hamas a comienzos de este mes, en el que murieron más de 100 palestinos y cuatro soldados israelíes, una tensa calma descendió sobre el área.

Pero pocos creen que sea más que una tregua en la guerra en curso entre Israel y Hamas, que controla Gaza desde que le arrebató, por medio de las armas, el poder al moderado partido Fatah en junio pasado, un año y medio después de ganar las elecciones legislativas en Palestina sin poder hacerse luego con el poder.

Parece casi inevitable que en algún momento de las próximas semanas Israel realice un "asesinato selectivo" de algún dirigente de Hamas en Gaza, o que un cohete desde la franja caiga en alguna vivienda israelí. La violencia surgirá de nuevo.

La pregunta es si Israel lanzará una gran operación militar en Gaza para aplastar a Hamas y acabar con el fuego de cohetes.
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La operación de comienzos de mes fue de alcance limitado: cientos de soldados de infantería apoyados por vehículos artillados y aviones de guerra se desplegaron en zonas populosas del norte de Gaza, en un intento por identificar y apuntar contra quienes disparan los cohetes y destruir los arsenales.

La prensa israelí filtró en días recientes sobre "nuevos entendimientos", alcanzados indirectamente entre Israel y Hamas con la mediación egipcia y estadounidense. La fórmula básica: no habrá cohetes desde Gaza hacia Israel ni ataques militares de Israel a Gaza.

"Si no nos tiran (cohetes) Qassam, no atacaremos Gaza", dijo el primer ministro israelí Ehud Olmert, en lo que pareció confirmar tal tregua informal.

En los últimos días, el pacto parece haberse respetado. Sólo tres cohetes cayeron en Israel, en comparación con los 50 diarios del pico del conflicto este mes.

Fue la primera ocasión en que un proyectil palestino, un Grad de fabricación iraní, llegó a una gran ciudad israelí, el puerto de Ashkelon, de 120.000 habitantes, 10 kilómetros al norte de Gaza. Hasta ahora, se habían limitado a pequeñas comunidades cercanas.

Por su parte, el ejército israelí retiró todas sus tropas de Gaza y también dejó de realizar ataques aéreos contra esa zona densamente poblada.

Un nuevo equilibrio disuasivo parece haber surgido: si Israel apunta contra dirigentes de Hamas, el movimiento disparará sus cohetes.

El gobierno de Olmert dejó claro el precio que Hamas deberá pagar si vuelve a bombardear Ashkelon: más bajas tras un centenar de muertos y cientos de heridos en apenas cinco días de incursión israelí en la franja de Gaza.

Pero las opciones israelíes parecen limitadas. Además del temor de sufrir gran cantidad de bajas en una gran operación militar en Gaza, que debería incluir combate de guerrillas en zonas muy poblados y campamentos de refugiados. Para Olmert no hay una estrategia de salida obvia.

Si Israel logra socavar significativamente a Hamas en una operación prolongada, ¿quién llenará el vacío de poder en Gazah? Las fuerzas de Fatah, leales al presidente palestino Mahmoud Abbas, no está en condiciones de recuperar el control.

La posibilidad de que una fuerza internacional de mantenimiento de la paz tampoco parece cercana. Es difícil de prever cuántos países estarían dispuestos a enviar tropas a afrontar el fuego cruzado entre Israel y Hamas.

Nada garantiza tampoco que después del fin de la operación, que podría insumir semanas e incluso meses, y de una nueva retirada de Gaza, no se reanude el sobrevolar de los cohetes.

Horas después de la retirada de Israel tras su última incursión en Gaza, Hamas lanzó una andanada de Qasam antes de cesar el fuego y declarar su victoria. Olmert no puede garantizar que no se repita ese escenario tras una gran incursión por tierra.

Por otra parte, Israel no tomó represalias luego del ataque contra un seminario rabínico en Jerusalén la semana pasada, en el que murieron ocho adolescentes que estudiaban en la biblioteca.

La falta de respuesta fue, en parte, porque no hubo responsabilidad clara del atentado. Voceros de Hamas afirmaron que fue en "venganza" por la operación israelí en Gaza, pero no lo reivindicaron. Pero de producirse otro ataque, o hay bajas por cohetes contra territorio israelí, o muere algún miembro de Hamas en un bombardeo aéreo y el movimiento islámico toma represalias, la calma se sacudirá.

Si eso sucede, Olmert se verá obligado por la presión de la ciudadanía israelí a dejar de lado su reticencia contra una gran operación militar en Gaza.

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