Los iraquíes que abandonan su país son más de los que retornan, a pesar de las afirmaciones en contrario de las autoridades en Bagdad.
Los miles de personas que emigran de Iraq afirman que la inseguridad es tan preocupante como siempre y que retornar sería aceptar la muerte.
"¿Volver?", pregunta Ahmed Alwan, un ingeniero de 35 años que ahora trabaja en un restaurante de Damasco. "No existe un Iraq al cual retornar, mi amigo. Sólo existe en nuestros sueños y en nuestra memoria", afirmó.
La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), informó en septiembre que sólo en Siria hay entre 1,2 y 1,4 millones de iraquíes. La mayoría, al igual que Alwan, no piensan regresar.
"Sólo retornaré cuando se hayan ido hasta el ultimo soldado estadounidense y el último Mullah iraní. Lo único que podría hacerme volver antes es si decido luchar por la verdadera libertad de Iraq", dijo Alwan.
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Los refugiados iraquíes en Siria hablan de inseguridad, falta de servicios, temor al futuro, desconfianza hacia los políticos de su país o pérdida de sus hogares. Muchos, simplemente, tienen mucho miedo de volver.
Un informe de Acnur difundido el mes pasado contradijo afirmaciones del gobierno del presidente estadounidense George W. Bush acerca de que el número de iraquíes que retornan a su país supera al de aquellos que lo abandonan.
Según los datos de Acnur, entre febrero de 2006 y octubre de 2007 Siria recibió entre 30.000 y 60.000 refugiados por mes. Funcionarios de inmigración señalaron que, a fines de enero, un promedio de 1.200 iraquíes cruzaron la frontera rumbo a Siria, mientras que el movimiento en sentido opuesto no superó a las 700 personas en promedio.
"Hay muchos asesinatos en todo Iraq, incluso en la capital, y las operaciones militares se desarrollan de la misma forma que en 2004 y 2005", dijo a IPS Nayil Mufeed, asesor de seguridad de una compañía de telefonía móvil en Bagdad.
"Hemos aconsejado a nuestros empleadores que trasladarse a Jordania es una necesidad imperiosa en vista de la fragilidad de la situación", agregó.
"Aunque creamos que la seguridad ha mejorado en algunas áreas, sabemos que empeoró en otras y esto cambia repentinamente de un lugar a otro", señaló a IPS Farooq Munim, un ex director de escuela ahora exiliado en Siria.
"Mi ciudad, Mosul, era segura para quienes no tenían conexiones con la inteligencia estadounidense o gubernamental, pero ahora no es segura para nadie, luego de la explosión en un barrio que fue responsabilidad de la Peshmerga (milicias kurdas) y Estados Unidos para justificar la nueva ofensiva contra la ciudad", agregó.
Mosul, 300 kilómetros al norte de Bagdad, se encuentra bajo sitio de las tropas estadounidenses, apoyadas por fuerzas iraquíes y las milicias kurdas. Es un bastión sunita, una de las dos ramas de la fe musulmana, y ha sido blanco de la milicia Peshmerga, que quiere "limpiarla" de su mayoría árabe para sustentar sus reclamos de que se trata de una ciudad kurda.
Muchos iraquíes en Siria dicen que no volverán por temor a ser arrestados.
"Los militares estadounidenses dicen que ahora Faluya es segura, mientras hay más de 800 personas detenidas allí en las peores condiciones", dijo a IPS Omar, un joven de 25 años cuyo nombre figura en una lista de personas buscadas por la policía local.
"Quieren arrestarme sólo porque ayudé a unos periodistas extranjeros que visitaron Faluya para cubrir la masacre realizada allí por Estados Unidos en 2004. Yo les presenté testigos que les relataron que iraquíes ayudaron a los estadounidenses a destruir nuestra ciudad. Por lo menos 750 de los 800 prisioneros no son combatientes de la resistencia, sino personas que se negaron a colaborar con las fuerzas de ocupación", agregó.
Usualmente, los iraquíes que regresan a su país no lo hacen por considerar que las cosas están mejorando.
"La gente va y viene para vigilar su propiedad, cobrar sus salarios y pensiones u otras necesidades, pero la prensa lo hace ver como si estuvieran volviendo a sus hogares", dijo a IPS el gerente de una empresa de transporte de pasajeros con sede en Damasco, quien pidió no revelar su nombre ni el de la compañía.
"Algunos regresan cuando se quedan sin dinero, especialmente luego de que el gobierno iraquí prometió pagarle a quienes retornaran. Muchos vuelven a Siria cuando descubren que era una mentira. Por otro lado, hay personas que siguen huyendo por las operaciones militares que se realizan en todo Iraq", agregó.
Un estudio de la Organización de las Naciones Unidas reveló que "46 por ciento de quienes dejan Siria lo hacen porque no tienen medios para pagar su estadía, 25 por ciento a causa de la política más estricta de Damasco respecto de las visas y sólo 14 por ciento porque escucharon que la situación mejoró".
Otros no vuelven por razones financieras.
"Aquí es más barato que en Iraq", dijo a IPS Hanan Jabbar, una ama de casa de 38 años que llegó a Siria hace cinco meses.
"Un litro de kerosene cuesta un dólar allá, pero sólo 10 centavos aquí. Este es sólo un ejemplo sobre cómo se ha vuelto imposible la vida en Iraq. Mis hijos van seguros a la escuela y juegan con otros niños sin que yo me muera de preocupación por lo que pueda pasarles", relató.
"Dios bendiga a Siria y Jordania por recibirnos, y Dios maldiga a Estados Unidos y sus aliados por hacernos todo esto", afirmó Jabbar.
En muchas calles de Damasco se pueden ver más iraquíes que sirios, en parte porque están desocupados. La mayoría concurre a cafés de Internet, casas de té o están a la búsqueda de cualquier clase de trabajo.
"Llevé a mi familia de vuelta a Bagdad en enero. La primera noche allí los estadounidenses ocuparon nuestra casa y nos confinaron en una habitación, mientras sus francotiradores usaban el techo para dispararle a la gente", relató Rasool Mussa.
"Decidí volver a Damasco a la mañana siguiente, tras una horrible noche que jamás olvidaremos", concluyó.
(* Maki, corresponsal en Damasco, trabaja en estrecha colaboración con Dahr Jamail, especialista de IPS en Iraq, quien ha enviado numerosos artículos desde ese país y otros de Medio Oriente).