Los observadores políticos albergan pocas ilusiones sobre la posibilidad de que las elecciones presidenciales y parlamentarias de este sábado en Zimbabwe sean libres y transparentes.
"La gente está siendo intimidada, los partidos se ven imposibilitados de hacer campaña libremente y a causa de las duras leyes de prensa los periodistas no pueden informar sobre lo que ocurre", dijo Takura Zhangazha, del capítulo local del Instituto de Medios de África Austral. Existen evidencias ampliamente documentadas sobre el acoso y abuso físico de miembros de la oposición y activistas de derechos humanos en los meses previos a los comicios, tanto por parte de seguidores del gobierno como de las fuerzas de seguridad.
El recuerdo de mayores niveles de intimidación en los comicios de 2000, 2002 y 2005 está presente en la sociedad y actúa como un poderoso elemento disuasivo sobre la oposición.
Este viernes, el jefe de policía, Augustine Chihuri, anunció que "las fuerzas de defensa y seguridad se encuentran en estado de alerta máxima", listas para "desbaratar toda amenaza a la seguridad nacional". La cadena de radio y televisión británica BBC informó que tanques y camiones hidrantes han sido desplegados en la capital.
En medio de denuncias de la oposición sobre la inminencia de un fraude generalizado, el presidente Robert Mugabe dijo a sus oponentes que no protesten si resultan derrotados. "Sólo atrévanse a intentarlo", advirtió.
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La lista de irregularidades incluye la presencia de miles de "electores fantasma" en los padrones, que presumiblemente "votarán" por Mugabe y la oficialista Unión Nacional Africana-Frente Patriótico (ZANU-PF, por sus siglas en inglés), así como la manipulación de la ayuda alimentaria para la compra de votos.
El Programa Mundial de Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas estima que alrededor de cuatro de los 13 millones de habitantes necesitan esa asistencia.
Los medios de difusión estatales han hecho campaña a favor de Mugabe abiertamente. No existen radios o canales de televisión independientes y la prensa escrita no oficialista sufre restricciones.
Las autoridades no autorizaron la presencia de observadores electorales de países que han criticado a Mugabe, medida que se hizo extensiva a periodistas de medios que también cuestionaron las políticas del gobierno. Un informe de la organización Reporteros Sin Fronteras, con sede en París, señaló que continúa "la vigilancia y represión" de los periodistas locales.
La organización de derechos humanos Amnistía Internacional destacó que "muchas personas en las áreas rurales temen que haya represalias luego de los comicios contra quienes son considerados seguidores de la oposición".
Las elecciones de este sábado se realizarán luego de casi una década de creciente autoritarismo por parte de Mugabe, presidente desde la independencia en 1980 y quien ahora busca su sexto período de gobierno.
En los comicios presidenciales de 2000 Mugabe debió enfrentar su primer serio desafío en las urnas por parte de un partido de oposición, el Movimiento para el Cambio Democrático (MDC, por sus siglas en inglés). Desde ese momento, se embarcó en una sistemática campaña de violación de los derechos humanos y un controvertido programa de confiscación de tierras a la minoría blanca.
Buena parte de esas granjas están ahora en manos de altos funcionarios del gobierno en lugar de los campesinos pobres. La producción agrícola se redujo drásticamente y el país sufre hiperinflación, con una tasa de desempleo de alrededor de 80 por ciento.
Existe escasez de bienes básicos y divisas extranjeras, hay frecuentes cortes de energía y un deterioro en la prestación de servicios que hace que muchos se pregunten cómo es que el país sigue a flote, incluso con la ayuda de las remesas que envían desde el exterior los millones de ciudadanos que optaron por emigrar.
Mugabe argumentó que la crisis ha sido el resultado de una conspiración de los países occidentales, como represalia por las expropiaciones de tierras. Estados Unidos y la Unión Europea han impuesto sanciones a Zimbabwe.
Los principales rivales de Mugabe en los comicios son el dirigente sindical Morgan Tsvangirai, líder del sector más importante del ahora dividido MDC, y Simba Makoni, ex ministro de Finanzas y dirigente del ZANU-PF, expulsado del partido oficialista cuando anunció su candidatura el 5 de febrero.
Ha habido muchas especulaciones sobre el grado de apoyo con que cuenta Makoni en el ZANU-PF, sobre todo luego del aval que recibió de un "peso pesado" del oficialismo, Dumiso Dabengwa. El sector minoritario del MDC también se alineó detrás de su candidatura.
"Makoni se ubica entre el ZANU-PF y el MDC en lo que hace a una reaproximación con Occidente, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional", señaló el analista político Eldred Masunungure.
Si ninguno de los candidatos obtiene 50 por ciento de los votos será necesaria una segunda vuelta para determinar al ganador.
Según el portavoz de la comisión electoral, Shupikai Mashereni, "la mayoría de los comentarios que la prensa y otros observadores realizan sobre las elecciones son infundados. Todo se encuentra en orden y estamos listos para los comicios".
Sin embargo, el no gubernamental Grupo Internacional de Crisis, con sede en Bruselas, señaló que aunque la mayoría de los ciudadanos "desean desesperadamente un cambio, tienen escasas esperanzas de que las elecciones lo hagan posible".
"Incluso luego de los comicios, un compromiso negociado, que incluya la creación de un gobierno de transición, aparece como prerrequisito para poner fin a la crisis, aunque ese será sólo el primer paso", advirtió.