Unas 400 personas, que golpeaban cacerolas y hacían sonar silbatos, formaron este miércoles una valla humana frente al edificio del Banco Central de Reserva de El Salvador para protestar contra los aumentos de precios de la canasta básica de alimentos.
"Estoy desesperada, ya no podemos aguantar más", dijo a IPS Guadalupe López, madre soltera de cuatro hijos. "Además, no tenemos un empleo que nos permita mantener a nuestros hijos, alimentarlos y pagar su educación", agregó.
Francisco Marroquín, de 26 años, afirmó que el gobierno debía establecer controles de precios y aumentar el salario mínimo, "para que la gente pueda sobrevivir". Los participantes en el "cacerolazo" repartieron panfletos en los que exigían acciones oficiales que garanticen "la soberanía y seguridad alimentaria".
Una demostración así no se veía en la capital salvadoreña desde los años 80, cuando agrupaciones femeninas de derecha protestaban contra el gobierno democristiano del entonces presidente Napoleón Duarte (1984-1989).
El Centro para la Defensa del Consumidor (CDC) de El Salvador informó que entre enero de 2007 y el mismo mes de este año el precio de venta al público de los frijoles aumentó 68 por ciento, seguido por las subas en el arroz (56,2 por ciento) y el maíz (37,5 por ciento). Todos son parte fundamental en la dieta de los hogares salvadoreños pobres.
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Durante los últimos años la cotización de los productos básicos se incrementó de manera sostenida en los mercados internacionales. En diciembre de 2007, el índice de precios de los alimentos que prepara la revista británica The Economist alcanzó su punto más alto desde que comenzó a elaborarlo en 1845.
Los aumentos del rubro alimentación en muchos casos superan largamente el índice general de precios al consumidor en casi todos los países de América Latina.
La tendencia no responde a una situación de escasez. La producción mundial de alimentos aumenta, pero no alcanza para aliviar la presión de una demanda creciente, que responde a dos causas: el auge de los biocombustibles y las mayores compras por parte de China e India como consecuencia de las mejores condiciones de vida de sus poblaciones, afirman los especialistas.
En El Salvador, el estudio del CDC también marcó una asimetría entre los incrementos salariales y el crecimiento de los precios.
En mayo de 2004, el costo de la canasta básica alimentaria en las zonas urbanas era de 128,19 dólares, mientras que el salario mínimo era de 151,25 dólares. Pero en enero de este año el valor de la primera se ubicó en 159,9 dólares y el ingreso mínimo en 162. Según el director del CDC, Armando Flores, "esto es consecuencia de un mercado que no funciona para la población y debido a la ausencia de voluntad política para implementar políticas públicas que atenúen la situación" y reclamó al gobierno que regule los precios de los alimentos.
"Los precios de los productos van como la liebre y los salarios como el cangrejo, en reversa", aseguró.
La ministra de Economía, Yolanda de Gavidia, ha declarado reiteradamente que los aumentos son consecuencia de los altos precios del petróleo y que no puede hacerse "mucho" para frenar esta espiral, dado que El Salvador no es productor de hidrocarburos.
El gobierno informó que la inflación fue de cinco por ciento en 2007, pero analistas privados y activistas sociales ponen en duda esa cifra. Carlos Acevedo, economista del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), estimó que "el incremento de los precios de los bienes de la canasta básica ha sido sustancialmente superior" a lo que indican las estadísticas oficiales.
A su juicio, el gobierno debería hacer frente al problema "con la importación de productos que muestren aumentos considerables" y elevando los ingresos de la población a través de una política que involucre a la empresa privada y genere "más empleos con salarios dignos".
Los analistas estiman que las remesas de los 2,9 millones de salvadoreños que viven en el exterior, principalmente en Estados Unidos, son la principal válvula de escape para la situación económica de la mayoría de la población. El año pasado llegaron a 3.600 millones de dólares, equivalentes a 18 por ciento del producto interno bruto, según el Banco Central.
Sandra Guevara, directora de la Asociación Movimiento de Mujeres Mélida Anaya Montes, aseguró que los aumentos de precios impactan de forma particular en la población femenina. "El salario no da abasto para cubrir las necesidades más básicas de las mayorías. Muchas familias tienen para comer apenas un dólar al día", afirmó.