Poblaciones indígenas y minorías son las «víctimas silenciosas» potenciales del cambio climático, advirtió una organización humanitaria británica.
Ambos grupos de población suelen verse afectados en forma desproporcionada por desastres vinculados al recalentamiento planetario, pero la comunidad internacional sigue ignorando su padecimiento, según Minority Rights Group International (MRG), con sede en Londres.
"Rara vez se considera la situación única de minorías e indígenas desde que ocurre un desastre hasta cuando se diseñan políticas vinculadas a ese fenómeno", señaló Ishbel Matheson, jefa de políticas y comunicaciones de MRG.
Entre las poblaciones más desfavorecida figuran los dalits ("intocables", según el estricto sistema de castas hindú) de India, la comunidad pescadora rakhain de Bangladesh, los grupos pastoriles de Kenia, los karamajong de Uganda, los negros en Colombia, los gitanos de Europa y los sami del norte de Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia.
En las inundaciones del año pasado en Bihar, India, la asistencia para los dalits demoró en llegar y hubo una discriminación flagrante en el proceso de distribución de la ayuda, remarca el informe.
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"La estrecha relación de muchas poblaciones indígenas y minorías con el ambiente las hace especialmente sensibles al impacto del cambio climático", sostiene MRG.
Los indígenas tienen un conocimiento muy profundo del clima y sus consecuencias sobre plantas y animales, pero el cambio climático afecta su estilo de vida, añade el informe.
"Los ancianos de nuestra comunidad", relató David Pulkol, de los karamajong de Uganda, "interpretan ciertos signos de la naturaleza y saben cuando tienen que cultivar sus semillas o cuando comienza la temporada de caza. Pero con el cambio climático se vuelve imposible hacer ese tipo de predicciones."
"Hubo un aumento inusual de las sequías que ocasionan una gran pérdida de ganado y aumenta la pobreza y el hambre en nuestra comunidad", añadió.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, red mundial de científicos patrocinada por la ONU, señaló que el recalentamiento del planeta y los eventos climáticos extremos pueden, a largo plazo, atribuirse a la quema de combustibles fósiles y otras actividades contaminantes que emiten a la atmósfera dióxido de carbono, entre otros gases invernadero.
La mayoría de los científicos atribuyen el recalentamiento del planeta a los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso.
La ONU (Organización de las Naciones Unidas) y sus agencias especializadas en ambiente deben involucrarse definitivamente en llamar la atención sobre la difícil situación que padecen las minorías a causa del cambio climático, señaló Matheson.
"La dificultad es que hasta hace poco, gran parte de la polémica sobre cambio climático giró en torno a saber hasta qué punto la actividad humana era responsable del recalentamiento del planeta y registrar los efectos ambientales reales y futuros", añadió.
Las negociaciones en el marco de la ONU giraron en torno a las medidas para frenar las emisiones de dióxido de carbono o mitigar sus efectos, indicó Matheson.
"Esa es una prioridad obvia", reconoció, y el centro de las negociaciones para elaborar un pacto sucesor al del Protocolo de Kyoto, que expira en 2012.
Ese convenio de la ONU, que estableció en 1997 metas de reducción en las emisiones de gases invernadero obligatorias para los países ricos, es el único instrumento internacional contra el recalentamiento planetario.
"Pero dado que los efectos reales del recalentamiento de la atmósfera se sienten a escala humana, los políticos deben ver más allá del impacto ambiental y analizar las consecuencias sobre las comunidades, en especial las más perjudicadas", arguyó Matheson.
El Foro Permanente sobre Cuestiones Indígenas de la ONU está concentrado en esa tarea y ya publicó una serie de estudios al respecto, apuntó.
La consigna del séptimo periodo de sesiones del Foro Permanente, a realizarse del 21 de abril al 2 de mayo, será "Cambio climático, diversidad cultural y medios de vida: custodia por los pueblos indígenas y nuevos retos".
"El cambio climático es considerado uno de los desafíos más importantes. Los últimos acontecimientos demuestran la creciente vulnerabilidad del planeta ante el fenómeno", señala un estudio que será presentado el mes próximo en el Foro Permanente.
"Para los indígenas, el cambio climático es una realidad y supone peligros y riesgos a la supervivencia de sus comunidades", advierte.
El estudio también advierte que ese fenómeno "tiene graves consecuencias económicas y sociales".
"El cambio climático es, fundamentalmente, un reto para el desarrollo sustentable y debe vincularse con mayor firmeza a una agenda más amplia de desarrollo, incluida la reducción de la pobreza y otros objetivos acordados por la comunidad internacional", prosigue.
Los desafíos clave para los indígenas son el impacto en los monocultivos, los desplazamientos masivos de personas, la mala calidad del agua, la seguridad alimentaria, la salud y la infraestructura, según se planteó en una conferencia de organizaciones no gubernamentales realizada en Nueva York en septiembre de 2007.
Y un taller de expertos internacionales organizado en Rusia en agosto de 2007 se concentró en los daños ambientales, incluida la contaminación y el desecho de residuos tóxicos en tierras habitadas por indígenas.
Los indígenas y los grupos minoritarios en todo el mundo también se ven perjudicados por los cultivos destinados a fabricar biocombustibles, defendidos por muchos gobiernos como una solución al cambio climático, según el documento de MRG.
Los biocombustibles, de origen vegetal, se consideran una opción menos contaminante porque producen menos emisiones de dióxido de carbono.
"Pero las comunidades indígenas son desalojadas a la fuerza, con la consiguiente pérdida de su cultura y su sustento, para abrir espacio a cultivos utilizados en la producción de biocombustibles", señala el informe.
En muchas naciones sudamericanas como Argentina, Brasil y Colombia, los indígenas fueron expulsados de sus tierras, algunas veces con violencia, para destinar sus tierras a la producción de combustibles de origen vegetal.
Otro aspecto del problema es la marginación social.
Las sociedades pastoriles de Kenia fueron las más afectadas por las últimas sequías. Pero sus consecuencias se agudizaron por la negligencia del gobierno y la falta de medidas paliativas.
La explosión de los cultivos para la producción de biocombustibles es especialmente problemática.
En Colombia, por ejemplo, más del 90 por ciento de las tierras cultivadas con palmeras en 2005 pertenecían a comunidades de afrodescendientes.
Los 50 países menos avanzados crean programas de acción para una adaptación nacional, bajo los auspicios de la ONU, tendientes a diseñar estrategias para combatir los efectos del cambio climático, indicó Matheson.
"Pero durante el proceso no tienen ninguna obligación de prestar atención a las necesidades especiales de las minorías o los pueblos indígenas", añadió.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) suelen ser las agencias del foro mundial a cargo de trabajar con esos países para diseñar los planes de adaptación.