De la mano de una administración municipal que proclama su vocación ambiental, la capital portuguesa se encamina a desarrollar la energía eólica, restaurar y conectar sus espacios verdes y promover el transporte limpio y la vida al aire libre.
Durante décadas, Portugal ignoró las posibilidades de la naturaleza para aprovechar las energías alternativas a los combustibles fósiles, mientras los intereses inmobiliarios destruían pulmones verdes de sus ciudades, afirman los ecologistas.
Pero en 2005, cuando el ingeniero y ambientalista José Sócrates Carvalho Pinto de Sousa, entonces de 47 años, se convirtió en líder socialista y juró como primer ministro, Portugal comenzó a tomar nota de que es el país de Europa con mayor cantidad de horas de sol por año, tiene vientos fuertes y constantes y enormes olas sobre sus costas en el océano Atlántico.
Esos elementos de la geografía permitirían a este país, en pocos años, trepar de los últimos hacia los primeros lugares en materia de respeto del ambiente y aprovechamiento de energías limpias, afirman los estudiosos.
Lisboa parece encaminada. El concejal a cargo del ambiente en la asamblea de la alcaldía, José Sá Fernandes, pretende que en seis años la capital del país se convierta en ejemplo para las demás ciudades portuguesas y europeas.
"Apostamos a tres cosas: ahorro de energía, desarrollo de fuentes alternativas a los combustibles fósiles y realizar circuitos dentro de la ciudad de ligazón entre todos los jardines, no sólo para poder trasladarnos, en especial a pie y en bicicleta, sino también para respirar mejor en las calles", explicó el edil a IPS.
La alcaldía de Lisboa instalará "algunas turbinas eólicas de cerca de 10 metros, como si fuesen faroles, llamando así la atención hacia la producción de energía de otras maneras", explicó.
El proyecto que ha llamado Wind Parade (Desfile del Viento), consiste en instalar entre 15 y 20 turbinas eólicas en Lisboa en mayo y junio de este año para generar electricidad, que después será inyectada a la red de abastecimiento público para ser usada en el consumo propio o para la venta. El Wind Parade Lisboa 2008 es apoyado por las entidades Energía Sostenible para Europa, Asociación Europea de Energía del Viento (respectivamente SEE y EWEA, por sus siglas en inglés) y la Asociación Portuguesa de Energías Renovables.
El proyecto cuenta con dos fases, "la primera de ellas es una apelación a la sensibilidad de la ciudadanía para la producción de energía a partir de fuentes renovables, mientras que en la segunda se destaca una acción de formación en las escuelas", precisó.
"De esta manera se beneficia el ambiente, ya que cada turbina puede ahorrar (la emisión contaminante de) hasta 2,15 toneladas de dióxido de carbono por año, además de que no significará un gasto porque las turbinas van a ser donadas por empresas privadas e instaladas en terrenos municipales", sostuvo el concejal.
"El principal impacto que esperamos es el psicológico, llevando a las personas a pensar en la ecología", explicó.
En los edificios de propiedad municipal "colocaremos paneles solares, aprovecharemos las aguas calientes de las piscinas para producir energía a través del gas, cambiaremos las bombillas de los semáforos por otras más modernas que permiten ahorro de luz, lo que se traducirá en una gran reducción de la factura energética", añadió.
"Lisboa necesita de tiempo para recuperarse del desastre provocado en los últimos seis años por las mayorías del Partido Socialdemócrata", (PSD, de orientación conservadora) que fue acusado de haber cedido a las presiones de las grandes empresas inmobiliarias durante su gestión del municipio, dijo Sá Fernandes.
El gobierno municipal está en manos del gobernante Partido Socialista desde mediados del año pasado.
El independiente Sá Fernandes, escogido en los comicios municipales anticipados de 2005 y reelegido en 2007 por las listas del Bloque de Izquierda, dice amar tanto la ciudad en la que nació en abril de 1958, que desde que tiene uso de razón libra los más diversos combates en su defensa.
Junto al cineasta José Fonseca e Costa y al arquitecto Gonçalo Ribeiro Telles, hace parte de un trío protagonista de varias batallas para la defensa de Lisboa como ciudad antigua y señorial, contra el avance de los grandes intereses inmobiliarios.
Al proyecto energético, Sá Fernandes une otro plan ambiental, los Corredores Verdes, tendiendo senderos para bicicletas, que conecten los grandes parques, jardines y espacios forestales que existen en la capital. "Y todo esto sin necesidad de dinero", aseguró.
"Si logramos tener una estructura ecológica montada, si las personas verifican que hay otros tipos de transportes que faciliten la movilidad, si ven que están preservados los jardines, miradores, terrazas, espacios para que los niños jueguen y corran, esto es una señal de esperanza", dijo.
El plan es ambicioso y complicado, pero posible y barato, aseguró el concejal, que ha logrado apoyo y compromiso de dueños de grandes espacios verdes que no son propiedad municipal, como las Fuerzas Armadas, ministerios, universidades y hospitales.
"Vamos a ligar a todos los jardines y parques de la ciudad, lo que nos va a permitir una notable estructura ecológica que dará paso a buenas practicas ambientales, tales como convertir en peatonales varias calles de la ciudad", acotó.
En cuanto a los transportes públicos, en coordinación con la empresa estatal Carris que administra este sector, "fomentaremos la rehabilitación de tranvías eléctricos" en especial en la orilla del río Tajo.
En esta capital "todos los componentes ambientales, agua, tierra, aire, sol, van a tener aplicaciones prácticas gracias a una orientación política, o sea ir descendiendo del discurso teórico a lo concreto y palpable", sostuvo.
Entre estas concreciones prácticas, se destacan algunas obras con un posible gran impacto en el turismo, la principal fuente de captación de divisas para el país, que anualmente recibe unos 11 millones de visitantes en especial europeos sedientos de temperaturas amables, animación y buena mesa.
Se dará "un gran impulso a las terrazas, a la vida en la calle, con cafés y restaurantes al aire libre, una vida que nos podemos permitir por el clima que tenemos, y ya a fines de 2009 quien nos visite va a entender que Lisboa es una ciudad verde, que tiene dos cosas que nadie le puede quitar: su luz y el río", prometió.