SALUD-ASIA MERIDIONAL: Sin freno a tráfico de órganos

El arresto de Amit Kumar, cabecilla de una red que vendía riñones humanos, puso en primer plano el papel que desempeña Asia meridional como centro del tráfico internacional de órganos.

Un sistema de salud no regulado, un gran número de personas desesperadamente pobres dispuestas a vender un riñón y un sistema de supervisión corrupto se han combinado para crear una clase especial de "turismo de transplantes" en la región, especialmente en India y Pakistán.

Los cirujanos están colaborando con las redes que trafican órganos para identificar a las personas que venderían uno propio, dijo Nancy Scheper-Hughes, fundadora y directora de Organs Watch, un proyecto de investigación de la estadounidense Universidad de Berkeley.

"Los arrestos revelan una red global de una escala sin precedentes", señaló Samiran Nundy, cirujano del prestigioso Hospital Sir Gangaram de Nueva Delhi, y uno de los impulsores de la legislación que regula los trasplantes en India, que prohíbe pagar por ellos.

Kumar está acusado de atraer a personas pobres a su "hospital" de Nueva Delhi con promesas de empleo o grandes sumas de dinero. Les decía que recibirían 7.500 dólares por el órgano que se les iba a extraer, pero luego de la cirugía sólo les pagaban 750 dólares, informó la policía.
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Se estima que Kumar realizó más de 500 transplantes y que cobraba por cada operación hasta 50.000 dólares. Según los investigadores, los pacientes viajaron desde Arabia Saudita, Dubai, Estados Unidos, Gran Bretaña, Nepal, Siria y Turquía.

La red quedó al descubierto en enero, cuando la policía allanó el "hospital" de Kumar a causa de la denuncia de un "donante" que había recibido menos dinero del prometido. Allí encontraron a personas que estaban en recuperación tras recibir un órgano. Médicos, enfermeras y personal de apoyo fueron arrestados.

"La legislación india otorga el poder para investigar e iniciar acciones en este tipo de casos a un Comité de Autorizaciones", dijo el cirujano George Thomas, editor de la revista Indian Journal of Medical Ethics, quien realizó campañas contra el tráfico de órganos.

"Sin embargo, ese organismo está usualmente compuesto por médicos del gobierno que carecen de la infraestructura necesaria para investigar las violaciones a la ley. Muchos de los hospitales donde se realizan los transplantes están ligados a políticos. Los miembros del comité nunca recurren a la policía", agregó.

Una investigación realizada por la revista Frontline reveló que el Comité de Autorizaciones otorgó luz verde a cientos de transplantes en los que el "donante" declaraba que lo hacía por "afecto" hacia el paciente, a pesar de que existían claras evidencias de que sumas de dinero habían cambiado de manos.

"Pero Kumar ni siquiera recurrió a este vacío legal, pretendiendo que el donante actuaba movido por el afecto, ni pidió la autorización del comité, tal como lo requiere la ley", señaló Thomas.

El tráfico de órganos sería imposible sin la complicidad de cirujanos entrenados. Kumar los habría contratado o asociado a su empresa. Tenía contactos en todo el mundo, que le enviaban los pacientes que necesitaban un transplante y una red de "corredores" en toda India, que atraían a los pobres con la promesa de mucho dinero a cambio de uno de sus riñones.

La ley de transplantes en Pakistán fue aprobada en 2007 y ha sido considerada inadecuada.

"Fue la culminación de una lucha de dos décadas de profesionales, la sociedad civil y medios de prensa contra un poderoso grupo de presión que favorecía el tráfico de órganos", dijo a IPS Farhat Moazam, presidenta del Centro de Ética Biomédica y Cultura del Instituto Sind de Urología y Transplantes de Karachi.

"Creo que es un paso en la dirección correcta, aunque necesita ser reforzada en algunos aspectos y aplicada de forma honesta y transparente para que funcione", agregó.

La ley obliga a las instituciones que realizan transplantes a registrarse y ser supervisadas. Asimismo, prohíbe y castiga la venta de órganos, así como las donaciones de paquistaníes a ciudadanos de otros países.

Sin embargo, permite las donaciones a una persona desconocida si ésta es "voluntaria", un término que Moazam considera "vago". También señaló que como la cesión de órganos entre marido y mujer están permitidas "los matrimonios fraudulentos son inevitables".

Aunque la legislación india permite los transplantes de órganos de cadáveres, una vez comprobada la muerte cerebral, los médicos estiman que han sumado menos de 600 entre 1994 y 2003. En promedio, se realizan en India 2.000 transplantes cada año.

Una de las razones que explican la escasa utilización de órganos de personas muertas es la persistencia del lucrativo comercio alimentado por las "donaciones" realizadas en vida. Las otras son los problemas de infraestructura y la falta de conciencia de la población sobre este tema.

"Necesitamos más publicidad sobre la donación de órganos de cadáveres. La gente no sabe qué es la muerte cerebral", afirmó Nundy.

"Existe poco conocimiento sobre la muerte cerebral incluso entre los médicos", advirtió Thomas. "Hay que establecer un sistema para obtener el consentimiento de los parientes y un movimiento social para la donación de órganos", agregó.

Una opción sería la adopción de la política del "consentimiento presunto", según la cual toda persona es un donante salvo que deje asentado formalmente su desacuerdo. Pero Thomas no cree que sea conveniente para India en este momento: "los pobres y los menos educados no sabrán que tienen la opción de negarse", advirtió.

"El desarrollo de programas de donaciones de cadáveres es fundamental para atender las necesidades en Pakistán. Pero esto requerirá elevar el grado de conciencia sobre el tema tanto del público como de los profesionales, y educación", señaló Moazam.

La Organización Mundial de la Salud estimó en 2007 que 10 por ciento de todos los transplantes realizados involucraron a pacientes del mundo industrializado que viajaron a países pobres para comprar órganos.

Se cree que se venden 15.000 riñones anualmente. Y aunque existen evidencias de personas a las que se les extrajo uno de ellos contra su voluntad, en la mayoría de los casos se trata de "donantes" que necesitan desesperadamente el dinero que reciben.

"El tráfico de órganos está relacionado con problemas sociales que deben discutirse en el marco de las injusticias globales", dijo Moazam.

"Se trata de la peor clase de explotación, en la que se extrae una parte del cuerpo de un pobre para que un rico pueda sobrevivir", concluyó Nundy.

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