El joven Ahmed Salah, de 14 años, no sabe cuándo podrá volver a sorprender a su mamá como esta vez.
"¿Dónde estuviste?", preguntó ella después de una ausencia de tres días cuando por primera vez que se abrió la frontera entre Gaza y Egipto a fines de enero.
Lo que trajo hablaba por sí solo de su paradero. "Mira lo que traje: ajo, polvo para lavar y pescado ahumado", respondió Ahmed.
La madre estaba muy emocionada de ver a su hijo sano y salvo. Además quedó encantada con lo que trajo, en especial el ajo.
"Escuché que mi mamá decía que no había más ajo en casa y decidí traerle un poco", dijo Ahmed a IPS.
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"Hay mucho en Egipto. Los egipcios nos recibieron muy bien, nos dieron té y galletas dulces, incluso después de que un grupo de combatientes hicieron volar un tramo del muro", relató.
Ahmed fue uno de los cientos de miles que se aventuraron a la ciudad de al-Arish, en Egipto, en busca de suministros que no tienen en Gaza, aislada por las sanciones impuestas por Israel. Pero no parece que la experiencia pueda repetirse.
Egipto cerró las brechas que quedaban en la frontera y puso fin al libre tránsito de personas que duró 12 días.
Efectivos egipcios permitieron que los palestinos regresaran a Gaza, pero no los dejan volver a entrar a Egipto.
El Cairo declaró que "nunca" se volverá a abrir la frontera.
El 23 de enero, desconocidos colocaron al menos 17 explosivos en el muro de acero y concreto que divide la frontera entre Gaza y Egipto.
El ataque llevó al menos dos semanas de preparación y necesitó de equipos eléctricos para derribar varios cientos de metros de una sección de acero de la pared divisoria.
El Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), que no reconoce a Israel y que triunfó en las elecciones legislativas de enero de 2006, negó estar involucrado en el atentado.
Israel impuso restricciones al suministro de combustible y de otros recursos a la franja Gaza con el argumento de que es una respuesta a los ataques con misiles lanzados desde esa zona de Palestina.
La brecha es la consecuencia inevitable del hambre y del asedio que padecen desde hace meses 1,5 millones de personas en Gaza.
Unas 350.000 personas cruzaron la frontera el primer día que se abrió la brecha. La población de Gaza vive asediada desde hace casi 18 meses y carece de recursos básicos desde septiembre de 2007. Ahora pudieron armarse una reserva para seguir aguantando.
Los palestinos que cruzaron la frontera regresaron con alimentos, medicamentos, leche, queso, animales de cría y combustible, además de cigarrillos, zapatos, muebles, colchones, cemento, gas natural, partes de automóviles y hasta generadores de respaldo.
Asediadas desde hace casi dos años, las personas lucían radiantes. La apertura de la frontera causó un grado de alegría que faltó en las celebraciones de Eid en diciembre.
Se cree que el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, recibió presiones de Estados Unidos para cerrar la frontera.
En el norte de la península del Sinai, los altoparlantes anunciaban que la frontera sería cerrada.
La policía egipcia recurrió a camiones lanza-agua y disparos al aire de advertencia para hacer retroceder a la gente desesperada por conseguir lo necesario.
La población de Gaza añoró la libertad al cruzar la frontera.
"Me tomé sólo una botella de Coca Cola y comí pescado egipcio", relató un joven a sus amigos. "Sin disparos ni ataques israelíes. La gente estaba tranquila sentada en la playa".
A pesar de la dura situación que padecen los palestinos, la mayoría de la gente no quiere abandonar Gaza.
"Es mi hogar y no lo abandonaré por nada", aseguró un anciano que sólo cruzó la frontera para visitar a su nieto que no conocía.