Una disputa entre el gobierno de Eritrea y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en torno al suministro de combustible, pone en duda el futuro de la fuerza de paz del organismo mundial en ese país.
La Misión en Etiopía y Eritrea (Unmee, por sus siglas en inglés) se inició hace ocho años para supervisar un acuerdo de paz entre esas dos naciones, alcanzado luego de un conflicto fronterizo.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon advirtió que si la Unmee, que se encuentra instalada en Addis Abeba y Asmara, no recibe combustible "inmediatamente", deberá retirar las tropas de la capital de Eritrea y reubicarlas.
"Las reservas de combustible se agotarán en los próximos días. La misión quedará inmovilizada e imposibilitada de cumplir sus funciones", afirmó.
Ban también expresó su preocupación por la seguridad del personal de la Unmee, sobre todo de aquéllos desplegados en zonas remotas, donde dependen de generadores para obtener la energía necesaria para el funcionamiento de los equipos de comunicaciones y la conservación de los alimentos y suministros médicos.
El gobierno de Eritrea comenzó a restringir la entrega de combustible el 1 de diciembre y no ofreció una explicación sobre los motivos, aunque un funcionario de la ONU dijo a IPS que las autoridades de Asmara quieren que la Unmee abandone el país.
Ban lamentó que, a pesar de una carta que envió al presidente de Eritrea, Isaias Afwerki, solicitando su urgente intervención para resolver el problema, el abastecimiento no fue reiniciado y la Unmee no recibió autorización para importar combustible en forma directa.
La misión de paz fue establecida en septiembre de 2000. Está integrada por 3.290 soldados de 42 países y tiene un presupuesto anual de más de 185 millones de dólares.
En una nota dirigida al Consejo de Seguridad de la ONU, el encargado de negocios de Eritrea, Tesfa Alem Seyoum, señaló que aunque el conflicto fronterizo, que estalló en mayo de 1998, concluyó con el acuerdo de paz firmado en Argel en 2000, Etiopía "continúa ocupando territorio soberano de Eritrea".
"Mi gobierno urge al Consejo de Seguridad a centrar su atención sobre el tema fundamental, que es la retirada de Etiopía de territorio eritreo", agregó, sin mencionar la preocupación por la suspensión de la entrega de combustible.
La semana pasada, en Asmara, el ministro de Relaciones Exteriores dijo que "el gobierno de Eritrea ha pedido reiteradamente al Consejo de Seguridad que asuma su responsabilidad legal y moral para asegurar que el ejército y las instituciones del régimen etíope abandonen los territorios ocupados".
También acusó al Consejo de Seguridad de aprobar una resolución "bajo presión del gobierno de Estados Unidos". Washington considera a Etiopía un aliado clave en la "guerra contra el terrorismo".
El Departamento de Estado (cancillería) estadounidense considera que "Etiopía es un Estado africano en la primera línea de la guerra contra el terrorismo, apoyando los esfuerzos para detener terroristas en su territorio y más allá".
La resolución, aprobada por los 15 integrantes del Consejo de Seguridad, pide a ambos países que "muestren la máxima moderación y eviten el uso de la fuerza o la amenaza del mismo, se abstengan de realizar actividades militares provocativas y pongan fin al intercambio de declaraciones hostiles".
El Consejo también reclamó a Eritrea que retire sus tropas y equipo militar pesado de la zona de seguridad temporaria y a Etiopía que reduzca el número de fuerzas en las áreas adyacentes.
El embajador panameño Ricardo Alberto Arias, actualmente a cargo de la presidencia del Consejo de Seguridad, declaró que los 15 miembros "demandan" a Eritrea que "reanude inmediatamente" el suministro de combustible a la Unmee o permita que pueda importarlo sin restricciones.