El ejército de Estados Unidos está «exigido al máximo» por intervenciones a gran escala en Medio Oriente, otras misiones y problemas para reclutar soldados, según una encuesta de la revista Foreign Policy y el Centre for a News American Strategy.
"Es una fuerza peligrosamente exigida y un país que no está bien preparado para el próximo combate", señala el Índice del Ejército de Estados Unidos, para el que se encuesta a 3.400 altos oficiales retirados y en actividad.
El ejército es más débil ahora que hace cinco años, según 60 por ciento de los entrevistados, que suelen hacer mención a la cantidad de efectivos asignados a las guerras de Afganistán e Iraq.
"Debemos prestar más atención a la calidad", remarcó el general Gregory Newbold, quien se retiró del Estado Mayor Conjunto, en parte, por objeciones contra la invasión de Iraq.
Los políticos suelen referirse al ejército desde una posición de autoridad, desde el candidato a presidente por el gobernante Partido Republicano, el senador John McCain, hasta el presidente George W. Bush.
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Ellos sostiene que, a pesar de las dos guerras que se libran, Estados Unidos tiene capacidad para hacer frente a nuevas amenazas si fuera necesario.
"Lamento decirles, van a haber otras guerras", aseguró McCain. "Nunca nos rendiremos, pero van a haber otras guerras".
Pero los altos oficiales encuestados insinuaron que la opción militar contra futuras amenazas puede no estar, como lo dan a entender dirigentes de todo el espectro político, "en la mesa" de discusiones.
"No es razonable librar otra guerra, indicaron 80 por ciento de los entrevistados", señala el informe, a la pregunta de si es razonable esperar que el ejército de Estados Unidos abra con éxito otro frente de lucha en este momento.
Se pidió a los entrevistados que calificaran la preparación del ejército frente a la amenaza de Irán, en alusión a la retórica de línea dura de McCain, y los oficiales dieron 4,5 en una escala del uno al 10, nota para la preparación total.
La diferencia en cómo se perciben los líderes civiles y militares también se traduce en los resultados de la encuesta. El nivel de confianza en la presidencia entre los oficiales promedió 5,5 en 10, con 16 por ciento "sin ninguna confianza en el presidente".
El Congreso legislativo fue una de las instituciones mencionadas en el estudio que recibió la menor calificación con un promedio de tan sólo 2,7.
La baja estima que se tiene de los políticos puede deberse a la idea de los oficiales de que los funcionarios saben poco de la actividad del ejército. Sesenta y seis por ciento de los encuestados consideraron que los representantes están "un tanto o muy desinformados acerca del ejército de Estados Unidos".
Esa visión puede deberse a la opinión entre los entrevistados acerca de cómo los políticos condujeron la guerra en Iraq tras la caída de Saddam Hussein (1937-2006). Casi tres cuartos de los oficiales señalaron que los objetivos de los gobernantes para el ejército fueron "poco razonables".
Además, muchos oficiales parecen considerar que los esfuerzos de las fuerzas estadounidenses fueron a veces contraproducentes.
Respecto de qué país obtuvo "mayores beneficios estratégicos" de la guerra, 37 por ciento de los encuestados mencionó a Irán y 22 por ciento a China. Sólo uno de cada cinco oficiales respondió que fue Estados Unidos.
Muchos de los resultados fueron negativos. Sin embargo, los oficiales no son pesimistas acerca de la propia fuerza. Sesenta y cuatro por ciento de los consultados consideraron que la moral es alta en el ejército y casi nueve de cada 10 estima que el "embate" tiene un efecto positivo en la guerra.
El embate, "surge" en inglés, es la estrategia militar estadounidense en Iraq, anunciada por Bush el 10 de enero de 2007, a fin de incrementar la presencia de efectivos para evitar el estallido de una guerra civil entre las comunidades chiíta y sunita —las dos ramas principales de la fe musulmana— y ofrecer mayor seguridad.
"El ejército no está quebrado", sostuvo el mayor Robert Scales. Cincuenta y seis por ciento de los oficiales estuvo de acuerdo con esa afirmación, pero casi 90 por ciento consideró que la guerra de Iraq "exigió al máximo y de forma peligrosa al ejército estadounidense", y sólo poco más de la mitad estuvo totalmente de acuerdo.
Puede surgir un problema, según Scales, si las fuerzas se "vacían", como sucedió tras la guerra de Vietnam (1965-1975). Equipos vetustos y pérdida de parte de efectivos de combate, en especial de oficiales de rango medio, puede ser desfavorable para la salud futura del ejército.
Treinta y ocho por ciento de los oficiales estuvieron a favor de aumentar la cantidad total de efectivos en el terreno para hacer frente a los desafíos futuros y la misma proporción pidió restablecer la conscripción.
La forma idea de ganar la "guerra contra el terrorismo" es mejorar la inteligencia, según casi tres cuartos de los entrevistados, y 38 por ciento señaló que deben aumentarse las Fuerzas de Operaciones Especiales.
Uno de los asuntos que generó más respuestas encontradas fue la tortura como método de interrogatorio.
"La tortura nunca es aceptable", según 53 por ciento de los oficiales, pero 44 por ciento de los encuestados no estuvieron de acuerdo con esa afirmación.
Respecto del "submarino", simulación de ahogamiento empleada en los interrogatorios, 46 por ciento sostuvo que es un método de tortura y 43 por ciento que no.
El Índice del Ejército de Estados Unidos es uno de los pocos estudios exhaustivos acerca de la opinión de los altos mandos del ejército de Estados Unidos que se realiza desde hace 50 años.