Recientes visitas de representantes de Irán sugieren que Egipto está dispuesto a restaurar el vínculo diplomático cortado hace casi 30 años, a pesar de la presión estadounidense. Pero se ve obligado a mantener cierta distancia.
El proceso de acercamiento coincide con los renovados esfuerzos de Washington por convencer a los líderes del mundo árabe sobre la supuesta seriedad de la amenaza que representan las supuestas ambiciones regionales iraníes.
"Hubo mucha actividad entre Egipto e Irán. En cierto sentido, Irán indirectamente desbancó a Estados Unidos en Medio Oriente al acercarse a varias capitales árabes", dijo a IPS el analista político Abdel-Halim Kandil, ex secretario de redacción del semanario opositor egipcio Al-Karama.
En su última gira por Medio Oriente, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, reclamó a sus aliados en la región a que se enfrentaran con lo que describió como una desestabilizadora influencia iraní.
"Las acciones de Irán amenazan la seguridad de naciones de todo el mundo", dijo Bush el 13 de septiembre en Emiratos Árabes Unidos. "Por eso afianzamos sus antiguos compromisos de seguridad con nuestros amigos en el Golfo (Pérsico o Arábigo) y nos unimos con ellos para enfrentarnos con este peligro."
Teherán rompió relaciones con El Cairo en 1979. La entonces naciente República Islámica de Irán respondió así a la firma de los Acuerdos de Camp David entre Israel y Egipto, patrocinados por Estados Unidos.
La hostilidad persistió durante buena parte de los años 80, cuando el gobierno de Hosni Mubarak apoyó al régimen iraquí de Saddam Hussein en la larga guerra que lo enfrentó con Irán.
En los años subsiguientes, la afinidad de Egipto con Estados Unidos y los intentos del gobierno de ese país por aislar a Irán constituyeron una continua fuente de rispidez.
Pero la reciente ola de visitas de funcionarios iraníes a El Cairo despertó especulaciones sobre una eventual restauración de las relaciones.
El ministro de Industrias iraní, Alí Akbar Mehrabian, se reunió en diciembre con su contraparte egipcio Rachid Mohamed Rachid. Ambos consideraron perspectivas de cooperación económica bilateral. En ese sentido, delinearon un acuerdo por el cual Egipto llegaría a importar 200.000 toneladas de trigo de Irán.
"El próximo periodo verá el comienzo de una nueva fase de las relaciones económicas bilaterales", dijo Rachid entonces.
A fines de ese mismo mes, Alí Larijani, jefe del Consejo de Seguridad Nacional de Irán, estuvo seis días en El Cairo en lo que fue calificado como una "visita personal" que no le impidió reunirse con el canciller Ahmed Aboul-Gheit, el jefe de la inteligencia egipcia Omar Suleiman y el secretario general de la Liga Árabe, Amr Moussa.
El presidente del parlamento iraní, Gholam Ali Adel, visitó Egipto en enero para participar en la capital de una conferencia con sus pares de la Organización de Países Islámicos. Fue la primera visita de un alto legislador iraní a este país desde los años 70.
Muchos analistas independientes egipcios toman de buen grado la restauración del vínculo con Irán. "Le haría bien a los intereses del país", dijo Kandil. "Los beneficios económicos serían muchos, dado el enorme potencial de cooperación comercial."
Pero el propio Kandil descree que tal acercamiento sea inminente, dado que, tradicionalmente, Egipto sigue directivas estadounidense. "Cuando se trata de Irán, seguimos el liderazgo de Washington más que ningún otro país árabe", explicó.
"Habrá una mejora gradual en las relaciones, pero no una normalización del vínculo diplomático en el breve plazo", agregó. "En ausencia de un aval estadounidense, El Cairo continuará postergando el asunto."
En el pasado hubo algunas salidas en falso.
En mayo, el presidente Mahmoud Ahmadinejad manifestó la disposición de Irán a normalizar las relaciones con Egipto. "Abriremos nuestra embajada en El Cairo el mismo día que el gobierno egipcio diga que lo desea."
El comentario desató conjeturas sobre un acercamiento oficial a la vuelta de la esquina, pero la cancillería egipcia enseguida echó paños fríos, haciéndose eco de la retórica antiiraní del gobierno de George W. Bush.
"La propagación de la influencia iraní en Iraq amenaza la seguridad nacional egipcia y la del mundo árabe", dijo en junio Aboul-Gheit.
El diputado independiente y profesor de ciencias políticas de la Universidad del Canal de Suez Gamal Zahran recordó que "los analistas pronosticaron acercamientos con frecuencia", pero acotó que esas predicciones chocaron siempre con la presión real o supuesta de Washington.
"Es obvio que Teherán quiere restablecer los vínculos, pero la diplomacia en El Cairo, cuya independencia está en cuestión por la cercanía con Estados Unidos, no ha sido recíproca", añadió Zahran.
El acercamiento de Irán al mundo árabe no se limita a Egipto.
Ahmadinejad asistió en diciembre a la cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo, bloque que no integra Irán ni Egipto. "Al parecer se abrió un nuevo capítulo en las relaciones entre Persia (antiguo nombre de Irán) y los estados del Golfo", dijo el mandatario en la conferencia en Qatar.
Días después, en una cumbre regional en Bahrein, representantes de varios países árabes manifestaron su oposición a un eventual ataque militar estadounidense contra Irán.
El cambio de actitud de los países árabes es notable, según Kandil. "Durante años, los aliados árabes de Estados Unidos mantuvieron a Irán a distancia para apaciguar a Washington", explicó. "Pero tras la debacle en Iraq, muchos reconsideran esa política."