El Ministerio de Salud de Brasil debe enfrentar una guerra en dos frentes: tomar medidas para prevenir un rebrote de fiebre amarilla silvestre y frenar especulaciones de la prensa sobre una inminente epidemia de esa enfermedad, cuya variedad urbana fue erradicada en 1942.
"Hay una alarma exagerada, porque lo que hubo fueron casos excepcionales", dijo en entrevista con IPS la directora del Instituto de Investigación Evandro Chagas de la Fundación Oswaldo Cruz (FioCruz), Valdineia Veloso.
La médica especializada en infectología es una de las portavoces oficiales encargadas de desmentir versiones sobre un rebrote de fiebre amarilla. En lo que va de 2008 murieron dos personas de la enfermedad, según los estudios clínicos aún no confirmados por exámenes de laboratorio.
Esta enfermedad febril es causada por un virus que se transmite por las picaduras del mosquito Aedes aegypti (el mismo que contagia el dengue) y está presente en 18 de los 27 estados de Brasil en las zonas del norte, centro-oeste y sur, según el Ministerio de Salud.
Pero Veloso advirtió que no se trata de una variedad urbana de la enfermedad, como la que se desarrolló en 1942, sino "silvestre", es decir confinada a zonas de selvas y bosques.
"No estamos ante un brote de fiebre amarilla urbana. Lo que tenemos son casos sospechosos de fiebre amarilla silvestre, de personas que viajaron a áreas de riesgo y pueden haber adquirido la enfermedad", dijo la especialista.
Aun confirmando que se tratara de casos de fiebre amarilla, "que una y otra vez ocurren en Brasil", lo que importa ¬es saber si esas infecciones fueron contraídas en áreas urbanas, según Veloso.
La médica destacó que en los dos casos de muerte, "hubo una historia de haber viajado a áreas selváticas de riesgo, donde está instalada la fiebre amarilla silvestre".
Uno de los fallecidos fue Graco Abubakir, un técnico en informática de¬ Brasilia, que había viajado a Pirenópolis, ciudad histórica del central estado de Goiás, donde existen áreas de floresta.
El empresario Almir Rodrigues da Cunha murió en Maringá, una ciudad del sureño estado de Paraná, tras haber pasado el fin de año con su familia en Novas Caldas, otra ciudad del interior de Goiás.
"Esta historia de que la fiebre amarilla urbana volvió es una mentira. Estoy aquí de cuerpo presente para garantizar que no hay ninguna chance de fiebre amarilla urbana en todo el país", sostuvo a inicios de esta semana el ministro de Salud, José Gomes Temporão.
"La situación está totalmente controlada. No hay riesgo de epidemia", reafirmó en una conferencia de prensa.
El ministro dio esas declaraciones un día después de que su cartera emitiera una alerta internacional a través de la cancillería y del Ministerio de Turismo para que los extranjeros se vacunaran contra la fiebre amarilla antes de viajar a este país.
Eso es un hecho "rutinario" según Veloso, al que se apela cada vez que existe algún caso sospechoso. De hecho, la vacuna forma parte del calendario de inmunización de la población brasileña que vive en áreas de riesgo a partir de los 9 años, aclaró.
Al mismo tiempo que intentó tranquilizar a la población, el ministro de Salud anunció la distribución de dos millones de dosis adicionales de vacuna contra la fiebre amarilla.
Las vacunas se fabrican en FioCruz, que ya estaba incrementando progresivamente la producción puesto que la vacunación en áreas de riesgo se viene ampliando desde 1998, según Veloso.
Brasil también exporta la vacuna a otros países.
Temporão aseveró que las personas que se trasladarán a áreas de riesgo deben vacunarse 10 días antes del viaje, el tiempo necesario para que el organismo adquiera los anticuerpos para defenderse contra el virus.
La inmunización dura 10 años, y la vacuna está disponible en todos los puestos de salud, si bien por la alarma pública, hay desabastecimiento temporal en algunos lugares.
"Lo que está ocurriendo es una exageración", señaló el ministro. "Es una carrera desenfrenada. No hay motivo para pánico". "Personas vacunadas e inmunizadas quieren tomar dosis de nuevo", sostuvo en referencia a las largas filas que se forman para conseguir una vacuna en varios puestos de salud del país.
De acuerdo con datos del Ministerio de Salud, entre 1996 y 1997, Brasil registró 349 casos de fiebre amarilla silvestre, con 161 muertes. La población brasileña asciende a más de 188 millones de personas.
El año pasado se registraron seis contagios, dos en el estado de Amazonas, dos en Goiás, uno en Roraima y otro en Pará, en el noroccidente, centro y norte del país, respectivamente. Cinco personas murieron. Es una enfermedad de "mortalidad alta" en los casos más graves, subrayó Veloso.
La alerta vigente refuerza una recomendación dada por las autoridades sanitarias en diciembre, a raíz de la muerte de monos próximos a áreas urbanas en Goiás y en el Distrito Federal.
La fiebre es causada por el virus amarílico que ataca el hígado y otros órganos y puede llevar a la muerte.
Veloso explicó que los síntomas ¬—que a veces se confunden con los del dengue o los de cualquier otra enfermedad de fiebre aguda— son, además, dolores musculares, cansancio, náuseas, vómitos y, en cuadros más graves, hemorragias.