PLÁSTICA-BALCANES: Obras que rompen el hielo

Una exposición presentada por Serbia en Zagreb, capital de Croacia, aporta un pequeño fuego a las gélidas relaciones entre ambos países, enfrentadas en las sangrientas guerras de secesión de la antigua Yugoslavia en los años 90.

"Cien obras de arte croatas de la colección del Museo Nacional de Belgrado" es el título de la muestra, que incluye pinturas y esculturas realizadas entre 1850 y 1950. La exhibición, que estará abierta hasta el 31 de este mes, no presenta ninguna obra serbia.

"El Museo Nacional adquirió muchas obras de artistas croatas cuando la unidad de los eslavos del sur (yugoslavos) era apenas una idea, a fines del siglo XIX y comienzos del XX", dijo a la prensa en Belgrado la curadora Ljubica Miljkovic luego de la inauguración de la exposición en Zagreb.

"Ya era hora de mostrar estas obras maestras al público croata", agregó.

Cuando comenzaron las primeras adquisiciones, Serbia era un reino independiente. Croacia formaba parte del Imperio Austro-Húngaro.
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Las naciones eslavas del sur se unieron bajo el nombre de Yugoslavia, junto con Eslovenia, Bosnia, Macedonia y Montenegro, luego de la Primera Guerra Mundial (1914-1919).

El país sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), luego del cual quedó unificado bajo un régimen comunista. En los años 90, las sangrientas guerras rubricaron su secesión.

Serbia se opuso por las armas a la independencia croata. La guerra, que concluyó en 1995, dejó recuerdos amargos, particularmente en Croacia, donde muchos todavía ven a los serbios como agresores y creen que nada bueno puede venir de ellos.

La reconciliación es lenta, a pesar de las muertes del líder croata en tiempos del conflicto, Franjo Tudjman (1922-1999), y del serbio, Slobodan Milosevic (1941-2006). Los actuales gobernantes serbios se disculparon con Croacia y con sus habitantes por los crímenes de guerra, pero muy poco más se hizo para mejorar las relaciones entre vecinos.

"Esta exposición podría ser un punto de inflexión, al menos en nuestras relaciones culturales. Estamos muy felices de que obtenga más atención de la prensa que la muestra de pinturas de Marc Chagall", dijo a la prensa el presidente del Pabellón de Arte de Zagreb, Radovan Vukojevic.

La colección de obras de Chagall comenzó a exhibirse casi al mismo tiempo que las del Museo Nacional serbio en la prestigiosa galería zagrebí Klovicevi Dvori.

"Nuestra intención era mostrar el respeto del Museo Nacional por el trabajo de artistas de toda la antigua Yugoslavia. El arte es de significado universal, y sólo grandes artistas como Ivan Mestrovic pueden lograr eso", dijo Ljubica Miljkovic.

Ivan Mestrovic (1883-1962) fue el mayor escultor croata. Sus obras se encuentran en todo el mundo. Sus diseños arquitectónicos están presentes también en Serbia y Montenegro. Su hijo Mate, que asistió a la inauguración de la muestra en Zagreb, la consideró "un acontecimiento muy emotivo".

Mate Mestrovic vio "por primera vez" algunas de las obras de menor porte de Mestrovic, según él mismo dijo.

Las artes plásticas croatas "tuvieron una gran influencia en la introducción de la escultura en Serbia. Artistas de ambas naciones eran educados en capitales occidentales a comienzos del siglo XX. Serbia no habría tenido escultura de no haber sido por los croatas", aseguró Miljkovic.

El escultor croata Toma Rosandic (1878-1959) fundó la Academia de Artes en Belgrado a fines de los años 40.

Varios pintores croatas creían que la cosmopolita Belgrado era más apropiada para su trabajo, y fueron poco conocidos en su propio país natal. Sus obras están en exhibición allí por primera vez.

Junto con las conexiones restablecidas por las artes plásticas, la coproducción de programas de televisión en el área de habla serbo-croata, que incluye a Bosnia-Herzegovina, apunta a un público más amplio.

Jóvenes productores, guionistas y directores de toda la antigua Yugoslavia se unieron para concretar decenas de proyectos televisivos, entre ellas seriales como "Conspiración", sobre asesinatos políticos imaginarios en Croacia, y "El orgullo de los Ratkajs", una saga familiar.

"No me sorprende. Millones de personas en el área serbo-croata hablan el mismo idioma, comparten una cultura y una historia comunes. Las fronteras son tenues, invisibles, y deben caer. La cooperación cultural es un paso en la dirección correcta", dijo a IPS el sociólogo Ratko Bozovic.

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