Está oscuro, hace frío y los palestinos de la franja de Gaza ya empiezan a pasar hambre.
Desde que Israel cerró los cruces fronterizos, el viernes pasado, no ha permitido ni siquiera el paso de los camiones de ayuda humanitaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que transportan alimentos básicos. Se trata de una medida repetida con frecuencia desde octubre.
"Tendremos que suspender nuestro programa de distribución de alimentos. Nos estamos quedando sin combustible para los vehículos", dijo el portavoz de la agencia humanitaria de la ONU, Christopher Gunness.
Ochenta por ciento de los 1,5 millones de habitantes de Gaza dependen de la ayuda alimentaria, por lo que la suspensión podría provocar una catástrofe humanitaria.
Umm Jamal Al Baba, una mujer de 60 años que vive en el campamento de refugiados de Rafah, ofrece evidentes muestras de cansancio mientras hace una larga cola junto a centenares de personas para conseguir pan.
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"Ya no puedo hacerlo en mi casa. No hay gas para cocinar, ni electricidad", afirmó.
El arroz desapareció a causa del bloqueo, o se lo encuentra a precios fuera del alcance de la mayoría. El pan significa la supervivencia para los palestinos en la franja de Gaza.
Los habitantes de esta zona votaron masivamente al Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), que no reconoce la existencia del Estado de Israel, lo que provocó continuas represalias por parte de Tel Aviv.
La estrecha franja de tierra se encuentra entre el mar Mediterráneo e Israel, país del que la gente depende para recibir alimentos y otros bienes básicos.
Los palestinos de Cisjordania se encuentran en una situación relativamente mejor, porque Israel tiene mejores relaciones con el moderado y secular partido Fatah, que controla la Autoridad Nacional Palestina en esa zona, luego de haber sido expulsado de Gaza por Hamas.
Tras una larga espera, Jamal obtuvo una pequeña bolsa de pan. "No es suficiente para alimentar a mis nietos un solo día. Espero que esto no se prolongue demasiado, porque ignoro cuánto podremos resistir en estas condiciones", señaló.
¿Y si las cosas no cambian? Entonces, dijo, será el inicio de "una revolución a causa del hambre".
Como muchos otros, Umm Jamal se encontró este lunes con comercios cerrados y calles desoladas por la falta de gasolina. La principal usina eléctrica fue cerrada el domingo, luego de que Israel cortara el abastecimiento de combustible. Las casas quedaron a oscuras.
La escasa electricidad que se genera es compartida por varias ciudades y campamentos de refugiados durante unas pocas horas cada día.
"Gaza necesita unos 250/260 megavatios, sin contar a las fábricas y talleres, muchos de los cuales fueron demolidos", afirmó Jamal al-Dardasawi, portavoz de la compañía de electricidad. "Egipto e Israel proveen alrededor de 50 por ciento de la demanda de energía."
Dardasawi señaló que Israel destruyó muchas líneas de abastecimiento eléctrico en sus últimas incursiones militares, lo que agravó el problema. "Si el desabastecimiento de combustible continúa, se afectará gravemente la disponibilidad de electricidad para hospitales y clínicas", advirtió.
Los centros de salud ya sufren escasez de medicinas, comida y frazadas.
Las casas y calles de la ciudad de Gaza se encuentran en una completa oscuridad. Ahmed Hussien buscó en vano velas para sus hijos, pero han desaparecido completamente del mercado.
No entiende las razones por las que Israel tampoco permite el abastecimiento de velas. "¿Amenazo su seguridad si enciendo una para que mis hijos no lloren toda la noche?", se preguntó.
En todo el mundo, una vela encendida es un símbolo de esperanza. En Gaza, ahora es una herramienta de supervivencia y muchos no pueden encontrarlas.