Aunque el gobierno de Canadá mantiene su postura de no participar en combates en Iraq ha destinado a otro alto jefe militar al grupo de comando que supervisa las operaciones diarias de contrainsurgencia, a cargo de las fuerzas de ocupación lideradas por Estados Unidos.
El brigadier general Nicolas Matern, ex comandante de la unidad antiterrorista canadiense de elite, actuará como segundo del teniente general Lloyd Austin III, quien a mediados de febrero se hará cargo de los 170.000 hombres del Cuerpo Multinacional desplegado en Iraq.
Matern es el tercer general canadiense destinado a esa unidad de comando, como parte de un programa de intercambio que permite a oficiales de este país ocupar posiciones de liderazgo en el ejército de Estados Unidos.
Matern se encuentra cumpliendo un período de tres años con el 18 Cuerpo Aerotransportado con asiento en Fort Bragg, en el oriental estado de Carolina del Norte. Fuentes militares estadounidenses confirmaron que ya ha viajado a Iraq, aunque no hubo ninguna declaración oficial de las autoridades canadienses.
Asimismo, 42 tanques y vehículos blindados de transporte de personal fueron destinados la semana pasada a Fort Bliss, en el occidental estado de Texas, para participar en ejercicios con las fuerzas estadounidenses previos a su despliegue en Afganistán. Más de 3.000 soldados canadienses participarán en esas maniobras.
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Estas actividades conjuntas son algo común en las tres ramas de las fuerzas armadas de ambos países y en otras áreas de gobierno.
Un informe de la oficina de contraterrorismo del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos, describió la forma en que Ottawa y Washington "colaboran en una amplia gama de iniciativas, ejercicios y operaciones conjuntas que involucran a prácticamente todas las dependencias en los diferentes niveles de gobierno".
El primer ministro de Canadá, Stephen Harper, dijo durante su primera visita oficial a Estados Unidos, en 2006, que la alianza constituía "la relación más estrecha entre dos países, no sólo en el planeta, sino en la historia de la humanidad".
Alrededor de 90 por ciento del comercio exterior de Canadá está dirigido a Estados Unidos, con un volumen diario que supera los 2.000 millones de dólares en bienes y servicios.
También existen intereses económicos en Iraq. Canadá es el cuarto comprador de petróleo iraquí. Las importaciones de crudo pasaron de 1.006 millones de dólares en 2002 a 1.610 millones en 2006, lo que convirtió a ese país en el segundo proveedor, detrás de Arabia Saudita.
Según un informe oficial canadiense, la creciente colaboración con Estados Unidos no llevará a "replicar cada una de las funciones de los ejércitos más importantes del mundo", sino a ocupar "nichos" que permitan que la capacidad de intervención de Canadá sea relevante y confiable.
En este aspecto, los antecedentes de Matern son considerados una ventaja. Estuvo a cargo de una secreta unidad de comandos, antes de ser promovido al puesto de segundo jefe de las Fuerzas de Operaciones Especiales canadienses.
"Ha venido con un bagaje de conocimientos único", declaró al diario Ottawa Citizen el coronel Bill Buckner, del 18 Cuerpo Aerotransportado de Estados Unidos.
Los más importantes documentos sobre política exterior de Canadá citan a Iraq, junto con Afganistán, Haití, Sudán e Israel y Palestina como áreas de "prioridad estratégica".
Canadá participó activamente en la Guerra del Golfo de 1991 y ayudó a sostener el embargo contra Iraq durante los años 90. Pero se negó a sumarse a la invasión de 2003, lanzada para derrocar a Saddam Hussein, por la ausencia de una resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que autorizara esa operación militar.
De todas formas, la contribución de Ottawa ha sido significativa. En 2003 destinó 300 millones de dólares a la reconstrucción de Iraq. La Real Policía Montada ha colaborado en el entrenamiento de más de 30.000 miembros de las fuerzas de seguridad iraquíes y envió asesores de alto nivel para actuar en el Ministerio del Interior de ese país.
Asimismo, fragatas canadienses continúan operando en el Golfo Pérsico (o Arábigo) junto a los portaaviones estadounidenses, que son la base de lanzamiento primaria de misiones de bombardeo en Iraq.
Durante la primera semana de la guerra de 2003, el entonces embajador de Estados Unidos en Canadá, Paul Cellucci, declaró que este país había otorgado "más apoyo, indirectamente, que la mayoría de las 46 naciones completamente comprometidas con nuestros esfuerzos" en Iraq.
Aunque Ottawa descartó participar en operaciones de combate en ese país, incrementó su papel en Afganistán, sobre todo en el sur, donde finalmente asumió el comando de la guerra de contrainsurgencia.
La experta en defensa del opositor Nuevo Partido Demócrata, Dawn Black, expresó sus reservas sobre la especial relación militar con Estados Unidos. "Nos preocupa el énfasis puesto en la interoperabilidad. Afecta nuestra política exterior independiente y soberanía como nación", afirmó.
Aunque aproximadamente 93 por ciento de las tropas desplegadas en Iraq son estadounidenses, Washington ha enfatizado el componente multinacional en una guerra que el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, calificó como "ilegal".
El general canadiense Peter Devlin, quien actualmente se desempeña como segundo comandante en Iraq, dijo en una entrevista publicada por el diario The Washington Post que el efecto del carácter multinacional es proveer "mayor legitimidad al esfuerzo que hacemos aquí".