Cuando la campana constitucional está por marcar el fin de la presidencia de Emile Lahoud, Líbano afronta el peor bloqueo político desde el fin de la guerra civil (1975-1990).
Cinco sesiones parlamentarias convocadas para elegir al sucesor de Lahoud desde el 24 de septiembre se suspendieron, mientras se agrava el riesgo de lucha interna en este país de Medio Oriente.
Cuando se desvanecía el último atisbo de esperanza, el proceso de designación presidencial parece haber revivido de golpe. El legislador Ammar Houry anunció el 28 de noviembre el respaldo de su partido Al-Moustaqbal (Movimiento del Futuro) a Michel Suleiman, el comandante de las fuerzas armadas.
El líder del Movimiento es Saad Hariri, quien se lanzó a la actividad política tras el asesinato de su padre, el primer ministro Rafiq Hariri, en un atentado con coche bomba en Beirut en febrero de 2005.
Suleiman, de 59 años, fue designado jefe de las fuerzas armadas libanesas en 1998 con aval de Siria. Bien conceptuado por ambos lados de la línea política, se le reconoce el logro de mantener la unidad del ejército a pesar de las muchas crisis padecidas por el país desde la muerte de Rafiq Hariri.
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Parece ser un candidato de consenso entre la coalición gobernante, considerada prooccidental, y la oposición afín a Siria, el poderoso vecino que mantuvo una fuerte presencia militar en Líbano y que aun hoy dispone de gran poder en el país.
El discurso de Ammar, difundido por el canal televisivo de noticias Al-Arabiya, confundió a todo el espectro político por igual y arrancó de su estancamiento al proceso político. Tras el anuncio, circularon especulaciones sobre un posible deshielo en las relaciones entre Estados Unidos y Siria como origen del repentino cambio de rumbo.
El legislador independiente Boutros Harb, miembro de la coalición mayoritaria, señaló a IPS que el apoyo a la candidatura de Suleiman surgió tras una reunión reservada entre integrantes de la oposición y del gobierno.
La facción gobernante posee 67 de los 128 escaños del parlamento unicameral.
"Ambas facciones se sintieron acorraladas y recurrieron a la solución más viable para salir del impasse", explicó el legislador Ghassan Moukhaiber. La propuesta salió de una renovada mediación entre los principales negociadores, Arabia Saudita y Egipto.
No se sabe con certeza si el cambio repentino fue una consecuencia del renovado interés de Estados Unidos en dialogar con a Siria o de la percepción por parte de la mayoría de los vientos de cambio y de la necesidad de recurrir a soluciones permanentes.
Pero la posibilidad de que Suleiman se convierta en el único candidato viable a la presidencia originó un serio debate, porque la constitución prohíbe a un alto funcionario ser candidato a la presidencia antes de los dos años de haber renunciado al cargo.
La crisis llevó a la postergación de la sesión parlamentaria hasta este viernes, la cual podría suspenderse otra vez.
Políticos y constitucionalistas expresaron puntos de vista contradictorios acerca del mejor mecanismo para que el comandante en jefe ocupe la presidencia de Líbano. Suleiman sólo podrá ser elegido tras una enmienda constitucional.
El Poder Ejecutivo debe emitir un decreto legislativo para modificar la Constitución, explicó Harb a IPS. "El principal obstáculo para la reforma es que la oposición considera ilegítimo al gobierno tras la renuncia de los ministros chiitas", recordó.
El 24 de noviembre fue la última fecha prevista, de acuerdo con la Constitución vigente, para designar al próximo presidente. Por eso, el parlamento es considerado exclusivamente como colegio electoral y sus funciones se limitan a la elección presidencial, lo cual le impide mantener una sesión legislativa, explicó Harb.
"Me opongo con firmeza a otra enmienda constitucional", remarcó Harb.
Por otro lado, Moukhaiber señaló que el gobierno puede emitir con facilidad otro decreto, sin necesidad de que regresen al gabinete los ministros chiitas que renunciaron.
"En tanto el gobierno controle dos tercios de la asamblea legislativa tiene posibilidades de promover una reforma con éxito", sostuvo. "La cuestión principal sigue siendo si la enmienda se plantea como un hecho excepcional o queda por siempre."
La Constitución debe quedar enmarcada, según el legislador, en el contexto del acuerdo de Taef de 1989, que puso fin a la guerra civil, revisó la ley fundamental y dividió al parlamento en partes iguales entre cristianos y musulmanes.
"También pueden introducirse leyes para rellenar algunos agujeros legales y evitar que ocurra otra crisis constitucional", añadió.
Los libaneses, indicó Harb, simplemente "sustituyen la anterior tutela directa (del régimen sirio) por otra indirecta. Cuando predominan los intereses políticos internacionales, los pequeños países se vuelven peones en el juego".