Expertos y activistas de derechos humanos lo consideran toda una paradoja: los gobiernos de los países árabes vecinos de Israel reclaman libertad para los palestinos, pero reprimen implacablemente a sus propios ciudadanos.
La mayoría de los representantes de Medio Oriente y de África septentrional presentes en la cumbre de la semana pasada en Annapolis, Estados Unidos, parecen de acuerdo con una "solución de dos estados" para el conflicto: un estado palestino separado, contiguo y en paz con Israel.
Pero los delegados de Arabia Saudita, Argelia, Bahrein, Egipto, Jordania, Líbano, Marruecos, Qatar, Siria, Sudán, Túnez y Yemen no tuvieron mucho para decir sobre el carácter del estado que podría surgir de las inminentes negociaciones entre Israel y Palestina.
Con pocas excepciones, advierten los expertos, los regímenes de esas naciones no son elegidos por la ciudadanía, son autoritarios, a menudo corruptos y están dispuestos a utilizar cualquier método para sofocar la disidencia.
En la mayoría de ellas hay periodistas y bloggers presos, se reprimen manifestaciones pacíficas, opositores sufren golpes y arresto, están prohibidos los partidos políticos, las elecciones son fraudulentas o inexistentes y hay personas presas sin acusación judicial ni derecho al asesoramiento de un abogado, cuando no están, simplemente, desaparecidos.
[related_articles]
Algunos observadores consideran que la falta de libertad de prensa es emblemática de un déficit democrático generalizado en la mayoría de los países árabes representados en Annapolis.
La mayoría de los Estados de Medio Oriente y África septentrional controlan la prensa y poseen gran cantidad de medios de comunicación. Todos ellos apelan a costosos equipos para bloquear emisiones de televisión satelital y sitios de Internet.
"Las autoridades suelen reprimir a la prensa para silenciar la verdad acerca de violaciones de derechos humanos y otras injusticias que se perpetran en esos países", indicó Mary Shaw, de la filial estadounidense de Amnistía Internacional.
"Con la persecución de los que intentan difundir la verdad, envían un mensaje escalofriante a todos los que se atrevan a defender la libertad", prosiguió.
Arabia Saudita y Egipto, ambos estrechos aliados de Estados Unidos, figuran entre los peores infractores.
El reino saudita es la mayor fuente del petróleo importado por Estados Unido. Por su parte, el régimen de Hosni Mubarak es el segundo receptor de asistencia de Washington, detrás de Israel, en recompensa por el acuerdo de paz de Egipto con el estado judío en 1979.
En Egipto, donde rige un "estado de emergencia" draconiano hace más de 25 años, Mubarak prometió en 2006 una muy esperada reforma de la ley de prensa, que dará mayor libertad a los periodistas al eliminar delitos de comunicación.
Pero la nueva ley "resultó ser puro show", según la organización internacional Reporteros Sin Fronteras, dedicada al fomento de la libertad de expresión.
"La prensa rápidamente se vio desilusionada por la gran cantidad de limitaciones a su actividad dispuestas por la enmienda", afirmó. "Al menos siete periodistas fueron detenidos este año y otros 12, amenazados o agredidos físicamente."
Los periodistas egipcios "ahora pueden ir a prisión por más de cinco años por 'publicar noticias falsas', difamar al presidente o a jefes de Estado extranjeros o 'socavar instituciones nacionales' como el parlamento y las fuerzas armadas", añade Reporteros Sin Fronteras.
Los periodistas de prensa y televisión que cubren hechos públicos suelen ser hostigados, detenidos, amenazados o golpeados.
El régimen de Mubarak mantiene una campaña contra la libertad de expresión en Internet. Cientos de sitios fueron bloqueados y al menos siete disidentes cibernéticos terminaron presos. Los tribunales dictaminaron que las autoridades pueden bloquear, suspender o clausurar aquellos a los que consideren amenazantes para la seguridad nacional.
Numerosos bloggers están presos. Uno de ellos fue detenido por criticar al Islam. Otro pasó cuatro años en la cárcel por criticar a la mayor institución musulmana de país, la Universidad Al-Azhar, y a Mubarak, a quien llamó dictador.
Arabia Saudita también figura entre los países que más reprimen la libertad de prensa, según Reporteros Sin Fronteras. El régimen mantiene un fuerte control sobre las noticias y la autocensura es generalizada.
"Periodistas con iniciativa pagan caro las pequeñas críticas a las autoridades o las políticas de los 'hermanos árabes'. El contenido sumiso de las coberturas locales lleva a que la mayoría de los sauditas busquen información en los canales de televisión extranjeros y en Internet", indicó la organización.
El canal periodístico de televisión Al-Jazeera, que se emite desde Qatar, está prohibido, y por quinto año consecutivo no tuvo permiso para cubrir la peregrinación a La Meca. Las autoridades dispusieron el bloqueo de centenares de sitios de Internet.
Dos periodistas fueron despedidos por informes que molestaron a las ultraconservadoras autoridades religiosas dominantes. Igual suerte corrió un redactor del diario estatal Arab News por referirse a las atrocidades perpetradas por Indonesia en la ocupación de Timor Oriental, entre 1975 y 1999.
El editor del también gubernamental diario Al Watan se vio obligado a renunciar tras informar que Estados Unidos tiene bases militares en territorio saudita, algo que no es novedad en ningún país del mundo.
El periódico privado Shams fue clausurado durante un mes y su editor echado por imprimir algunas de las caricaturas del profeta Mahoma que un diario danés había publicado en 2005, provocando un escándalo internacional.
Los censuradores sauditas han elaborado una lista negra con cientos de sitios de Internet personales. Las autoridades trataron de prohibir el acceso al principal servicio mundial de blogs, blogger.com, pero desistieron porque habría demandado un enorme esfuerzo técnico.
En la encuesta anual sobre libertad de prensa de Reporteros Sin Fronteras, Egipto ocupa el lugar 146 y Arabia Saudita el 147 entre 169 países. Israel —incluidos los territorios palestinos ocupados— aparece en el 44.
Activistas han criticado a los gobiernos de Medio Oriente y África septentrional por las restricciones que imponen a la prensa, así como por numerosas violaciones a los derechos humanos.
Con las esperanzas puestas en las negociaciones palestino-israelíes lanzadas en la cumbre de Annapolis, Shaw, de Amnistía, urgió a las dos partes a respetar los derechos humanos de la otra.
"Ambos deberían acceder al despliegue de observadores internacionales en Israel y en los territorios ocupados, con la misión de vigilar e informar públicamente sobre el cumplimiento y las violaciones del derecho humanitario internacional", dijo a IPS.
"Cuando fui corresponsal de la agencia Reuters en Jerusalén, en 1998, muchos palestinos me decían que querían que su futuro estado fuera como Israel", recordó la periodista Mona Eltahawi, profesora de la American University en El Cairo, quien residió en Egipto, Arabia Saudita e Israel.
"Querían a un país abierto y democrático. Consideré paradójico que su modelo de estado fuera el que los estaba ocupando", relató a IPS.
Pero Eltahawy, hoy a cargo del blog Post Global del diario estadounidense The Washington Post, afirmó que el hoy fallecido líder palestino Yasser Arafat y sus colaboradores "modelaron un Estado en ciernes según el modelo de Egipto, Jordania y otros vecinos árabes represores".
"Arafat introdujo cortes marciales. Los palestinos se escandalizaron al descubrir que la Autoridad Nacional Palestina, y no sólo Israel, detenía y torturaba, a menudo con pocos motivos. Muchos palestinos decían que para ellos era peor si sus propios compatriotas eran los que cometían las tortura".
"Tras años de lucha y sacrificios, los palestinos se merecen un estado libre y democrático. Espero que insistan en que no se parezca a los países árabes que libraron guerras contra Israel en el nombre de tal estado palestino", agregó.