PAKISTÁN: Benazir quería democracia y pagó con la vida

La ex primera ministra pakistaní Benazir Bhutto pagó este jueves el precio más alto que un político puede pagar por sus convicciones democráticas.

Benazir Bhutto en octubre, presidiendo un acto político en Karachi. Crédito: Beena Sarwar/IPS Dos veces jefa del gobierno, de 54 años y madre de tres hijos, Bhutto fue asesinada de tarde, cuando se retiraba de un acto electoral en la localidad de Rawalpindi, cerca de Islamabad, en lo que pareció un atentado suicida seguido por tiroteos.

La líder del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP) murió alrededor de las 6:15 hora local en el hospital de Rawalpindi, apenas una hora después de que un desconocido disparara contra ella cuando abandonaba el parque cercado donde se celebraba el acto.

Una veintena de personas murieron en el atentado y docenas resultaron heridas.

"Ella temía que algo así pudiera sucederle, pero era tan valiente…", dijo a IPS desde Rawalpindi el portavoz del PPP Farhatullah Babar, quien acompañaba a Bhutto en el acto.
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"Estaba saludando a la multitud, y entonces comenzaron los tiros y la explosión", agregó, poco antes del traslado de la dirigente asesinada a su ciudad natal, Larkana, en un avión militar C-130.

"No creo que la gente se dé cuenta: ella era una de nuestras últimas esperanzas de transición pacífica a la democracia en Pakistán", dijo a IPS el economista Haris Gazdar, de Karachi, quien apoyó el muy criticado acuerdo con el gobierno militar que le permitió a Bhutto regresar del exilio y participar en actividades políticas.

Según el Decreto de Reconciliación Nacional emitido el 5 de octubre, el presidente y entonces comandante del ejército Pervez Musharraf concedió inmunidad a Bhutto, acusada de corrupción tras ser depuesta en 1996.

A pesar de que ninguno de los cargos pudo ser comprobado en los tribunales, la líder del PPP aceptó el convenio ofrecido por el dictador. A cambio, su partido apoyaría en el parlamento la reelección de Musharraf como presidente.

"Los estadounidenses nos consideran un estado peligroso y quieren venir a arreglar las cosas. Ésta era nuestra posibilidad de hacerlo pacíficamente", agregó el economista Gazdar.

"El Estado es responsable del asesinato. Tal vez piensen que removiendo el vehículo hacia el cambio pacífico pueden detenerlo. Pero eso no sucederá. Ahora que la mediadora pacífica fue asesinada, Estados Unidos usará la fuerza armada", advirtió.

El padre de Benazir Bhutto, Zulfiqar Alí Bhutto, ex primer ministro y ex presidente, fue ejecutado en la horca en 1979, luego de ser depuesto por el régimen militar del general Ziaul Haq. Dos hermanos de la líder pakistaní también murieron asesinados.

"Tenía nueve años cuando Zulfiqar Alí Bhutto fue asesinado por un general. Ahora mi hijo tiene nueve años y otro general asesinó a su hija. Crecí con Benazir. Para mí es una pérdida personal. No quiero dejar de llorar", dijo una abogado de Lahore en un mensaje de texto telefónico.

La muerte de Bhutto encendió la violencia en todo el país, en particular en Sindh, su provincia natal. "Cerraron todos los comercios y hay fuego por todas partes", dijo Abdul Jabbar, chofer en Karachi, capital de Sindh y principal centro comercial de la provincia. "La gente está abrumada por el dolor."

Antes de las 9 de la noche hora local, la violencia se había cobrado al menos cinco vidas en Karachi. Manifestantes en Sindh evacuaron dos trenes y los incendiaron. Las multitudes furiosas atacaron comisarías y otros edificios símbolo de la autoridad del Estado.

Los centros de comunicación telefónica en todos los poblados y ciudades de la provincia se saturaron.

Benazir Bhutto había vuelto a Pakistán el 18 de octubre, tras nueve años de exilio en Londres y Dubai. Musharraf le había recomendado retrasar el retorno por el peligro de atentados suicidas.

"Por esto estoy aquí", dijo ese mismo día a esta corresponsal, radiante, encima de un vehículo acorazado que la condujo por Karachi cuando llegó desde Dubai. "Este pueblo es la razón por la que volví."

El convoy marchaba lento por los miles de manifestantes que la acompañaban a pie. A las pocas horas, apenas después de la medianoche, explotaron dos bombas al paso de la camioneta, detonadas por control remoto. Murieron al menos 130 personas y medio millar resultaron heridas.

Al día siguiente, ante la prensa, Bhutto involucró en el atentado a agencias de inteligencia del Estado pakistaní. En una carta que aseguró haber enviado a Musharraf dos días antes de su retorno, identificó a tres posibles asesinos.

"Le dije que si algo me sucedía, los responsabilizaría a ellos, más que a organizaciones armadas como Talibán o Al Qaeda", advirtió.

El PPP también reclamó remoción del jefe del Buró de Inteligencia, Ijaz Shah, por sus vínculos con organizaciones clandestinas.

A pesar de las amenazas, Bhutto realizaba una campaña muy activa rumbo a las elecciones del 8 de enero, apenas fueron anunciadas a fines de noviembre.

Bhutto y el también dos veces ex primer ministro Nawaz Sharif, líder de la Liga Musulmana de Pakistán-Nawaz depuesto por Musharraf que también regresó este año del exilio, dejaron de lado sus tradicionales diferencias y tuvieron un acercamiento en los últimos meses.

En mayo de 2006, Bhutto y Sharif firmaron una Carta Democrática dirigida a expulsar a los militares de la actividad política.

Sharif consideró que el atentado contra Bhutto fue posible por "un desliz de seguridad" y que el gobierno debió haber tomado medidas adecuadas para protegerla. El ex primer ministro acudió raudo a Rawalpindi apenas supo de su asesinato.

Musharraf declaró tres días de duelo, en los que la bandera de Pakistán deberá ser izada a media asta.

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