Abriéndose camino a machetazos a través de la selva exuberante, Lambert Kwame inspecciona el pedazo de tierra donde su familia cultiva cacao desde hace más de 30 años, a una hora en automóvil desde la ciudad marfileña de Abidjan.
"Sabemos que el precio nacional del cacao es muy alto", indicó Kwame, parado bajo una espesa cubierta vegetal. "Pero los obstáculos existentes entre los agricultores y los puertos se llevan todo el beneficio que podemos sacar de la cosecha."
El gran fruto naranja y amarillo del que se extraen las semillas del cacao cuelga de los árboles. Cientos de semillas de cacao se secan al sol en un modesto puesto de madera que Kwame tiene delante de su casa, cerca de la carretera a Abidjan.
Por cada kilogramo de su cosecha, los intermediarios le pagan 90 centavos y luego la venden a los exportadores en esa ciudad del sur de Costa de Marfil, el mayor cultivador de cacao, con casi 40 por ciento de la producción mundial.
Este país de África occidental no perdió posiciones ni siquiera durante la crisis política que lo asoló en los últimos años.
La guerra civil desatada entre 2002 y 2003 dejó a Costa de Marfil dividido en dos, el norte controlado por los rebeldes y el sur por el gobierno.
La violencia se desató en septiembre de 2002 tras un fallido golpe de Estado. Las insurgentes Fuerzas Nuevas acusaron al gobierno de discriminar a la población del norte y a los habitantes con ascendientes remotos en países vecinos.
El cacao también es el principal producto de exportación de Costa de Marfil, con alrededor de 35 por ciento del total. El gobierno del presidente Laurent Gbagbo recibe 1.400 millones de dólares por ese concepto, según cifras oficiales.
En el norte, controlado por las Fuerzas Nuevas, se estima que los ingresos por la exportación de cacao rondan los 30 millones de dólares.
Cuatro millones de los 17 millones de habitantes del país, están empleadas en este sector.
Pero la gestión de los ingresos por la venta de cacao es desde hace años objeto de intensas críticas, pues suelen ser absorbidos por un entramado de organizaciones poco transparentes y superpuestas creadas tanto por el gobierno como por los rebeldes.
Cuando Gbagbo asumió la jefatura jefe de Estado en 2000, el gobierno sumó cuatro órganos al que hasta entonces regulaba por sí solo el comercio del cacao y disponía el apoyo oficial a los cultivadores locales.
La multiplicación de gravámenes dispuestos por esas instituciones redujo de forma drástica el ingreso de los agricultores. Los tributos dispuestos para la cosecha de 2006-2007 ascendieron en el sur a 10 centavos de dólar por kilogramo, tres centavos más que en 1999.
Lejos de servir a mejorar la vida de los agricultores, los ingresos por cacao fueron a parar a otro lugar.
"Las instituciones que rigen el cacao en la zona controlada por el gobierno aportaron directamente por lo menos 20 millones dólares a la guerra", indica el informe "Chocolate caliente: Cómo el cacao alimentó el conflicto en Costa de Marfil", de la organización Global Witness.
El propio gobierno admitió la suma revelada por esa organización humanitaria con sede en Londres, dedicada a investigar el uso de recursos naturales en la financiación de conflictos.
La situación no es más prometedora en el norte, bajo control rebelde.
Al tener prohibido pasar por el sur, la producción se exporta vía Togo, Guinea y otros países vecinos con gravámenes dispuestos por las Fuerzas Nuevas.
"Dada la importancia del comercio del cacao en el norte y la significativa cantidad de dinero que recaudan las Fuerzas Nuevas, es posible que parte de los beneficios hayan contribuido, y quizá aún lo hagan, a la compra de armas y otros implementos para mejorar su capacidad militar", señala el informe de Global Witness.
Pero el director de Centrale —la estructura de gestión económica de la zona bajo dominio de las Fuerzas Nuevas—, André Ouattara, se mostró evasivo al respecto y señaló que su organización no supervisaba el cultivo ni la exportación de cacao.
"Mi papel consiste en implementar modelos de política económica que permitan a los empresarios operar y que Centrale recaude fondos para llevar adelante su misión", señaló en una entrevista realizada en el bastión rebelde de Bouaké.
Además de financiar el conflicto, se cree que los ingresos del cacao se utilizan para estafas en beneficio de particulares tanto en el norte como en el sur.
La política del gobierno en el sector también fue muy criticada en una auditoría de la Unión Europea a las instituciones responsables del cacao en 2004, que se filtró a la prensa francesa en 2006.
Allí se manifestó preocupación por la negativa de las autoridades marfileñas a explicar el uso que se daba al dinero recaudado por los impuestos y al estatus legal ambiguo de las instituciones.
A raíz de esa auditoría, la UE dejó de financiar los sectores de cacao y café del país.
El periodista canadiense Guy-André Kieffer, que investigaba la corrupción en el sector del cacao, permanece desaparecido desde abril de 2004.
Kieffer apuntó contra el Banco Nacionale Divertissement (BNI), donde se encuentra parte de los ingresos de las instituciones que gestionan el comercio del cacao. Su único inversionista es el gobierno.
El director del BNI, Victor Jérôme Nembéléssini-Silué (ex ejecutivo cafetalero), también es presidente de Lev-Ci y negoció la compra de helicópteros militares por parte del gobierno.
El acuerdo se produjo justo antes de que el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas impusiera un embargo de armas contra los bandos enfrentados en noviembre de 2004.
Además, el directorio de Lev-Ci cuenta con la participación de Moshe Rothschild, traficante de armas israelí buscado en Perú por cargos de corrupción.
La computadora de Kieffer apareció luego en la casa del cuñado de Gbagbo, Michel Legré, la última persona con la que el periodista tuvo un encuentro, según trascendió.
La falta de transparencia en el sector puede socavar la frágil calma vigente en el país, según analistas, tras un acuerdo para compartir el poder, firmado por el gobierno y las Fuerzas Nuevas en Burkina Faso en marzo. El líder rebelde, Guillaume Soro, ahora es primer ministro del gobierno de Gbagbo.
Gbagbo anunció en octubre que su gobierno había comenzado una investigación para evaluar si había corrupción en el comercio del cacao.
"Pedimos a las compañías que sean más transparentes", señaló Maria Lopez, de Global Witness. "Si no se fijan buenos sistemas de transparencia, el futuro del cacao y el de Costa de Marfil es sombrío."