El nuevo activo del siglo es el gas carbono, a ser transado entre el mundo rico y el pobre en los mercados del futuro.
La mayor conferencia mundial sobre cambio climático proporcionó un terreno fértil para que este mercado potencialmente lucrativo extienda sus raíces al sector forestal.
El carbono, o mejor el dióxido de carbono, es la principal de las sustancias que recalientan la atmósfera, conocidas como gases de efecto invernadero.
Las voces a favor de este nuevo mercado fueron numerosas en la XIII Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada del 3 al 14 de este mes en la isla indonesia de Bali. Entre ellas la del Banco Mundial.
En la semana final de la reunión que atrajo a unos 10.000 participantes de unos 180 países, el Banco lanzó una iniciativa para incorporar los bosques tropicales del mundo en desarrollo a los mercados de créditos de carbono.
El Fondo para Reducir las Emisiones de Carbono Mediante la Protección de los Bosques, propuesto ya en 2006 por el Banco y presentado en Bali, está destinado a proteger esos ecosistemas de la deforestación canalizando fondos del mundo industrializado.
El Fondo permitirá a los "compradores" de las naciones ricas, que deben reducir sus emisiones de dióxido de carbono, a hacerlo financiando programas que detengan la destrucción forestal, que contribuye con casi 20 por ciento de los gases invernadero lanzados a la atmósfera.
El Banco prevé una capitalización de 300 millones de dólares para el Fondo, que se pondrá en marcha con una base de 10 millones. También calcula que su funcionamiento será de aproximadamente una década.
Semejante intento de que los mayores contaminadores climáticos del mundo obtengan créditos de carbono es apenas la última de una creciente lista de opciones alentadas por el Protocolo de Kyoto, en vigor desde 2005.
Para 2006, el volumen global del mercado de carbono era de unos 30.000 millones de dólares, según el Banco Mundial, cuando en 2004 era de menos de 1.000 millones.
"La mayor fuente de créditos en el mercado han sido inversiones para reducir los hidrofluorocarbonos (HFC), que se utilizan en varios procesos de manufactura de industrias químicas, como la de pinturas", dijo a Tierramérica Ben Vitale, director de desarrollo de mercados y negocios de ecosistemas de Conservation International.
"China fue quien más se benefició de las inversiones en proyectos amigables con el ambiente que habilitan a una compañía o a un gobierno (del mundo industrial) a adquirir créditos de carbono", agregó.
Sin embargo, no todos en la conferencia se mostraron convencidos de que las selvas del mundo en desarrollo resulten protegidas por un mecanismo de mercado concebido para ayudar a gobiernos y empresas del mundo industrializado a adquirir créditos de carbono.
Los créditos de carbono son permisos para contaminar. Quien los compra, adquiere una coartada para no reducir su propia contaminación, mientras paga para que otros produzcan de manera más limpia.
"Nos preocupa el abuso de los mecanismos de mercado. No estoy seguro de que por sí solos ayuden a reducir las emisiones", señaló el canciller brasileño Celso Amorim.
La preocupación es compartida por algunas organizaciones ambientalistas.
La insistencia en el mercado como solución para que los ricos cumplan sus obligaciones puede alterar la prioridad del Protocolo de Kyoto: que los países industriales reduzcan los gases invernadero de sus propias economías.
"El mundo industrial comenzará a comprar créditos de carbono forestal baratos al mundo en desarrollo, sin cambiar su matriz energética ni sus sistemas de transporte, que son los que contaminan el ambiente", dijo a Tierramérica Marcelo Furtado, director de campaña de la filial brasileña de Greenpeace.
"Las naciones ricas pueden estar haciéndole un gran favor al planeta al proteger los bosques tropicales, pero en un aspecto más amplio, el ambiente no se beneficia porque no han reducido sus emisiones de gases", añadió.
Organizaciones como Amigos de la Tierra y el Foro Indonesio para el Ambiente tienen otras preocupaciones sobre el nuevo papel que se quiere dar a los bosques tropicales.
Comunidades indígenas y otros pueblos cuyos sustentos dependen de las selvas serán marginados de ese vínculo económico y cultural tradicional que han mantenido durante décadas o siglos, alegaron.
Las diferencias aparecen mientras se acerca 2008, cuando empezará el período para cumplir los compromisos asumidos en Kyoto por todos los países industriales, con la excepción de Estados Unidos.
Las naciones ricas están obligadas a reducir sus gases invernadero a volúmenes 5,2 por ciento inferiores a los de 1990 en un plazo de cinco años que expirará en 2012.
El nuevo año también abrirá las puertas para que las empresas y los países del mundo rico que acumularon créditos de carbono empiecen a transarlos.
El Protocolo de Kyoto, adjunto a la Convención de Cambio Climático, estableció un Mecanismo de Desarrollo Limpio que habilita a los contaminadores del Norte industrial a invertir en iniciativas limpias en el Sur en desarrollo a cambio de créditos de carbono, con los que achicarán la distancia que los separa del cumplimiento de sus obligaciones.
Pero mientras se espera este nuevo giro económico, funcionarios de los países pobres protestan que no quieren ser estafados respecto del valor de una tonelada de carbono.
Un delegado indonesio a la conferencia de Bali dijo al periódico The Jakarta Post que "los créditos de carbono están valuados en apenas tres dólares por tonelada en los países en desarrollo, mientras se cotizan a unos 25 dólares en los países europeos".
En la sudoccidental provincia canadiense de Alberta, las autoridades fijaron en 15 dólares el valor de la tonelada de carbono, como parte de los esfuerzos para "exigir reducciones de los emisores del sector privado", dijo un funcionario de esa región, que posee las segundas reservas petroleras más grandes del mundo.
"Si se abusa del mercado de carbono, será injusto culpar al Protocolo de Kyoto", dijo el brasileño Furtado. La culpa será del "abusador, que no cumplió con sus obligaciones de abatir su contaminación climática", concluyó.