SALUD-PALESTINA: Un poco de atención

Tras colocar en la ambulancia el equipamiento necesario y bolsas llenas de fármacos, los médicos Jameel Mashny y Rami Habash junto a la enfermera Maysa Youseff se preparan para un largo día en Palestina.

Si la jornada transcurre de manera habitual, reinará el caos organizado al paso del equipo de la Sociedad de Alivio Médico de Palestina. Niños gritando se esconderán detrás de sus madres, ancianos se quejarán de que no les gusta el sabor de su medicina, y una aldea pobre recibirá una asistencia que necesita con desesperación.

Al lado, en cambio, los israelíes tienen acceso a la atención médica más sofisticada del mundo. El Ministerio de Salud de su país administra unos 480 centros de salud, con un médico cada 200 personas, lo cual constituye una de las proporciones más elevadas del mundo.

Cada ciudadano israelí tiene acceso a un fondo que cubre el costo del tratamiento médico, sin importar cuán pobre sea.

Pero para cientos de miles de aldeanos palestinos pobres, acceder a un tratamiento es una lucha por la vida.
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Según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA, por sus siglas en inglés), 46 por ciento de los palestinos no tienen suficientes alimentos, y mucho menos los medios para costearse la atención de salud.

"El mayor problema que enfrentan hoy las aldeas es la pobreza. Muchas personas tienen enfermedades curables, simplemente necesitan acceso a atención médica", señala Habash mientras conduce su ambulancia por una pequeña y serpenteante carretera de gravilla.

En toda Cisjordania hay apenas seis hospitales importantes. Tres de ellos se encuentran en Jerusalén Oriental.

Como la muralla israelí, calificada de ilegal en 2004 por la Corte Internacional de Justicia, aísla a Jerusalén Oriental del resto de Cisjordania, los palestinos que necesitan tratamiento especializado están a merced del ejército israelí.

Según un informe publicado por el Ministerio de Salud de Palestina, por lo menos 129 personas fallecieron en ambulancias que esperaban en puestos de control entre 2000 y 2005.

El estudio también señaló que 67 mujeres dieron a luz y 36 bebés fallecieron en puestos de control. En total, no se permitió el paso de 1.905 ambulancias.

La comunidad internacional y el propio el gobierno palestino han ignorado este creciente problema.

El año pasado, la Autoridad Nacional Palestina recibió poco más de 1.000 millones de dólares por concepto de asistencia extranjera, pero ese dinero no llegó a la población.

Así que organizaciones civiles como la Sociedad de Alivio Médico de Palestina, han florecido por toda Cisjordania y la franja de Gaza. Según el Ministerio de Salud, actualmente hay 265 centros médicos administrados por organizaciones no gubernamentales en los territorios palestinos.

La Sociedad de Alivio Médico de Palestina, financiada con fondos privados y operada de modo independiente, aspira a brindar cuidados de salud pagos o gratuitos a todos los palestinos.

"Un día a la semana, la Sociedad viene a nuestra aldea para ayudar a nuestra gente. Ellos saben que aquí no tenemos médicos ni medicinas. Los adoramos por esto", dice a IPS Khalil al-Shabba, ex líder del concejo de la aldea de Jamala.

Jamala es pequeña y pobre. Antes que el ejército israelí cerrara la carretera principal a los palestinos, hace seis años, se encontraba a apenas 15 minutos en automóvil de Ramalá.

Ahora esa ruta es utilizada exclusivamente por colonos judíos. Si cualquiera de los 1.600 habitantes de Jamala necesita asistencia médica, debe viajar más de una hora por una carretera en mal estado.

"Y si los israelíes instalan un puesto de control móvil, el trayecto puede insumir cuatro horas o ser imposible", apunta Shabba.

Para complicar aun más la situación, la mayoría de los habitantes están desempleados. Muchos trabajaban en Israel, pero en los últimos años el Estado judío les negó los permisos laborales a casi todos.

Los médicos Habash y Mashny y la enfermera Maysa cada día viajan a una nueva aldea, estableciendo clínicas móviles temporarias.

Mientras el equipo desempaca apresuradamente y prepara su clínica en el edificio de dos habitaciones del concejo de Jamala, altavoces instalados en una mezquita anuncian su llegada. Esto ocurre poco antes de que algunas madres con sus hijos enfermos comiencen a hacer fila.

El primer paciente del día es un niño pequeño con un ojo hinchado. Maysa le entrega a la madre algunos medicamentos a cambio de una suma muy pequeña de dinero. "Tiene conjuntivitis. Si no la hubiera tratado, podría haber quedado ciego", explica Mashny.

La clínica móvil cobra apenas tres shekels (66 centavos de dólar) por paciente y por cada medicina. Y quienes no pueden pagar esto reciben medicamentos gratis. "Después de todo somos médicos, no contadores", dice Habash.

"A veces este trabajo puede ser realmente duro, pero lo amo. Nunca dejaré de ayudar al pueblo palestino", apunta Maysa.

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